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miércoles, 14 de septiembre de 2016

Las guerras del agua

El agua es un recurso natural. La palabra recurso proviene del latín recursus, que significa "regreso al punto de partida". Actualmente su uso más extendido es para definir a aquello que obtiene valor comercial como materia prima para la industria. El valor comercial de un recurso aumenta cuando no hay alternativa. Para el agua no hay alternativa. El agua se ha convertido en un gran negocio para las corporaciones globales, que ven mercados ilimitados en la creciente escasez y demanda del agua. Cuando un recurso es escaso el mercado crece y crece.

El escritor Phillip K. Dick ya propuso este escenario donde la escasez de oxígeno es fuente de ingresos de una corporación que pese a tener la tecnología para proporcionar oxígeno gratis se niega a utilizarla para así poder sacar provecho de proveer oxígeno a los habitantes de Marte. Esta novela fue llevada al cine con el título de "Desafío Total" protagonizada por Schwarzenegger.
Las civilizaciones, como las indígenas, basadas en la tiera y el barro, culturas que usan el recurso y lo devuelven a su punto de partida son culturas de renovación y rejuvenecimiento. Cuando hay renovación no hay necesidad, sino hay necesidad no hay mercado. Los ricos y poderosos, manifestándose como mercado anónimo, utilizan a los estados para quitarle el agua a la naturaleza y a los pueblos mediante leyes que van en contra de los derechos adquiridos de esos pueblos.

Debido a la escasez del agua provocada por cultivos industriales, sobreexplotación y derroche, la explotación comercial del agua es cada vez más rentable. En el año 2000, la Comunidad Europea informó que los servicios ambientales (alcantarillado, eliminación de residuos, saneamiento del agua, limpieza de extractores de gases, captación del agua) alcanzarán en 2010 los 640.000 milones de euros, lo que sitúa a este sector en la misma categoría que la industria farmacéutica o la de la tecnología de la información.

Es habitual que el Banco Mundial y el FMI demanden la desregulación del agua como parte de los requerimientos para conceder un crédito. La Organización Mundial de Comercio, OMC en sus siglas en inglés, por medio del "Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (GATS, por sus siglas en inglés) promueve el libre comercio de los servicios como el agua, alimentos, salud, ambiente, la educación, la investigación, las comunicaciones y el transporte. El GATS no solo pasa por encima de las restricciones gubernamentales de cada país, sino que permite a las empresas demandar a los países cuya política interna impida el acceso al libre comercio.

Por este tipo de presiones, los gobiernos que dependen de la exportación y de créditos externos dejan de ser protectores  de los derechos del pueblo sobre el agua y se convierten en defensores de los derechos de quienes comercian con ella y contaminan. Por que el agua se utiliza no solo para beber, también para la agricultura y la industria. Recientemente se ha multado a una empresa en España por contaminar un acuífero con arsénico, pero no es lo habitual.

Es interesante leer el libro "Las guerras del agua" de Vandana Shiva. En él se explica cómo se ha fomentado la construcción de grandes presas. Este tipo de infraestructuras requiere que el estado tome control de la explotación de los recursos hídricos. Posteriormente cuando el estado está endeudado esta gestión del agua pasa a manos privadas. La explotación privada se realiza en condiciones de monopolio. Al estar libres de competencia estas empresas descuidan la calidad del agua que suministran y encarecen los precios. En el libro de la Dra Shiva hay innumerables ejemplos de esta dinámica.

En Bolivia, un país andino como el Ecuador, se produjo en el año 2000 lo que se denominó la "Guerra del agua", una guerra que se saldó con la victoria del pueblo de Cochabamba. La empresa Betchel demandó al gobierno Boliviano y pidió una indemnización de 31 millones de dólares. Finalmente por las presiones internacionales retiraron esta demanda.

La Guerra del Agua de Cochabamba, Bolivia, sirvió de escenario para la película de Iciar Bollaín "También la lluvia". En esta película se aprecia el valor que tiene el agua en las comunidades andinas


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