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lunes, 10 de octubre de 2016

Acercar a las personas a los ríos es clave en su conservación

La ciudad de Quito tiene un museo dedicado al agua: Yakú, agua en Kichwa. Al agua en todas sus facetas: científica, artística, espiritual.
Las vistas desde el museo son espectaculares. Quito es una ciudad vertical, rodeada de montañas y también surcada por quebradas.
 
En el museo Yakú me di cuenta de lo vertical que es la ciudad de Quito. Enclavada entre volcanes, la ciudad está surcada de quebradas. Las quebradas son a Quito lo que los canales a Venecia. Podéis escuchar la entrevista que le hice a su director, Andrés Palma, pinchando aquí.

Las quebradas, surcos profundos en la superficie de la ciudad, eran hasta ahora lugares inseguros, sitios donde arrojar la basura. La ciudad negaba sus quebradas. Cuando se podía se rellenaban. Al fondo de las quebradas discurrían cauces de agua, la mayor parte de las veces altamente contaminados.
¿Qué pasa cuando la comunidad se organiza para cuidar y mejorar la calidad de vida de la quebrada y sus moradores? Esta es la experiencia de la comunidad de viviendas de la quebrada Ortega de Quito.

Existe una cooperativa de vivienda en el sur de Quito al borde de la quebrada Ortega. Para pertenecer a la cooperativa, además de pagar la vivienda, hay que aportar un número de horas de trabajo a la comunidad. Los vecinos están recuperando la quebrada a base de trabajo comunitario, mingas, como se llama a esta tipo de trabajo en Ecuador.

Al recuperar las quebradas para el paseo y disfrute se evidencia el mal estado del agua. Es el primer paso para que la conservación del río pase a ser una preocupación de la comunidad. Si el río huele mal entonces ya no se puede disfrutar del paseo y surge la reivindicación colectiva.

En mi pueblo natal, O Porriño, ocurrió lo mismo. El río Louro estuvo fuertemente contaminado durante muchos años. Las industrias locales vertían sin demasiados miramientos. El río olía mal. Se hizo un paseo a lo largo del río. Ahora las riberas estaban llenas de ojos que comprobaban si todo estaba correcto. Cuando las personas se alejaron del río le dieron la espalda a su conservación. Al recuperar las riberas todos los usuarios se convirtieron de alguna manera en protectores del río.

No podemos hablar de pureza del agua si las personas le dan la espalda a sus fuentes de agua. Abrir los cauces, acercar a los ciudadanos a sus ríos es una de las claves del éxito.

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