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jueves, 31 de marzo de 2011
Bacterias de los asistentes al taller de mutación del MUNCYT
El 12 de marzo realicé un taller para niños en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de Madrid (MUNCYT). Asistieron 20 niños. La verdad es que fue un éxito. Muchos de los recursos los he tomado de la obra de teatro que ya hemos representado en más de 65 ocasiones, o sea, que son recursos didácticos muy probados y que siempre funcionan. Podéis ver un vídeo de la representación de la obra de teatro que hicimos en el Museo de las Ciencias de Valladolid. Esta vez hice algo nuevo, sugerido por un artículo que Montserrat Llagostera publicó en la revista de la Sociedad Española de Microbiología. En la foto podéis ver cultivos de la lengua de los 20 participantes. No hay demasiada variedad en el tipo de colonias. Las placas crecieron durante tres días a temperatura ambiente (sobre 20 grados de temperatura). El niño de la placa 13 tiene unas colonias de unas bacterias que crecen muy bien a 20 grados. Es por eso que las colonias (son esos puntos que se ven en la fotografía y que son el resultado del crecimiento de las bacterias a partir de una única bacteria procedente de la lengua) son más grandes que el resto.
La verdad es que tanto los chavales como yo lo pasamos en grande. La proxima vez me gustaría hacer un Api (un kit de pruebas bioquímicas que determina en un 99% la especie de bacteria que tenemos) como el que veis abajo y saber de que bacterias se trata.
martes, 29 de marzo de 2011
La vacuna que no salvará el mundo según el blog sonicando
Hoy os dejo un link para que visiteis. Es una entrada de blog que ejemplifica lo que tiene que ser la labor de un divulgador científico: ser un puente entre la ciencia y el público general. Esta labor la realizan muchas veces los gabinetes de prensa, que por ser parte de la institución que genera la noticia se suelen llevar por el entusiasmo y carecen de la objetividad necesaria para evaluar el impacto del descubrimiento.
El autor del blog se lee el artículo original, algo que como él dice bien no puede hacer un periodista y valora el alcance del descubrimiento.http://www.blogger.com/img/blank.gif
El autor del blog se lee el artículo original, algo que como él dice bien no puede hacer un periodista y valora el alcance del descubrimiento.http://www.blogger.com/img/blank.gif
sábado, 26 de marzo de 2011
Científicos de EEUU inocularon sífiles en guatemaltecos en los años cuarenta
A Marta Orellana le inocularon la bacteria Treponema pallidum causante de la sífilis
Los campesinos guatemaltecos Federico Ramos Meza y Manuel Gudiel fueron arrancados violentamente del surco para obligarlos a prestar el servicio militar en 1946. Tras seis meses en el cuartel, su unidad fue trasladada para prestar apoyo a tropas norteamericanas allí acantonadas. "Al día siguiente fuimos llamados a la enfermería de los gringos. Nos pusieron unas inyecciones. Empezaba el experimento del diablo", narra Ramos con la mirada perdida. Él y su compañero acababan de ser víctimas de las prácticas de eugenesia puestas de moda por los nazis unos años antes.
Entre 1946 y 1948, un grupo de médicos estadounidenses, dirigidos por John Charles Cutler, bajo el patrocinio directo de la Secretaría de Salud del Gobierno estadounidense, inoculó con sífilis y gonorrea, sin darles ninguna información, a soldados, prisioneros, prostitutas y hasta a niñas de un hospicio . Fueron 696 los guatemaltecos infectados para probar con ellos los efectos curativos de la penicilina en el combate a estas enfermedades venéreas.
Durante décadas, nadie se acordó de las víctimas ni de sus familias, que sufrieron siempre los efectos de las enfermedades. Pero el pasado otoño la investigadora estadounidense Susan Reverby encontró los archivos del ya fallecido Cutler y se destapó el escándalo. El presidente estadounidense Barack Obama se disculpó por teléfono con el mandatario guatemalteco, Álvaro Colom.
"Es el abandono en que las víctimas han subsistido, luchando día a día por ganarle el pulso a la miseria, lo que nos animó a poner la demanda", dicen los abogados del bufete guatemalteco Hiram Sosa Castañeda que, junto a una firma norteamericana (Henry Dell, especializada en casos de lesa humanidad) ha denunciado al Gobierno de EE UU, y luego hará lo mismo con el de Guatemala y una farmacéutica.
Ramos, que hoy tiene 86 años, y Gudiel (85) han sobrevivido durante todos estos años en la frontera de la miseria, y en las condiciones más adversas todos, cuentan en su pueblo, Las Escaleras, una recóndita y humilde aldea al Este del país. El primero asegura que nadie le explicó qué les estaban haciendo cuando les ponían las inyecciones. "Habría que estar loco para aceptar ser parte de un experimento de esa naturaleza. En el cuartel, ya se sabe, solo se obedecen órdenes".
Los efectos de la enfermedad empezaron a manifestarse a los tres meses. A partir de entonces, cada 15 días eran llevados a la clínica, para una revisión. "A pesar de las molestias y dolores cada vez más intensos, jamás fuimos relevados de nuestra rutina de soldados", apostilla Gudiel. Tras licenciarse (el servicio militar duraba dos años) les abandonaron a su suerte, mala, por las consecuencias que siguen padeciendo hoy.
Ramos sufre dolores frecuentes de cabeza y tiene problemas en las articulaciones. Todavía supura y orina sangre. "Nunca me curaron. A lo más que llegaron fue a procurarme un alivio pasajero". Añade que sus hijos y nietos están pagando las consecuencias. Su hija mayor perdió la vista siendo niña. Gudiel está casi ciego, padece de incontinencia urinaria y tiene llagas en las piernas. Al ignorar la naturaleza de su enfermedad, contagió a su mujer. Un tercer compañero de infortunio, Celso Ramírez Reyes, murió en 1997. Su hijo, del mismo nombre, cuenta que una de sus hermanas y su hija mayor son ciegas, mientras el más pequeño de sus niños sufre de ataques epilépticos. Él padece permanentemente de dolor de cabeza y músculos. "Como uno es muy pobre y no puede pagar médico, se tiene que conformar con remedios caseros", se lamenta con un gesto de impotencia absoluta.
La memoria puede haber perdido fidelidad. Han transcurrido más de 65 años, pero Ramos y Gudiel recuerdan que algunos de sus antiguos compañeros sufrieron amputaciones del pene, lo que llevó a muchos de ellos al suicidio.
Los abogados explican que tienen confianza en que el Gobierno de Washington indemnizará a las víctimas -recuerdan que los afroamericanos sometidos al mismo experimento en Alabama fueron indemnizados-, pero vaticinan un proceso lento y complicado. Si se llega a un acuerdo extrajudicial, el caso podría resolverse en nueve meses; si van a juicio, puede tardar años.
Al Gobierno de Guatemala le denunciarán por haber permitido los experimentos y abandonar a las víctimas. "No tenemos muchas esperanzas en la justicia local, lo que nos obligará a recurrir ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos", anticipan los letrados.Y finalmente irán a por una compañía farmacéutica de la que no citan el nombre. "Sabemos cuál es y que ha ganado mucho dinero con la comercialización de la penicilina", aseguran.
Los niveles de infamia sobrepasan cualquier límite, al grado de extender los experimentos a niños de corta edad, con el agravante de cebarse en los huérfanos. Marta Lidia Orellana, de 74 años, recuerda cómo, siendo una niña de 10, fue sacada del patio de recreo del hospicio y llevada a la clínica del orfanato. "Me obligaron a desvestirme. Con lujo de fuerza me separaron las piernas y empezaron a manipular mi vagina. Fue muy violento. Todavía tengo pesadillas y me despierto gritando, bañada en sudor", cuenta ruborizada.
Insiste en que tampoco a ella le explicaron nunca el porqué de tales exámenes, cuando en toda su vida había padecido enfermedad alguna. Dice creer que los médicos eran estadounidenses, "porque eran muy altos y rubios". Las veces en que se atrevió a preguntar sobre el tratamiento, le contestaban con violencia -"tú te callas", gritaban- y la amenazaban con golpearla. "Sí, había un doctor guatemalteco, de apellido Cofiño, que era muy grosero", confiesa.
Añade que, tras abandonar la inclusa, con 17 años, no recibió ningún tipo de seguimiento. "Mi gran problema fue que no me extendían la certificación de sanidad exigida para cualquier trabajo, con un único argumento: "Tienes mala sangre". Y recuerda que, embarazada de su hija menor, eran inyectada con penicilina, sin importar el riesgo que ello implicaba para su bebé. "¡Dios los perdone!", exclama, antes de perderse en el recuerdo con las lágrimas asomándose a los ojos.
martes, 22 de marzo de 2011
Panspermia en PNAS: el meteorito con amoniaco
El meteorito con amoniaco usado en el estudio proveniente de la Antártida.
Los investigadores de la Universidad del Estado de Arizona en Tempe (Estados Unidos), dirigidos por Sandra Pizzarello, estudiaron un meteorito que contiene materiales orgánicos pertenecientes al grupo de la Tumba de Nunataks, hallado en la Antártida. El equipo de Pizzarello trataba de comprobar si el complejo material que forma el asteroide contenía alguna huella de la evolución química que siguió el meteorito.
Imitación de la Tierra primitiva
Para ello imitaron las condiciones ambientales que había en la Tierra antes de la aparición de la vida. Siempre con escalas temporales de laboratorio (sería imposible recrear los tiempos reales), emularon la actividad hidrotermal, la temperatura y la presión de la Tierra primitiva.
Y los resultados mostraron, para la sorpresa de los investigadores, que aquel meteorito liberó una enorme cantidad de ion amonio (NH4), un importante precursor de las moléculas biológicas complejas, como los aminoácidos o el ADN.
Para descartar la posibilidad de que el amonio proviniera de contaminación en el laboratorio, analizaron la composición isotópica del nitrógeno y descartaron esa posibilidad, ya que es muy diferente de la que existe en la atmósfera actual. De esta forma, Pizzarello y sus colegas lanzan en su trabajo la idea de que la llegada de estos meteoritos pudo acelerar, o desencadenar, la evolución de las moléculas que dieron lugar a la vida.
¿Vienen las bacterias del espacio?: falso
Un investigador de la NASA ha anunciado el descubrimiento de restos bacteriano en un meteorito http://journalofcosmology.com/Life100.html. La noticia parece extraordinaria, pero es falsa. Recordamos al menos una falsa alarma de hace tiempo relacionada con el meteorito marciano ALH 84001, este mismo autor ya ha presentado estos resultados durante varios años.
Estructura descubierta en un meteorito que Richard Hoover interpretarse como una cianobacteria fósil. © Richard Hoover
Editado y publicado online por la Journal of Cosmology, esta revista aunque se ampara en el nombre de «Journal», como muchas otras revistas especializadas en diferentes campos de la ciencia, no es precisamente de gran confianza, ya que sus responsables son partidario confesos de la teoría de la Panspermia y proclives a publicar cualquier cosa que suscriba que la vida llegó a la Tierra en un meteorito, aunque no esté confirmado. La propia NASA se ha desvinculado de este estudio y en un comunicado remitido a la agencia Efe asegura que no puede apoyar la investigación hasta que sea confirmada por otros científicos.
Estos fósiles de cianobacterias en los meteoritos carbonosos CI1 que el exobiólogo de la NASA Richard Hoover afirma haber demostrado que las estructuras que se encuentran en varios meteoritos de tipo condritas carbonáceas son microfósiles de bacterias extraterrestres.
Sin embargo, Hoover ha publicado artículos muy similares por lo menos desde 2004. Además, de ese descubrimiento, se publican habitualmente noticias similares en revistas como Science o Nature. La existencia de estudios que sugieren la presencia de microbios alienígenas en el interior de meteoritos no es nueva, y ha suscitado ya agrias polémicas entre los investigadores, que se preguntan cómo esos organismos podrían haber sobrevivido en el espacio y cómo y dónde pudo surgir la vida en el universo. Sin embargo, este artículo no debía haber salido a la luz, aunque la capacidad profesional de Richard Hoover no se pone en duda.
Recuerda que hace tiempo las estructuras descubiertas en el meteorito marciano ALH84001 fueron presentadas oficialmente por la NASA en otra ocasión como evidencia de vida pasada en Marte. Más tarde se ha demostrado lo contrario…
Este meteorito pertenece a un tipo muy raro en la Tierra. Conocidos como condritas carbonaceas son, basicamente, piedras desprendidas de grandes asteroides con mas de 4500 millones de años.
Desde hace tiempo se cree que las condritas carbonaceas son el origen de la vida terrestre, no necesariamente porque la trajeran consigo, sino porque tienen todos los elementos orgánicos necesarios para formarla, y muchos de ellos deben necesariamente provenir de otros planetas o planetoides, ya que no podrian formarse sin atmosfera ni agua. Dicho esto, es fácil imaginar que estos meteoritos pueden haber pasado por algún planeta con vida, trayendo consigo bacterias de dicho planeta, aunque por ahora esta es SOLO una hipótesis no demostrada. Sospecho que detrás de esta teoría de la panspermia está la incapacidad de algunos científicos de aceptar que el origen de la vida es terrestre, organizado según las reglas de la selección natural y que no es en absoluto un proceso guiado por ninguna mano inteligente.
Estructura descubierta en un meteorito que Richard Hoover interpretarse como una cianobacteria fósil. © Richard Hoover
Editado y publicado online por la Journal of Cosmology, esta revista aunque se ampara en el nombre de «Journal», como muchas otras revistas especializadas en diferentes campos de la ciencia, no es precisamente de gran confianza, ya que sus responsables son partidario confesos de la teoría de la Panspermia y proclives a publicar cualquier cosa que suscriba que la vida llegó a la Tierra en un meteorito, aunque no esté confirmado. La propia NASA se ha desvinculado de este estudio y en un comunicado remitido a la agencia Efe asegura que no puede apoyar la investigación hasta que sea confirmada por otros científicos.
Estos fósiles de cianobacterias en los meteoritos carbonosos CI1 que el exobiólogo de la NASA Richard Hoover afirma haber demostrado que las estructuras que se encuentran en varios meteoritos de tipo condritas carbonáceas son microfósiles de bacterias extraterrestres.
Sin embargo, Hoover ha publicado artículos muy similares por lo menos desde 2004. Además, de ese descubrimiento, se publican habitualmente noticias similares en revistas como Science o Nature. La existencia de estudios que sugieren la presencia de microbios alienígenas en el interior de meteoritos no es nueva, y ha suscitado ya agrias polémicas entre los investigadores, que se preguntan cómo esos organismos podrían haber sobrevivido en el espacio y cómo y dónde pudo surgir la vida en el universo. Sin embargo, este artículo no debía haber salido a la luz, aunque la capacidad profesional de Richard Hoover no se pone en duda.
Recuerda que hace tiempo las estructuras descubiertas en el meteorito marciano ALH84001 fueron presentadas oficialmente por la NASA en otra ocasión como evidencia de vida pasada en Marte. Más tarde se ha demostrado lo contrario…
Este meteorito pertenece a un tipo muy raro en la Tierra. Conocidos como condritas carbonaceas son, basicamente, piedras desprendidas de grandes asteroides con mas de 4500 millones de años.
Desde hace tiempo se cree que las condritas carbonaceas son el origen de la vida terrestre, no necesariamente porque la trajeran consigo, sino porque tienen todos los elementos orgánicos necesarios para formarla, y muchos de ellos deben necesariamente provenir de otros planetas o planetoides, ya que no podrian formarse sin atmosfera ni agua. Dicho esto, es fácil imaginar que estos meteoritos pueden haber pasado por algún planeta con vida, trayendo consigo bacterias de dicho planeta, aunque por ahora esta es SOLO una hipótesis no demostrada. Sospecho que detrás de esta teoría de la panspermia está la incapacidad de algunos científicos de aceptar que el origen de la vida es terrestre, organizado según las reglas de la selección natural y que no es en absoluto un proceso guiado por ninguna mano inteligente.
miércoles, 16 de marzo de 2011
Robert Koch: aislar para determinar el origen de la enfermedad
El científico alemán Robert Koch no sólo descubrió la causa de la tuberculosis sino que fue también el primero en identificar los microbios del ántrax y el cólera. En 1840, Jacob Henle conceptualizó por primera vez el origen de un contagio como un agente vivo con su famoso dicho: "No es la enfermedad lo que se transmite, sino su causa". Pero muchos médicos seguían dudando del papel clave de los microorganismos en la enfermedad infecciosa. Koch y su ilustre rival francés, Louis Pasteur, fueron los responsables de situar a los microbios en el mapa. Koch resumió la teoría incipiente de la enfermedad en sus famosos postulados:
1. El microbio debe estar presente de forma sistemática en el tejido afectado y no en tejido sano;
2. El microbio debe ser aislado en un cultivo puro;
3. Debe demostrarse que el cultivo puro provoca de nuevo la enfermedad.
Pero generalmente se pasa por alto una de las mayores contribuciones de Koch a la ciencia: su método de 1881 para propagar colonias individuales de bacterias en placas. Esta técnica llevó a su famoso segundo postulado, y hoy en día la denominaríamos clonación. Desde entonces, muchos científicos han realizado grandes descubrimientos adaptando la tecnología de clonación de Koch.
En la actualidad, la palabra clon evoca imágenes de la oveja Dolly o de la polémica sobre la ética de la clonación humana. Sin embargo, en 1975, el acalorado debate lo motivó el peligro en potencia que representaba la clonación del ADN recombinante. Ese mismo año, se descubrieron los anticuerpos monoclónicos mediante la clonación de linfocitos de ratón. Dichos avances han contribuido a generar como mínimo seis premios Nobel más.
Aislar para determinar el origen de la enfermedad: los pioneros de la clonación
Llamo a Robert Koch el abuelo de la clonación porque su método para realizar cultivos de colonias bacterianas aisladas le permitió propagarlas como cultivos puros. Posteriormente, pudo analizar su carácter patógeno mediante la inoculación en animales. También se dio cuenta de que diferentes tipos de colonia se reproducían de forma idéntica al propagarse. Otros dos acontecimientos determinaron la clonación microbiológica tal y como la conocemos hoy. Uno de ellos fue el uso de un agar como medio nutriente semisólido, propuesto en 1882 por Fanny Hesse, que era a la vez un ama de casa práctica y una capaz ayudante de investigación. Más tarde, en 1887, el protegido de Koch, Richard Petri, describió las placas que llevan su nombre.
Si Koch es el abuelo de la clonación, ¿quién es el padre? Yo diría que los padres de la clonación son los fundadores de la genética microbiana. La biología molecular moderna se inició en los años cuarenta mediante el estudio de la genética bacteriana a través de la selección de colonias y de la genética bacteriófaga con la extracción de placas. Este nuevo campo ganó un tremendo ímpetu gracias a seis futuros galardonados con el Nobel, incluido el científico español Severo Ochoa. Su culminación fue la invención de la clonación del ADN en 1972. El método de clonación de Koch también llevó a los antibióticos, ya que la primera observación de Alexander Fleming sobre la penicilina fue la inhibición de clones bacterianos por un hongo contaminante en una placa de Petri descartada.
En 1952, el italiano Renato Dulbecco amplió la clonación a virus humanos como el de la polio infectando células vivas en cultivos. En 1955, creó células cancerígenas en la placa de Petri con virus oncógenos, por lo que recibió un premio Nobel. Estas técnicas abrieron el camino a la genética vírica y al descubrimiento de los oncogenes. Más recientemente, se descubrieron, mediante la clonación del ADN recombinante, virus que no se pueden cultivar, como por ejemplo, el virus de la hepatitis C, en 1989, y del sarcoma de Kaposi, en 1994.
Las células cancerígenas humanas fueron clonadas por primera vez en 1955 por Theodore Puck. Ahora que las células podían desarrollarse como colonias al igual que las bacterias, la ciencia de la genética celular en mamíferos prosiguió su evolución. La fusión de células de distinto origen permitió la segregación cromosómica y los mapas genéticos. El ejemplo más famoso de explotación de las propiedades clonables de las células tumorales es la derivación de los anticuerpos monoclónicos por parte de Georges Koehler y Cesar Milstein en 1975, que les valió otro Premio Nobel. Al fusionar una célula de mieloma con un linfocito B primario, crearon un hibridoma inmortal que segregaba un anticuerpo concreto. Actualmente, los anticuerpos monoclónicos se utilizan en el tratamiento de la artritis y el cáncer.
La clonación completa de animales tiene su origen en la exitosa transferencia de núcleos celulares individuales a huevos de rana en 1952. Ahora que se ha logrado con mamíferos, como ovejas y perros, podría aplicarse a los humanos. Sin embargo, es probable que sólo se permita la clonación terapéutica de células madre humanas. La universalidad del código genético implica que el ADN puede funcionar en cualquier entorno biológico. Por ello, puede insertarse ADN humano en virus o plásmidos bacterianos, que luego se propagan clónicamente. Esta técnica de clonación del ADN recombinante fue desarrollada por Paul Berg (galardonado con el Nobel), Stanley Cohen y Herb Boyer. Por supuesto, la clonación del ADN ha revolucionado la biología molecular y el sector farmacéutico.
Sin embargo, cuando se hicieron patentes por primera vez las posibilidades de la clonación del ADN, los principales biólogos moleculares expresaron su preocupación porque el intercambio de información genética entre organismos con escasa relación suponía un peligro biológico en potencia. En marzo de 1975, convocaron un congreso en California, que tuvo como resultado una moratoria voluntaria de la clonación del ADN hasta que pudieran evaluarse con mayor precisión los posibles riesgos. Resulta que la clonación de ADN no ha causado ningún daño aparente, y ahora sabemos que se produce con frecuencia una transferencia horizontal de ADN en la naturaleza.
La reacción en cadena de la polimerasa (PCR) supuso a Kary Mullis el Premio Nobel de Química en 1993. La PCR permite la amplificación clínica de secuencias de ADN concretas, que tienen como resultado millones de copias. Esta versión de la clonación de ADN ha transformado las técnicas de diagnóstico y la ciencia forense. En las sondas Se utilizan secuencias sintéticas cortas pero específicas de ADN en microarrays de ADN [pequeñas placas de cristal o membranas de nilón a las que se adhieren secuencias específicas de cientos de genes]. De hecho, la posibilidad de utilizar microprocesadores de ADN en ordenadores ilustra la miniaturización de la tecnología de la clonación.
Si Robert Koch regresara hoy, ¿qué opinaría de dichas tecnologías? Reconocería de inmediato la clonación de células bacterianas, víricas y mamíferas como derivados directos de sus métodos y de los de Petri. Supongo que apoyaría la clonación terapéutica de células madre humanas, aunque le sorprendería (como a mí) que nadie desee clonar a un ser humano completo. Sin duda, Koch se alegraría del Premio Nobel de Barry Marshall y Robin Warren en 2005 por identificar la Helicobacter pylori como la causa de las úlceras pépticas, ya que ese descubrimiento se basó en sus métodos y postulados. Al carecer de un modelo animal, el propio Marshall ingirió la bacteria y pronto desarrolló una gastritis aguda. Koch recordaría irónicamente cuando Max von Pettenkofer se tragó en 1892 un cultivo de Vibrio cholerae en un intento por refutar la afirmación de Koch de que provocaba el cólera. El eco de las contribuciones de Robert Koch a las enfermedades infecciosas y a la clonación llega hasta nuestros días.
1. El microbio debe estar presente de forma sistemática en el tejido afectado y no en tejido sano;
2. El microbio debe ser aislado en un cultivo puro;
3. Debe demostrarse que el cultivo puro provoca de nuevo la enfermedad.
Pero generalmente se pasa por alto una de las mayores contribuciones de Koch a la ciencia: su método de 1881 para propagar colonias individuales de bacterias en placas. Esta técnica llevó a su famoso segundo postulado, y hoy en día la denominaríamos clonación. Desde entonces, muchos científicos han realizado grandes descubrimientos adaptando la tecnología de clonación de Koch.
En la actualidad, la palabra clon evoca imágenes de la oveja Dolly o de la polémica sobre la ética de la clonación humana. Sin embargo, en 1975, el acalorado debate lo motivó el peligro en potencia que representaba la clonación del ADN recombinante. Ese mismo año, se descubrieron los anticuerpos monoclónicos mediante la clonación de linfocitos de ratón. Dichos avances han contribuido a generar como mínimo seis premios Nobel más.
Aislar para determinar el origen de la enfermedad: los pioneros de la clonación
Llamo a Robert Koch el abuelo de la clonación porque su método para realizar cultivos de colonias bacterianas aisladas le permitió propagarlas como cultivos puros. Posteriormente, pudo analizar su carácter patógeno mediante la inoculación en animales. También se dio cuenta de que diferentes tipos de colonia se reproducían de forma idéntica al propagarse. Otros dos acontecimientos determinaron la clonación microbiológica tal y como la conocemos hoy. Uno de ellos fue el uso de un agar como medio nutriente semisólido, propuesto en 1882 por Fanny Hesse, que era a la vez un ama de casa práctica y una capaz ayudante de investigación. Más tarde, en 1887, el protegido de Koch, Richard Petri, describió las placas que llevan su nombre.
Si Koch es el abuelo de la clonación, ¿quién es el padre? Yo diría que los padres de la clonación son los fundadores de la genética microbiana. La biología molecular moderna se inició en los años cuarenta mediante el estudio de la genética bacteriana a través de la selección de colonias y de la genética bacteriófaga con la extracción de placas. Este nuevo campo ganó un tremendo ímpetu gracias a seis futuros galardonados con el Nobel, incluido el científico español Severo Ochoa. Su culminación fue la invención de la clonación del ADN en 1972. El método de clonación de Koch también llevó a los antibióticos, ya que la primera observación de Alexander Fleming sobre la penicilina fue la inhibición de clones bacterianos por un hongo contaminante en una placa de Petri descartada.
En 1952, el italiano Renato Dulbecco amplió la clonación a virus humanos como el de la polio infectando células vivas en cultivos. En 1955, creó células cancerígenas en la placa de Petri con virus oncógenos, por lo que recibió un premio Nobel. Estas técnicas abrieron el camino a la genética vírica y al descubrimiento de los oncogenes. Más recientemente, se descubrieron, mediante la clonación del ADN recombinante, virus que no se pueden cultivar, como por ejemplo, el virus de la hepatitis C, en 1989, y del sarcoma de Kaposi, en 1994.
Las células cancerígenas humanas fueron clonadas por primera vez en 1955 por Theodore Puck. Ahora que las células podían desarrollarse como colonias al igual que las bacterias, la ciencia de la genética celular en mamíferos prosiguió su evolución. La fusión de células de distinto origen permitió la segregación cromosómica y los mapas genéticos. El ejemplo más famoso de explotación de las propiedades clonables de las células tumorales es la derivación de los anticuerpos monoclónicos por parte de Georges Koehler y Cesar Milstein en 1975, que les valió otro Premio Nobel. Al fusionar una célula de mieloma con un linfocito B primario, crearon un hibridoma inmortal que segregaba un anticuerpo concreto. Actualmente, los anticuerpos monoclónicos se utilizan en el tratamiento de la artritis y el cáncer.
La clonación completa de animales tiene su origen en la exitosa transferencia de núcleos celulares individuales a huevos de rana en 1952. Ahora que se ha logrado con mamíferos, como ovejas y perros, podría aplicarse a los humanos. Sin embargo, es probable que sólo se permita la clonación terapéutica de células madre humanas. La universalidad del código genético implica que el ADN puede funcionar en cualquier entorno biológico. Por ello, puede insertarse ADN humano en virus o plásmidos bacterianos, que luego se propagan clónicamente. Esta técnica de clonación del ADN recombinante fue desarrollada por Paul Berg (galardonado con el Nobel), Stanley Cohen y Herb Boyer. Por supuesto, la clonación del ADN ha revolucionado la biología molecular y el sector farmacéutico.
Sin embargo, cuando se hicieron patentes por primera vez las posibilidades de la clonación del ADN, los principales biólogos moleculares expresaron su preocupación porque el intercambio de información genética entre organismos con escasa relación suponía un peligro biológico en potencia. En marzo de 1975, convocaron un congreso en California, que tuvo como resultado una moratoria voluntaria de la clonación del ADN hasta que pudieran evaluarse con mayor precisión los posibles riesgos. Resulta que la clonación de ADN no ha causado ningún daño aparente, y ahora sabemos que se produce con frecuencia una transferencia horizontal de ADN en la naturaleza.
La reacción en cadena de la polimerasa (PCR) supuso a Kary Mullis el Premio Nobel de Química en 1993. La PCR permite la amplificación clínica de secuencias de ADN concretas, que tienen como resultado millones de copias. Esta versión de la clonación de ADN ha transformado las técnicas de diagnóstico y la ciencia forense. En las sondas Se utilizan secuencias sintéticas cortas pero específicas de ADN en microarrays de ADN [pequeñas placas de cristal o membranas de nilón a las que se adhieren secuencias específicas de cientos de genes]. De hecho, la posibilidad de utilizar microprocesadores de ADN en ordenadores ilustra la miniaturización de la tecnología de la clonación.
Si Robert Koch regresara hoy, ¿qué opinaría de dichas tecnologías? Reconocería de inmediato la clonación de células bacterianas, víricas y mamíferas como derivados directos de sus métodos y de los de Petri. Supongo que apoyaría la clonación terapéutica de células madre humanas, aunque le sorprendería (como a mí) que nadie desee clonar a un ser humano completo. Sin duda, Koch se alegraría del Premio Nobel de Barry Marshall y Robin Warren en 2005 por identificar la Helicobacter pylori como la causa de las úlceras pépticas, ya que ese descubrimiento se basó en sus métodos y postulados. Al carecer de un modelo animal, el propio Marshall ingirió la bacteria y pronto desarrolló una gastritis aguda. Koch recordaría irónicamente cuando Max von Pettenkofer se tragó en 1892 un cultivo de Vibrio cholerae en un intento por refutar la afirmación de Koch de que provocaba el cólera. El eco de las contribuciones de Robert Koch a las enfermedades infecciosas y a la clonación llega hasta nuestros días.
jueves, 10 de marzo de 2011
miércoles, 9 de marzo de 2011
La bacteria de hormigón armado
El experimento en si es sencillo. Como diría Jack el Destripador: "vayamos por partes". Primero el nombre BacillaFilla. Es un juego para freaks. Bacteria es en español el singular de bacterias. Sin embargo, en inglés, el singular de bacteria es bacterium. En este caso utilizan los casos latinos para formar el plural. Si la bacteria se llama Bacillus, su plural será Bacilla. Si a este nombre le ponemos la terminación Filla queda gracioso porque recuerda a Godzilla, el monstruo japones, al mismo tiempo que Fill significa rellenar en english. El nombre entonces tiene bastante enjundia.
Lo que se ve en el diagrama es un resumen del experimento. En el se ven las cinco fases en las que se puede encontrar la bacteria: como espora; en su forma mótil con un flagelo y tras la activación del mecanismo de sensor de muchedumbre (quorum sensing), la bacteria puede encontrarse en una de sus tres formas: productora de calcio, productora de un pegamento de tipo azucarado o como bacteria alargada. Aquí se acaba previsiblemente el ciclo de la bacteria ya que si no está en contacto con el hormigón, que tiene un pH (una acidez) determinada entonces se activa un gen de muerte. En el experimento se inocula la grieta con esporas (una forma latente de la bacteria), estas germinan y van llenando los recovecos del hormigón. Cuando alcanzan un número suficiente se activa el sensor de muchedumbre (quorum sensing) y en ese momento la población se diferencia en tres tipos de células: productoras de calcio, de pegamento y filiformes. Esto produce una amalgama que sella la fisura y evita que el hormigón se desintegre, o bien que penetre el agua, o la salitre y lo vaya deshaciendo.
Los chicos que han diseñado y realizado este experimentos son alumnos de varias carreras (informática, bioquímica, microbiología...) de la Universidad de Newcastel en Reino Unido. Se presentaron junto a otros 130 grupos al International Genetically Engineered Machines contest (iGEM), que es un concurso que organiza el MIT (Massachusetts Institute of Technology) en Boston. Hay que decir que este proyecto resultó el ganador.