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jueves, 23 de septiembre de 2010

Albert Speer, un caso de éxito en el Tercer Reich




Las frases que definen esos casos de éxito en el Tercer Reich se aplican también a la mayoría de los científicos de éxito en este país: egos que ven a los subordinados como instrumentos para alimentar de éxito sus egos.

Sin duda Speer fue el hombre más brillante de Hitler, con una capacidad de trabajo titánica ( con 28 años ya era el arquitecto de los sueños del Fürer).

Sus descripciones y análisis son certeras, y la disección que hace de los personajes de la época revelan un hombre profundo, sensible y perspicaz.

Llama la atención, y mucho, cómo se parecen nuestros líderes de hoy a los de ayer (científicos, religiosos, políticos, militares …): funcionan con los mismos esquemas.

Speer era un inmoral que cae en la cuenta del error de su vida: “me olvidé de ser humano”.

“... se nos había convencido que la política era demasiado complicada para nosotros ( Speer siempre negó ser un político del partido, él era un arquitecto y un ciudadano que puso sus capacidades por el bien de su país)...Por consiguiente, uno se sentía siempre bajo la responsabilidad de otros y no se veía obligado a responder por la suya. Toda la estructura del sistema se dirigía a evitar los conflictos de conciencia. Eso hacía absolutamente estéril cualquier conversación y discusión entre personas de la misma ideología. Después de todo, no tenía ningún interés confirmarse mutuamente unas opiniones uniformadas”

“Cada cual se movía en su propio círculo: arquitectos, médicos, juristas, soldados o campesinos...pertenecíamos obligatoriamente a Cámaras ( de Medicina, de Artistas...), y esa denomionación definía perfectamente el aislamiento de la gente en esferas individuales separadas de las otras por muros...”

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