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sábado, 31 de marzo de 2012
¡Basta ya de etiquetar a los niños!
El siguiente vídeo es de Ken Robinson un experto inglés en educación que ilustra perfectamente este punto:
Ver vídeo 2.
viernes, 30 de marzo de 2012
Quizás un día estos jóvenes lleguen a ser grandes científicos
jueves, 29 de marzo de 2012
Las bacterias del Titanic
La célebre barandilla de la proa, que aparece en la película Titanic con DiCaprio y Kate Winslet, cubierta de carámbanos de óxido producidos por bacterias.
Halomonas titanicae, bacteria que vive obteniendo energía al oxidar hierro en el Titanic.
En El descubrimiento del Titanic, Ballard descubrió que el Titanic estaba cubierto de carámbanos de óxido de hierro formados por bacterias que viven en colonias simbióticas:
A medida que nos acercábamos, parecía como si el casco metálico se estuviera derritiendo poco a poco. El costado del buque estaba oxidado, y había zonas corroídas a lo largo de algunas de las planchas verticales del casco, hasta los sedimentos del fondo, donde el producto de esa corrosión formaba grandes círculos de entre 9 y 12 metros de diámetro, cubiertos de una costra amarillo-rojiza. La sangre del gran buque buque formaba charcos en el fondo del mar. [...] En algunos lugares, la corrosión les dibujaba pestañas [a las portillas]; en otros, lágrimas, como si el Titanic llorara su destino. Cerca de la borda superior, casi intacta, colgaban las estalactitas de la corrosión, de un castaño rojizo y de varios metros de longitud, que parecían largos carámbanos con aspecto de agujas. Este fenómeno, producido por bacterias que se alimentan de hierro, es bien conocido, pero no se había visto nunca en una escala tan grande. Los llamé rusticles
1.
Basándose en el ritmo del degradación de la proa, se estima que desaparecerá consumida por la corrosión dentro de entre 280 y 420 años. En la popa, más deteriorada, la velocidad de corrosión va unos 40 años por delante.
Al ver las fotografías del Titanic en el lecho del océano parece como si el barco llorase óxido. Cuando el hierro se oxida se forma una capa superficial que se va descascarillando con el tiempo, pero el Titanic no, el Titanic forma churretones de óxido. La oxidación con las bacterias se acelera y las bacterias viven en los churretones formando una comunidad compleja de distintos tipos de bacterias.
Pero, estoy hablando de oxidación y no he explicado qué es. Imaginemos que vierto un litro de gasolina en el suelo. Al dejarla al aire la gasolina se va oxidando poco a poco, es decir, reaccionando con el oxígeno. Esta reacción química libera energía, pero a temperatura, la energía liberada es tan poca que la gasolina no llega a arder. Esto lo sabemos todos. Si a la gasolina derramada le acercamos una cerilla lo que hacemos es elevar la temperatura allí donde echamos la cerilla. El aumento de la temperatura aumenta la reacción de la gasolina con el oxígeno, que libera mucha energía que va calentando un área cada vez más alejada del punto donde habíamos echado la cerilla. Las bacterias oxidan el metal para producir energía. Su capacidad para oxidar el hierro es mucho mayor que si dejamos el hierro solo expuesto al oxígeno del agua. Tienen un metabolismo preparado para oxidar hierro y obtener energía con mucha eficiencia. Por eso bacterias como Halomonas titanicae produce esos churretones de óxido.
1. El término rusticle deriva de rust (óxido) y icicle (carámbano). Además de carámbanos oxidados o carámbanos de óxido, también se puede ver traducido como oxidolactitas. Referencia: El descubrimiento del Titanic. Robert Ballard. Plaza y Janés, 1987.
miércoles, 28 de marzo de 2012
Lista de razones para no innovar en España
Ver vídeo. Ya lo decían nuestras madres: voluntario ni para comer.
2. Se premia el echar horas en vez de trabajar por objetivos
3. Quien obedece no se equivoca. En nuestro país esta máxima está muy extendida. Hay personas que han subido como pedo de buzo gracias a no cuestionar nunca al jefe. En los laboratorios de nuestro terruño es la conducta habitual de una especie que se llama parásito científico. Es aquel que no firma de primero, ni de último pero que va en los papers de todas las personas del laboratorio durante años. Esta máxima merece un monográfico. Ejemplo excelso en nuestra historia es el desastre de la Armada Invencible. Posiblemente fuese una expedición condenada al fracaso, ¿hubo algún responsable? ya lo resolvió en su día Felipe II cuando le echó la culpa a los "elementos". ¿La culpa es de los elementos Felipe? vaya vaya. Pero a ver quién se lo decía entonces. ¿Tenemos unas universidades que no llegan a estar entre las 100 mejores? La culpa es de los elementos.
4. La importancia de ser jefe. El chiste del remero (un clásico con innumerables versiones):
“Cuentan que en el año 2007 se celebró una competición entre dos equipos, uno compuesto por el Gobierno Local y el otro por sus colegas de otra institución similar japonesa.
Se dio la salida y los remeros japoneses empezaron a destacar desde el primer momento. Llegaron a la meta y el equipo local lo hizo con una hora de retraso sobre los nipones.
De vuelta a casa, se reunió el Gobierno para analizar las causas de tan bochornosa actuación y llegaron a la siguiente conclusión:
“Se ha podido observar que en el equipo japones había un jefe de equipo y diez remeros, mientras que en el equipo local había un funcionario y diez directores de servicio. Por lo que para el año próximo se tomaran las medidas adecuadas”.
En el año 2008 se dio de nuevo la salida y nuevamente el equipo japonés se empieza a distanciar desde la primera remada. El equipo local llego esta vez con dos horas y media de retraso sobre el nipón.
El Gobierno se volvió a reunir después del sonado rapapolvo de Personal, para estudiar lo acaecido y vieron que este año el equipo japonés se compuso nuevamente de un jefe de equipo y diez remeros, mientras que el local, tras las eficaces medidas adoptadas el año pasado se compuso de un Director de Servicio, dos asesores de la Consejera, siete Jefes de Sección y un funcionario. Por lo que tras un minucioso análisis se llego a la siguiente conclusión:
“EL FUNCIONARIO ES UN INCOMPETENTE”
En el año 2009, como no podía ser diferente, el equipo japonés se escapo nada mas darse la salida. La trainera local, que este año se había encomendado a una Empresa Pública para que contratase a una Consultora Internacional, llegó con cuatro horas de retraso.
Tras la regata y a fin de evaluar los resultados, se celebró una reunión de alto nivel en la planta noble de Palacio, llegándose a la siguiente conclusión:
“Este año el equipo nipón opto una vez mas por una tripulación tradicional, formada por un jefe de equipo y diez remeros. El local, tras una auditoría externa y el asesoramiento especial del departamento de organización, opto por una formación mucho mas vanguardista y se compuso de una Consejera, un Director General, un Director de Servicio, dos jefes de sección con plus de productividad, dos auditores de Arthur Andersen, dos vigilantes jurados que no quitaban ojo a un único funcionario al que habían amonestado y castigado quitándole todos los pluses e incentivos por el fracaso del año anterior”.
Tras varias horas de reuniones se acordó que la regata del 2010, el remero será de una contrata externa, al constatarse que a partir de la vigésima milla marina se ha venido observando cierta dejadez en el funcionario de plantilla, que roza el pasotismo al llegar a la linea de meta.”
De este chiste se aprenden varias cosas: uno la inveterada costumbre de crear jefes. Cobras una mierda, pero si eres jefe de algo ese título ya te compensa. En ese aspecto en este país el feudalismo nunca ha muerto del todo. Dos, para la administración siempre eres sospechoso de alguien. "Por favor me trae el título de licenciado". No tengo ningún problema en asociar mi CV a mi número de DNI y hacerlo público, pero no hay ese servicio. Toda la vida entregando el puto papelito. Vamos a ver, si te digo que soy licenciado seré licenciado. Debiera de caérseme el pelo en caso de mentir, pero como aquí no pasa eso venga a pedir el papelito. Tres, todas las barreras que se crean alrededor de la función pública no son para evitar el robo o el mal uso como nos quieren hacer ver. Crean barreras para delimitar lo suyo. La barrera define el poder del funcionario. Si yo te puteo demuestro mi poder. Tener poder me hace jefe. Cobro una mierda pero te puteo si quiero, ergo estoy por encima de ti. Estoy con esto satisfecho.
5. La escopeta nacional.
Ver vídeo. No es por casualidad que la palabra "camarilla" se ha incorporado al idioma inglés. Las castas, sus colegios, sus cosas... para que extenderse cuando está la obra maestra "La escopeta nacional" para ilustrarnos. Una camarilla copa una fracción del aparato del estado. Para ganar sus favores: a pagar. Es lo que aprende el atribulado industrial catalán durante la película.
martes, 27 de marzo de 2012
La bacteria Shewanella se come las piedras
La bacteria Shewanella, prima de E. coli.
Reproduzco esta entrevista publicada en el diario madrileño ABC por J. de Jorge. Me parece una noticia interesante y bien redactada y con interés.
Hace un par de décadas, Ken Nealson recuperó del lago Oneida de Nueva York un organismo llamado Shewanella, una rara bacteria capaz de respirar... rocas. Cree que esta minúscula criatura puede ser la clave para eliminar nuestros residuos, purificar el agua y, al mismo tiempo, proporcionar energía.
-Perdone, ¿ha dicho respirar rocas?
-Exactamente. Nosotros solo comemos carbono orgánico, pero las bacterias comen cualquier cosa de la que puedan recibir electrones: hidrógeno, sulfato de hidrógeno, compuestos inorgánicos que muchas veces son veneno para los humanos.
Descubrimos que la Shewanella puede sobrevivir perfectamente en la superficie de las rocas incluso sin oxígeno, y que la roca cada vez se hace más pequeña, ya que la utiliza igual que nosotros usamos el oxígeno. Y eso es lo que llamamos respirar rocas, un transporte de electrones extracelular. Te aseguro que en su día fue difícil que nos creyeran. Pero veinte años después mucha gente ha tenido los mismos resultados que nosotros.
-¿Y qué utilidad práctica tiene este descubrimiento?
-Muy sencillo. Si las bacterias son capaces de transferir electrones a la roca, por qué no creamos una cámara anaeróbica, quitamos la roca e introducimos un electrodo. Entonces las bacterias nadarán hacia él, transferirán todos sus electrones al electrodo y estarán encantadas porque tienen algo que respirar. Esto es lo que llamamos una pila de combustible microbiana. Eliminamos los residuos, purificamos el agua y encima nos pagan por ello porque conseguimos electrciidad.
-Parece redondo.
-Suena demasiado bonito para ser verdad, pero es una tecnología apasionante, completamente ecológica, que podría utilizarse en una gran ciudad. Las depuradoras y plantas de tratamiento de alcantarillado son ineficientes. Mi visión es que dentro de veinte años muchos productos de desecho, tanto residuos humanos como industriales, se eliminarán utilizando este método.
-¿Cómo se está desarrollando?
-Aproximadamente diez o quince empresas de todo el mundo (Israel, Australia, Bélgica...) están invirtiendo mucho dinero para que esta tecnología funcione. Creo que una o dos de ellas tendrán éxito.
-¿Cuándo podrá utilizarse?
-Lo mejor que puede ocurrir con esta tecnología, me refiero a corto plazo, es que se fabriquen unidades portátiles que consigan producir suficiente electricidad para que funcionen de forma autónoma. Permitiría llevarlas a países del Tercer Mundo para que la gente elimine sus residuos sin echarlos al río, al tiempo que les ofrecemos agua totalmente limpia. Cambiaría la salud de la población de esos países. Eso se puede hacer ya, pero tiene que hacerlo alguien que no esté interesado en ganar mucho dinero.
-Pero, si produce energía...
-Los mejores sistemas que se están desarrollando producen entre 1 y 10 vatios por metro cuadrado. De momento, no podemos poner en marcha un electrodoméstico, pero la idea no es resolver la crisis energética, más bien permitirnos acabar con los contaminantes en lugares donde no haya infraestructrua eléctrica. Por nuestra experiencia, producen la electricidad necesaria para funcionar por si solas y eso es fantástico si no tienes un enchufe cerca. Una central eléctrica gasta millones al año en electricidad solo para funcionar.
-¿Es difícil conseguir esa bacteria?
- No es una bacteria rara. Está estrechamente relacionada con las E-coli y otras que conocemos bien, no es muy antigua. Se encuentra en aquellos lugares donde no hay oxígeno, por ejemplo, en el estómago de los peces o en sedimentos.
domingo, 25 de marzo de 2012
¿Y si pasáramos por el test de Hare a los científicos de élite?
¡Qué artículo tan delicioso ha publicado El Mundo!
Ahora voy a contar una anecdota verídica. Verídica porque me la contó directamente el autor, una persona brillante y exitosa en el mundo académico:
Persona brillante: ¡Hombre! ¿qué tal?.
El otro: pues la verdad, no muy bien...
Persona brillante: bueno, pero aparte de eso ¿bien, no?.
A la persona brillante le avergonzaba y al mismo tiempo le hacía gracia la situación.
miércoles, 21 de marzo de 2012
¿Por qué los científicos no hablan de ciencia?
Siempre me ha sorprendido ver que en las comidas de científicos se habla casi exclusivamente de cómo conseguir financiación, de becas para pagar becarios, de áreas en las que hay que meterse. La explicación nos la da El Roto. Esta todo dicho en esta viñeta. Conseguir pasta se ha convertido en la prioridad número uno. Pasta para comprar reactivos, pasta para tener quien trabaje para ti, pasta para ir a más congresos y estar en la pomada. Todo una carrera sólo apta para aquellos con un cierto nivel de neurosis. Disfrutar no solo de la ciencia, el conocimiento sino también de pasar filtros, de conseguir aquello que ha sido disputado en reñida lid, de lograr un atajo en medio de atasco.
martes, 20 de marzo de 2012
Otzi el hombre de las nieves padecía la enfermedad de Lyme
fue descubierta en los Alpes italianos en 1991, acaba de ser secuenciado. Los investigadores
han reconstruido su aspecto y han diagnosticado qué problemas de salud padecía.
Los científicos también han identificado restos de bacterias del género Borrelia,
lo que supone la evidencia más antigua de la enfermedad de Lime o borreliosis,
una infección transmitida por garrapatas de patas negras.
Para los que conocemos al actor Agustín González, recientemente fallecido por neumonía,
no podemos dejar de admirarn el notable parecido entre los dos. El análisis del genoma
de Otzi revela que compartía genes con los grupos de población del sur de Europa.
Se parece tanto a Agustín que podría ser su tataratataratatara abuelo de hace 5200 años.
Borrelia es una bacteria patógena de garrapatas que se puede transmitir al hombre
por la picadura de estas causando la enfermedad de Lyme. El Lyme se puede
tratar con antibióticos, y si no se detecta a tiempo es posible que evolucione a
su forma crónica y los afectados necesiten tratamiento antibiótico prolongado
e incluso indefinido.
Picadura por la garrapata negra transmisora de Borrelia.
Una de las cosas que más me han sorprendido de este hombre neolítico de
hace 5200 años es que entre sus escasas pertenencias llevaba dos pedazos
de hongo seco en sendas correas de cuero. Se piensa que eran parte de un
primitivo botiquín de primeros auxilios. Visto así es una solución muy ingeniosa
para cerrar una herida, el hongo es absorbente y posiblemente tuviese cierta
actividad antimicrobiana. Las cintas de cuero permitirían fijar el hongo a la herida
y que no se moviese, de la misma manera que nuestras tiritas adhesivas.
Por último recordar que la momia de Otzi fue encontrada a 3000 metros de altura,
en una montaña de los Alpes italianos, en el punto que se señala en la foto de abajo
Sorprende lo bien adaptado que estaba este primitivo europeo a vivir en un clima
extremo como se puede ver en las ilustraciones abajo. Otzi poseía unos zapatos
de piel de oso y ciervo impermeables, con suela de paja para aislarlo del frio
de la nieve. Además los zapatos tenían una red de cuerda posiblemente para evitar
deslizamientos sobre el hielo. Las capas de piel y tela que lo recubrían nos
asombran por su eficacia para resguardarlo del frío. Me sorprenden estos
pantalones primitivos que yo pensaba habían sido, los pantalones, introducidos
por las invasiones bárbaras en la alta edad media, pero ya había quien los usaba
en el neolítico. Sorprende lo bien preparado que estaban para evitar las neumonías
por enfriamiento.
Posiblemente las madres neolíticas le decían algo así como: "abrígate que vas a
coger una pulmonía", pero sin usar el término médico que evidentemente se desconocía.
miércoles, 14 de marzo de 2012
martes, 13 de marzo de 2012
Científicos mendigos
Es curioso, si pones estas dos palabras en Google te sale un grupo de Facebook con este nombre. La imagen del científico pedigüeño es algo que se ha convertido en un lugar común. A mi me gusta más el término científico mendicante, a semejanza de aquellas órdenes monásticas medievales de monjes que iban de casa en casa pidiendo limosna. Pedían limosna porque estaban convencido de que lo que hacían era MUY IMPORTANTE. Como colectivo, de los científicos no se conoce más declaraciones conjuntas que aquellas que se hacen para pedir dinero. Al igual que los monjes también ellos creen que lo que hacen es muy importante. Decir mendigo es, a mi parecer, un poco exagerado. Aunque peor pagados y con mayor incertidumbre laboral, la del científico hoy por hoy es una profesión de clase media. Además, como profesión goza de aprecio social. Hecho en falta declaraciones conjuntas, apoyadas por una amplia base de científicos para pedir una carrera laboral en la que se luche contra la endogamia; contra los "parásitos científicos", esos personajillos que van de la mano del jefe y aparecen como por arte de magia en todos los artículos del laboratorio o departamento; contra el abuso con los becarios, porque todos sabemos que existen jefes que consienten y que incluso premian el trabajar gratis por temporadas en sus laboratorios. Yo nunca he leído un manifiesto contra este tipo de prácticas, si algún lector conoce alguna por favor que me lo comunique.
Ya se que la labor del científico debiera ser la de concentrarse en su trabajo. Hay demasiadas injerencias y controles en su labor. Se pierde más tiempo en ser evaluado y controlado que en trabajar. De todas formas, como colectivo que goza del respeto social se ha echado en falta un comunicado contra una guerra injusta como la de Irak, guerra que contó con la desaprobación del 93% de los españoles. ¿Hubo algún manifiesto de alguna sociedad científica o colectivo de científicos en contra?. Según Carl Sagan. “La ciencia es más que un simple conjunto de conocimientos: es una manera de pensar". En España sólo son méritos para conseguir una plaza, para conseguir fondos, para conseguir estar en la pomada, los becarios... ¿Es una manera de pensar?. Siempre que he estado en reuniones de jefes de laboratorio las conversaciones se centraban en méritos, como conseguir plaza, fondos, estar en la pomada, becarios... De ciencia muy poco. Supongo que todas las profesiones tienen ese componente. Si la ciencia es una profesión como otra cualquiera ¿Por qué no renunciar a ese aura de "verdad" que tiene?. ¿Por qué no participar en el debate común?
Science for the people. Ciencia para el pueblo.
Prólogo del libro de Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal, Ciencia en el ágora. El Viejo Topo, Mataró (Barcelona), 2012 |
“Vivimos en un mundo cautivo, desarraigado y transformado por el colosal proceso económico y técnico-científico del desarrollo del capitalismo que ha dominado los dos o tres siglos precedentes (….) hay síntomas externos e internos de que hemos alcanzado un punto de crisis histórica.” Eric Hobsbawm
“La ciencia es cómplice de todo lo que le piden que justifique”. Pierre Bourdieu
Aunque durante el último tercio del siglo XIX la tecnología basada en el conocimiento científico se convirtió en un factor esencial para la vida social (baste pensar en la aparición de la radio, el cinematógrafo, los automóviles o la aviación), fue en el siglo XX cuando la ciencia y la tecnología modernas se convirtieron, directa o indirectamente, en algo “sin lo cual la vida cotidiana era ya inconcebible en cualquier parte del mundo.” [1] Como a principios de ese siglo mostraron los avances en medicina y salud pública, las comunicaciones o, muy en especial, el armamento bélico, la ciencia y la tecnología no sólo transformaron radicalmente nuestro conocimiento del mundo sino también el propio mundo. Tras la I Guerra Mundial, se fortaleció enormemente la vinculación entre ciencia, estado y ejércitos, convirtiéndose los gobiernos en los principales patrocinadores y clientes de la tecno-ciencia; pero fue a partir de la II Guerra Mundial cuando se consolidó e institucionalizó definitivamente la ciencia a través de su militarización con planes como el Proyecto Manhattan, producto del cual surgió una nueva tecnología militar de consecuencias devastadoras con la bombas nucleares lanzadas por EE.UU. sobre Hiroshima y Nagasaki. Los daños producidos por una tecnología tan peligrosa tenían relación directa con el hecho de disponer un conocimiento científico de enorme calidad. Como sintetizó con claridad Manuel Sacristán: “la peligrosidad o ‘maldad’ práctica de la ciencia contemporánea es función de su bondad epistemológica” [2,3]
En las últimas décadas del siglo XX, el desarrollo científico-técnico (y muy especialmente la investigación militar) y con él el número de científicos, ingenieros y tecnólogos incrementó de forma muy pronunciada su poder bajo el liderazgo de Estados Unidos [4] Durante los años 60, la emergencia de movimientos sociales críticos, incluido el rechazo neo-romántico de la ciencia y la tecnología, las protestas de la izquierda política, y luchas contra guerras como la de Vietnam en los EE.UU. y Europa, promovieron que la sociedad y los propios científicos plantearan con mayor radicalidad su papel social creciendo muy marcadamente la preocupación y conciencia sobre las consecuencias reales o potenciales de los descubrimientos científicos y las tecnologías, no solo armamentísticos sino también en la física, la química, la biología y la sociedad [5]. Fue así, como a inicios de 1969, varias decenas de miembros del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Cambridge (EE.UU.) convocaron una huelga que pronto se extendió a otras universidades, para llamar la atención sobre las amenazas derivadas de los conocimientos técnicos y científicos. En un manifiesto del 4 de marzo los investigadores reclamaban: “que las aplicaciones de la investigación se aparten de su actual énfasis en la tecnología militar para ir a resolver problemas ambientales y sociales urgentes.” [6] El colectivo, conocido más tarde como Science for the People [7], planteó con radicalidad la necesidad de reconocer la naturaleza política de la ciencia, aumentar el acceso de todas las personas al conocimiento, e incrementar la conciencia social sobre la ciencia y la responsabilidad política de los científicos. En un manifiesto de mediados los años 70, ‘Ciencia para el pueblo’ planteaba de este modo su visión de la ciencia y la necesidad de cambio:
“La ciencia en la sociedad estadounidense no es políticamente neutral. ¿Qué ciencia y qué científico puede ser independiente del sistema social y económico que le financia, establece las prioridades, establece las preguntas importantes, y determina la utilización de su trabajo? El control por parte de las burocracias gubernamentales y corporativas sirve tan sólo a unos pocos. En EE.UU., vemos como la ciencia se utiliza para desarrollar las herramientas tecnológicas e ideológicas que precisan las personas en el poder para mantener su poder. ¿Participan en alguna ocasión los científicos o las personas a quienes afecta la ciencia en el establecimiento de que hay que hacer? (…) Ciencia para el pueblo significa conocimiento para el pueblo y, a través de ese conocimiento, la acción” [8]
La necesidad de establecer límites morales y prácticos a la utilización de la ciencia contemporánea se manifestó durante aquellos años en intensos debates sobre temas como las explicaciones deterministas de la inteligencia o la naturaleza humana [9], las implicaciones éticas de las biotecnologías y los malos usos de la ingeniería genética, o la destrucción ecológica y los riesgos para el medio ambiente y la salud pública. Como resultado de muchas movilizaciones y luchas, la financiación de la investigación militar fue reduciéndose hasta mitad de los 70, momento en el cual el neoliberalismo y la fuerte alianza entre el poder económico, político y militar con científicos e ingenieros llevó a una progresiva privatización y mercantilización de la tecno-ciencia [10]. Los científicos críticos quedaron progresivamente marginados en áreas menos relevantes para el desarrollo tecnológico como las humanidades y las ciencias sociales, a la vez que mantenían su situación y privilegios característicos de su elevada clase social [11].
En los últimos decenios, los nuevos descubrimientos científicos, conocimientos prácticos y aplicaciones tecnológicas han conformado un cúmulo de información, conocimiento y poder sin precedentes históricos. Ese enorme poder debe conllevar también una enorme responsabilidad [12]. L os descubrimientos e innovaciones prometen un enorme incremento en el bienestar humano: el conocimiento de las causas y propagación de los procesos cancerosos, el desarrollo de vacunas contra el SIDA o la erradicación de enfermedades como la polio o la malaria son unos pocos ejemplos. Al tiempo, la capacidad productiva, destructiva y de control social de la tecno-ciencia contemporánea plantea enormes peligros e incertidumbres para la humanidad. Un poder que se expresa, por ejemplo, en la destrucción ecológica que sufre el planeta, la acelerada introducción de nuevos productos químicos o de tecnologías de elevado riesgo que una vez introducidas será muy difícil revertir [13], así como en el control y dominio social al que científicos y gran parte de la humanidad se ven sometidos [14]. Más que nunca, la tecno-ciencia sigue siendo en la actualidad una actividad guiada por los valores y objetivos de quienes poseen el poder: las elites económicas, financieras, políticas, militares y científicas. En gran parte la colaboración de los científicos es de hecho implícita dada su condición de asalariados de empresas privados o instituciones públicas controladas por intereses privados y por un modelo intelectual que ignora las consecuencias sociales del conocimiento científico y la tecnología [15].
La difusión de la ideología del “progreso” tecno-científico equipara a éste con el “desarrollo” económico, minimiza los riesgos tecnológicos sobre la sociedad, la ecología y la salud pública, y limita el debate sobre las políticas de investigación haciendo que muchos científicos no se planteen las consecuencias de sus actividades o que éstas sean consideradas algo secundario cuando no simplemente trivial. La actual ideología dominante en el poder sostiene que existe un desarrollo tecnológico “inevitable” (al igual que también se promulga así para la económica neoclásica y las políticas neoliberales), que está “por encima” de ideologías y opiniones, libre de la influencia de factores éticos, sociales y políticos. Esa visión tecnocrática de la ciencia no sólo es errónea sino también incompatible con la democracia. Si todas las decisiones y prioridades que se deben tomar tuvieran una solución técnica, sería más fácil argumentar que la democracia fuera prácticamente innecesaria. La tecno-ciencia es un producto histórico, un resultado social de la acción humana que una sociedad que se reconozca como democrática no puede renunciar a controlar. Para lograrlo, la sociedad debe desarrollar valores morales, culturales y políticos que, basados en los valores de racionalidad político-social, supervivencia, emancipación y justicia social, orienten de otro modo los objetivos y prioridades de la ciencia. Precisamos de una noción de progreso diferente que, a través de procesos participativos y democráticos, reoriente la políticas científicas y permita un acceso más justo, equitativo y ecológicamente sustentable a los beneficios de la tecno-ciencia contemporánea.
Junto a otro modelo y objetivos, se deben también especificar los mecanismos para llevar a cabo la democratización y control de la ciencia. Una conciencia científica nueva, requiere desarrollar una moral de responsabilidad, plena de autocontención y autolimitación, controlada socialmente [16]. Ello no solo debe afectar a los científicos aplicados y tecnólogos sino también a los científicos básicos, en tanto que miembros de la misma sociedad [17]. Allí donde existen dudas sobre la bondad de las aplicaciones tecnológicas se deben proponer moratorias basadas en el ‘principio de precaución’, con límites en aquellos temas que no comprendemos bien y cuyas consecuencias no se pueden predecir. Dos ejemplos actuales son las biotecnologías o la energía nuclear. Como ha señalado Fernández Buey, para realizar las moratorias necesitamos un elevado control social: el autocontrol de los científicos a través de normas éticas claras, controles legislativos aprobados por los parlamentos válidos internacionalmente, y un fuerte control social con la participación ciudadana en la toma de decisiones sobre las políticas y usos de la tecno-ciencia. La idea pequeño-burguesa liberal de que al científico se le deben ofrecer todas las libertades de creación intelectual posibles sin ningún control ético es dañina para la sociedad [18]. Y para que esos controles sean realmente efectivos precisamos también crear asociaciones de científicos y ciudadanos, concienciados y comprometidos con la desmercantilización y democratización de la ciencia y el papel crítico de los investigadores, que mantengan una fuerte presión sobre políticos, partidos y sindicatos y extiendan la cultura y educación científica entre la ciudadanía [19].
¿Quién y de qué forma enseñar la tecno-ciencia moderna? Como señaló el biólogo Barry Componer, las obligaciones sociales de los científicos no sólo tienen que ver con la investigación y la enseñanza sino que han de ayudar a los ciudadanos a entender las cuestiones científicas que tienen un importante impacto sobre la sociedad. Una respuesta posible sería pensar que ya existen instrumentos de difusión, sobre todo por lo que hace al periodismo científico y los escritos de divulgación de los científicos que permitirían que el público estuviera ya bien informado. No obstante, esa difusión puede ser en sí misma también un instrumento de engaño y alienación. Es preciso enseñar la responsabilidad y la conciencia social que los científicos y la población deben tener.
El libro que la lectora o el lector tiene en sus manos plantea críticamente algunas respuestas a varios de los temas planteados. Cada capítulo ofrece conocimiento riguroso sobre varios temas tecno-científicos que nos permiten reflexionar sobre la evolución, riesgos y consecuencias políticas de temas relacionados con la ecología, la medicina y la salud pública. Los temas elegidos son las centrales nucleares y los residuos radiactivos generados por las mismas, las gravísimas consecuencias del reciente “accidente” nuclear de Fukushima, las invisibles consecuencias del nada inocente uso masivo de bombillas de bajo consumo, la supuesta eficacia de las “medicinas alternativas” y la homeopatía, los orígenes del SIDA, y la importancia de las vacunas para la salud pública. Ilustrémoslo con algunos ejemplos.
En el texto se señala la existencia de temas invisibles, poco conocidos, de los que apenas si tenemos conciencia:
“Los problemas del metilmercurio, que es el problema realmente importante en el momento actual porque nos afecta a todos, porque no hay persona que no tengamos metilmercurio en nuestro cuerpo”
Se nos advierte que hay que ser cautos con visiones no propiamente científicas:
“…. Las personas que están en contra de las vacunas, afirman que ellos son los alternativos y los modernos, y luego o al mismo tiempo suelen hablar de medicina oficial a la que suelen presentar como dogmática, agresiva y poca abierta a las novedades. Pero estos dos conceptos que esgrimen son completamente falaces. Es una falacia naturalística, no existe realmente una medicina oficial.”
Se señala la dificultad del proceso de adquisición de conocimiento científico:
“No se tenía conciencia de estas cosas en aquellos años. Y, claro está, si uno no piensa en ello, no lo busca y, consiguientemente, no lo encuentra. Esa misma observación [un trastorno en un grupo de trabajadores de una fábrica de Inglaterra que manufacturaba metilmercurio como fungicida] de la que te hablaba pasó inadvertida en la literatura científica.”
Se nos indica de que la adquisición de conocimiento es un proceso social y que la mentira es el lenguaje usual de las grandes corporaciones:
“Todo lo que puede provocar reacciones con la industria no se difunde, se guarda en carpetas archivadas hasta mejor ocasión (es decir, en muchas ocasiones, hasta nunca). ¿Desde cuando la industria difunde información sobre las cosas que pueden afectar a la salud humana?”
Y nos apunta que la adquisición de conocimiento es un tema político, muchas veces oculto para un público pasivo, al que no se deja participar:
“[En los centros de procesamiento de residuos nucleares] está muy presente el componente militar, que es un nudo esencial de todo este asunto, todo ha quedado siempre bastante ocultado. Son generalmente datos que aparecen en la literatura científica, minoritaria, y a veces, además de forma muy controlada. Es cosa, digámoslo así, más bien de expertos. Se habla muy poco de este tema en ámbitos ciudadanos más amplios.”
Los autores de este libro, entrevistador (Salvador López Arnal) y entrevistado (Eduard Rodríguez Farré), son admirables por sus trayectorias personales y profesionales. Por su rigor -uno como filósofo y ensayista, el otro como científico y ecologista- y ambos por su compromiso social y político. Salvador López Arnal es profesor, experto en el gran filósofo eco-marxista Manuel Sacristán, ensayista, divulgador, colaborador de la revista digital Rebelión, activista, y muchas otras cosas más, actividades todas ellas que realiza con incansable finura, tenacidad y entusiasmo. Eduard Rodríguez Farré, es investigador, divulgador, activista, miembro fundador de ‘Científicos por el Medio Ambiente’ (CiMA) [20], y un científico (médico, radiobiólogo, farmacólogo y toxicólogo) con una prodigiosa abundancia y profundidad de conocimientos.
La ciencia es demasiado importante, poderosa e indispensable para la sociedad como para dejarla a merced de los científicos, y desde luego para dejarla en manos de políticos profesionales, empresas y militares. Necesitamos una ciencia ‘con conciencia’, más democrática, que no sea alienante y que no esté mercantilizada. Necesitamos científicos que sean algo más que magníficos especialistas que se enorgullecen de publicar artículos originales en revistas de elevado prestigio. Necesitamos investigadores menos elitistas y más igualitarios, no solo en lo económico sino en lo político y lo cultural, con una profunda visión de la ética y la política, que pongan los valores sociales de la equidad y lo público por delante de intereses personales y corporativos. Necesitamos científicos que estén organizados socialmente y que sean activos [21]. Y necesitamos también una población mucho mejor informada, capaz de participar, tomar decisiones y actuar ante un tema social de enorme trascendencia. Como señaló el manifiesto aludido de Science for the People:
La acción para oponerse al sistema, para recuperar el control de nuestras vidas, nuestros valores y nuestras prioridades, es ahora respondida por una ciencia que proporciona una tecnología de vigilancia, armas de contrainsurgencia y el control del comportamiento (…) Nuestras acciones nos sirven para juzgarnos. Juzgamos a los demás por su práctica del mismo modo que esperamos ser juzgados por la nuestra [22]
Por irrealizable o lejano que ahora pueda parecer, otra tecno-ciencia es posible, una tecno-ciencia pacifista, ecologista y feminista, que a la vez sea democrática, participativa y popular. Una ciencia que sea de y para el pueblo.
Notas:
Joan Benach y Carles Muntaner, profesores de salud pública en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y la Universidad de Toronto (UofT) respectivamente pertenecen al Grupo de Investigación sobre Desigualdades en Salud (GREDS-EMCONET) de la UPF, son miembros fundadores de Científicos por el Medio Ambiente (CiMA), y ambos investigan y enseñan sobre temas de sociología de la salud y epidemiología social. Entre sus libros se encuentran: Aprender a mirar la salud (Barcelona: Viejo Topo, 2005), y Empleo, trabajo y desigualdades en salud: una visión global (Barcelona: Icària, 2010).
1 Hobsbawm E. Historia del siglo XX. Barcelona: Crítica, 1995:519. [Ed. orig. 1994]
2 Sacristán M. M.A.R.X. Máximas, aforismos y reflexiones con algunas variables libres. López Arnal S (editor). Barcelona: El Viejo Topo, 2003:268.
3 Científicos como el propio Albert Einstein se dieron cuenta de ello demasiado tarde. Ver: Einstein A. Escritos sobre la paz [1914-1955]. Barcelona: Península, 1967 (trad. J. Solé Tura).
4 Tras la I Guerra Mundial, el número de científicos era de sólo unos miles o unas pocas decenas de miles a lo sumo. A finales de los años 80 del siglo XX se estima que la cifra alcanzó los 5 millones. En 2010 el gasto de armamentos se estimó en alrededor de 1 billón y medio de dólares anual, con Estados Unidos, China y Francia como los mayores presupuestos. El presupuesto militar oficial de EE.UU. es del 5% del PIB, aunque la cifra real podría alcanzar el 7%.
5 Rose H, Rose S. La radicalización de la ciencia. México: Nueva Imagen: 1980 (ed. or. 1976).
6 Leslie SW. The Military–Industrial–Academic Complex at MIT and Stanford. New York, 1993:233.
7 El 3 de febrero de 1969 se convoca la primera reunión en Nueva York donde se constituye el colectivo Scientists for Social and Political Action (SSPA). En septiembre del 69, el grupo pasa a llamarse Scientists and Engineers for Social and Political Action (SESPA) y a finales del mismo año se acuña el nombre Science for the People, apareciendo desde agosto de 1970 la revista bimensual de igual nombre. Tras unos años de paréntesis, el 8 de noviembre de 2002 en Florencia se inició la revista y página web ‘Science for the People’, como un movimiento de científicos anticapitalistas. Ver la web: www.scienceforthepeople.com.
8 Texto reproducido de un folleto de 1975 de Science for the People de Boston. Acceso el 05-06-2011: http://socrates.berkeley.edu/~schwrtz/SftP/Brochure'75.html
9 Ann Arbor Science for the People Editorial Collective Biology as a Social Weapon Pearson 1977.
10 En los años 70 el gobierno de EE.UU. sufragó dos tercios de los costes de la investigación básica del país (casi 5.000 millones de dólares anuales) dando trabajo a casi 1 millón de científicos e ingenieros; mediados los 80, con la administración Reagan, la financiación privada en investigación y desarrollo ya superó a la inversión pública. Ver: Echevarría J. La revolución tecnocientífica. Madrid: FCE, 2003:31,63.
11 Jacoby R. The last intellectuals: American culture in the age of academe. New York: Basic Books, 1987.
12 Se estima que 1 de cada 5 científicos e ingenieros (más de medio millón) trabajan en investigación militar en el mundo, y que ésta representa un tercio de toda la inversión mundial en I+D.
13 Algunos ejemplos: las biotecnologías, la producción, difusión y uso de nuevas sustancias químicas, la nanotecnología molecular, la infotecnología o los nuevos descubrimientos y aplicaciones militares.
14 En 1950 Albert Einsten ya señaló: “Tal concentración del poder económico y político en manos de unos pocos no sólo ha traído consigo una dependencia material, sino que también amenaza su existencia, impidiendo el desarrollo de una personalidad independiente, mediante el uso de medios de influencia espiritual muy refinados.” Ver: Einstein A. Para la humillación del hombre científico. En: Mi visión del mundo. Barcelona: Tusquets, 1980:234.
15 En este punto cabe destacar los análisis de Noam Chomsky sobre la responsabilidad de los intelectuales y la forma “apolítica” con la cual los científicos que generan la tecnología militar son formados, por ejemplo en el caso del ya citado MIT. Ver: The Essential Chomsky (edited by Anthony Arnove), New York: The New Press, 2008.
16 Riechmann J. En busca de un nuevo contrato social con la ciencia y la tecnología. Ciencia, Tecnología y Sustentabilidad. El Escorial, julio 2004.
17 Bunge M. Filosofía política: solidaridad, cooperación y democracia integral. Madrid: Gedisa, 2010.
18 Ello significa hasta cierto punto que el científico pierda el control de la actividad científica para hacerla más responsable a las necesidades colectivas. No obstante, hay que señalar que la actual “libertad” de los científicos básicos es de hecho en gran parte limitada ya que en realidad se les paga bien y se les da medios mientras no cuestionen la ética del conocimiento que generan. Es decir, no se trata tanto de reducir la autonomía del científico sino de cambiar las prioridades en la investigación y la gestión de la tecnociencia.
19 Fernández Buey F: Sobre tecnociencia y bioética. En: Ética y filosofía política. Barcelona: Bellaterra, 2000:301.
20 Científicos por el medio ambiente (CiMA) es una asociación independiente de ámbito estatal fundada en 2003 (www.cima.org.es): “Científicos por el medio ambiente CiMA es una asociación independiente de ámbito estatal fundada en 2003. Está formada por científicos y técnicos, investigadores e investigadoras, que trabajamos en todas las disciplinas de las ciencias naturales y sociales. Caracteriza al sistema contemporáneo de CyT (Ciencia y Tecnología) su enorme poder; que convierte todo --incluidos nosotros mismos-- en posibles objetos de su capacidad manipuladora y transformadora. Ahora bien: a mayor poder, mayor responsabilidad. Los socios de CiMA nos sentimos vinculados por una conciencia común de nuestra responsabilidad socio-ecológica, y deseosos de proteger el medio ambiente y la diversidad (tanto biológica como cultural), así como promocionar la salud pública y la sustentabilidad.”
21 Un ejemplo actual es la organización ‘Scientists for Global Responsibility’ (SGR), una organización independiente de científicos, ingenieros, tecnólogos y arquitectos ingleses que promueven una ciencia, diseño y tecnología que contribuyan a la paz, la justicia social y la sostenibilidad ambiental. Ver la página web: www.sgr.org.uk/
22 Texto reproducido de un folleto de Science for the People de Boston de 1975. Texto consultado el 05-06-2011: http://socrates.berkeley.edu/~schwrtz/SftP/Brochure'75.html
viernes, 9 de marzo de 2012
domingo, 4 de marzo de 2012
La piel de tiburón inhibe el crecimiento bacteriano
Piel de tiburón
Material rugoso que reduce el crecimiento bacteriano desarrollado por Sharklet Technologies.
Hay un investigador, Anthony Brennan, que ha comprobado que la rugosidad de la piel de tiburón inhibe el crecimiento bacteriano. A raiz de este descubrimiento ha montado una empresa: Sharklet Technologies.
Pseudomonas ayuda a restaurar obras de arte
La restauradora de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) Pilar Bosch Roig ha visto reconocido su trabajo en la prestigiosa revista National Geography de este mes de enero por su dedicación y el uso de unas bacterias en la restauración de la Iglesia de los Santos Juanes de Valencia.
Bosch está realizando trabajos de restauración en las diversas pinturas que fueron dañadas cuando la iglesia valenciana fue quemada durante la Guerra Civil española.
Los esfuerzos de restauración realizados en los años 60 no fueron suficientes y ahora el equipo liderado por la restauradora valenciana ha logrado limpiar, junto con un grupo de científicos y restauradores de la UPV, la mayoría de frescos de la iglesia con el uso de una nueva técnica que emplea bacterias del género Pseudomonas para eliminar los contaminantes sobre las pinturas, que ya fue utilizada en Pisa, Italia. Para la restauradora, esta nueva técnica, "es rápida, selectiva y mucho más barata que la de uso tradicional". Para más información.