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sábado, 25 de junio de 2011

Si la investigación científica es un juego, ¿a cuál de estos se parecería más: ajedrez, parchís, fútbol?


Se parece al ajedrez en que los primeros movimientos (aperturas) están ya descritos en los libros (apertura catalana, defensa siciliana…). El comienzo de la carrera científica tiene unos protocolos, hay una serie de pasos que hay que dar si quieres convertirte en un científico “golden path” y que están recogidos en decenas de libros (hacer click en el link). Dependiendo del campo todo el mundo con cierta experiencia sabe cuales son los pasos adecuados que te sitúan en la “pool position”. A partir de ahí ya dependes más de tu mismo, de tu talento y de tu conocimiento de las reglas y del juego en si.

De el parchís me recuerda dos cosas, la primera la extrema importancia que tiene la suerte en la carrera científica. “Dar el petardazo” significa tener la suerte de conseguir unos resultados inesperados que te catapulten a la primera línea. Recientemente ha aparecido en prensa un artículo en el que la autora aseguraba que crecía unas bacterias en medio sin fósforo y rico en arsénico y que estas bacterias sustituían el fosforo (uno de los seis átomos constituyentes de la vida) por el arsénico, un elemento que sigue al fósforo en la tabla periódica pero que tiene unas propiedades fisicoquímicas distintas, además de ser altamente tóxico. Durante unos días el sentimiento de toda la comunidad de microbiólogos fue: “¿Por qué no se me habrá ocurrido hacer ese experimento a mi?”. Hay que decir que cuando empezaron a aparecer las primeras críticas el sentimiento general fue de alivio porque parecía que las pruebas eran bastante endebles, pese a que el artículo había sido publicado en Science y anunciado a bombo y platillo por la propia NASA. Seis meses después el artículo está totalmente desprestigiado y lo que parecía una prometedora carrera tendrá que cargar con este sanbenito toda su vida. Pero, ¿y si hubiera sido verdad?. Pues la autora no tendría más que esperar a que le diesen el Nobel. En el parchís pasa también lo mismo. Un par de buenas tiradas pueden cambiar el rumbo del juego, independientemente de lo bien que jueguen sus participantes. Otra característica del parchís es más un chiste que otra cosa pero que refleja la importancia de la capacidad de autobombo de los científicos. Es el chiste de “Los hombres son como las fichas del parchís, que comen una y cuentan veinte”. Aquí habría que sustituír hombres por científicos. Un ejemplo de esto es el exministro Bernat Soria, que tenía a todo los científicos relacionados con las células madre con la boca abierta. Se vendió como un martir de la ciencia en los medios de comunicación con una historia que encajaba perfectamente con la imagen que los medios quieren dar de los científicos. Los comentarios que se oían de él eran “pero si este tío no tiene nada”. Al final consiguió ser ministro. Pero ¿qué ha hecho Bernat Soria en el campo de las células madre?.

Del futbol se parece en que como en el futbol, los jugadores juegan, pero ganan los equipos. Aquellos científicos que sepan jugar en equipo tendrán una ventaja sobre sus competidores. Ciencia es un banco de favores, un méteme en ese artículo que yo te meteré en el mío, un evalúame positivamente que yo haré lo mismo contigo, méteme en ese panel que yo te daré algo a cambio. Quid pro quo. Para mi es un misterio el porqué este tipo de cosas no se explican en el último año de carrera.

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