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martes, 12 de agosto de 2014

Inhumaciones un día cualquiera de 1892 en Guayaquil

vejez
Durante la mañana del pasado viernes, 8 de agosto, mientras leía prensa ecuatoriana del último semestre de 1892, para documentar una investigación que llevo a cabo sobre el significado en el Ecuador del cuarto centenario de la llegada de Colón a América, reparé en algunas notas necrológicas que incluía El Globo, un periódico que se editaba en Guayaquil.
No pude resistir la tentación de fotografiar la que abre esta página, correspondiente a las inhumaciones efectuadas el 9 de agosto de 1892. Además de la llamativa frecuencia de infantes fallecidos y de la reiterativa señalización de la ‘fiebre’ como causante de decesos –lo que constituye una triste constante de la época-, quedé muy sorprendido por la razón de la muerte de Lucas Llerena, de 60 años: ¡vejez!

Ángela García,          18 días,       fiebre
María Herrera,           7 meses,    fiebre
Juan torla,                   5 meses,    fiebre
Carmelina Aboleda,    9 días,       fiebre

Hermano Hilario,     19 años,      fiebre
Manuela Reyes,        60 años,      pulmonía
José M. Surita,          35 años,      pulmonía
Lucas Llerena,          60 años,      vejez


Es pues a finales del siglo XIX, cuando se intentó crear la primera compañía de Agua Potable (1880), y sin embargo fracasó debido al poco apoyo que tuvo por parte de los inversionistas. Sin embargo, en 1892 se inauguró el primer reservorio en el Cerro del Carmen, el cual dotaba de servicio a través de una red pública a más de 150 domicilios. (Swyngedouw & Bovarnick, 1994). Esto demuestra que el problema de la ciudad que se agravó en las últimas décadas del siglo XX, no fue precisamente técnico, pues ya desde el siglo pasado a través de visionarios guayaquileños y técnicos europeos, se pudo desarrollar un sistema de agua y saneamiento, bastante aceptable, que incluso a inicio del siglo XX superó la cobertura de algunas ciudades europeas.En este sentido, como lo recoge Eduardo Kingman (2006), Guayaquil desde finales del siglo XIX, era una urbe de gran importancia, incluso más que Quito, puesto que contaba con mejores servicios, lo cual es confirmado en la obra de Teodoro Wolf (1892), que Kingman (2006, p. 147) cita: “Guayaquil… es sin duda alguna la principal y más importante ciudad del país, bajo todo respecto. Quito le aventaja sólo por ser capital de la República y residencia del Supremo Gobierno… El cambio y mejoramiento de Guayaquil es tan considerable, que el que ha visto la ciudad unos 25 años atrás, hoy a su regreso, apenas la conocerá. Es una gran ciudad en formación, y será dentro de poco, especialmente concluidas algún día las obras de canalización y agua potable, una de las mejores de Sudamérica”.

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