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martes, 16 de octubre de 2018

Detectar para eliminar


Las sulfamidas fueron las primeros antimicrobianos en ser utilizados comercialmente. Al poco tiempo de su uso ya se detectó el fenómeno de la resistencia bacteriana, es decir, bacterias que antes morían con la sulfamida, después de su uso se seleccionaban bacterias que eran capaces de resistir este antimicrobiano sintético.
Fleming observó, al poco tiempo del uso de la penicilina, que había bacterias capaces de resistir al flamante nuevo antibiótico.
 Con el descubrimiento y producción masiva de la penicilina la humanidad descubrió que las enfermedades infecciosas causadas por bacterias: sífilis, gonorréa, neumonía, tuberculosis, cólera, meningitis... se podían curar. La humanidad estaba libre de esas plagas. Se entró en una fase de optimismo en la química y en la medicina. Nada podía detenernos. El uso de los antibióticos se popularizó. Al mínimo catarro el doctor te recetaba tus antibióticos, aunque el catarro fuese producido por un virus y por tanto el antibiótico sea inefectivo ya que solo son útiles para destruir bacterias.
La penicilina curaba la gonorrea en 4 horas en los años 40 del siglo pasado. Hoy en día estamos a punto de que aparezcan bacterias de la gonorrea resistentes a todos los antibióticos conocidos
 Los antibióticos, al ser moléculas muy fáciles de producir de forma barata por la industria pronto estaban en todas partes. Se empezaron a utilizar para curar animales enfermos. Con la expansión de la ganadería industrial, es decir, miles de pollos hacinados en granjas-factoría, hacía falta prevenir las enfermedades infecciosas por lo que se empezó a administrar antibióticos en el pienso de las aves y de otros animales de granja. Esos animales defecaban y sus heces se recogían en balsas de lixiviados en las que vivían números astronómicos de bacterias, todas ellas en presencia de los restos de los antibióticos.

El negocio pollos-antibióticos está tan ligado que existen compañías, como Venky en la India, que se dedican a la producción de pollos y de antibióticos.
El resultado es que aquella fase de optimismo en la química y en la medicina se acabó. Han vuelto las enfermedades infecciosas provocadas por bacterias que ya no se pueden detener por los antibióticos. Por el momento, las bacterias más resistentes a los antibióticos son bacterias medioambientales hospitalarias. Las personas que se están muriendo por culpa de bacterias que resisten a todos los antibióticos son pacientes con el sistema inmune debilitado por tratamiento anticancer, por supresión del sistema inmune en el caso de los transplantados de órganos, los quemados.
Eugenio Espejo, uno de los padres de la teoría microbiana de la enfermedad, propuso la creación de una policía higiénica. Una medida muy necesaria hoy en día.

Las personas nos encontramos indefensas frente a la dinámica de maximización de beneficios de las empresas. Si usar antibióticos es bueno para lograr esos beneficios va a ser muy difícil detenerlas. Por ahora, solo nos queda utilizar la higiene, es decir, establecer una barrera para la difusión de las bacterias resistentes a los antibióticos allí donde hay más probabilidad de que aparezcan: las granjas, especialmente las granjas de pollos.

¿Cómo vigilaremos que las bacterias con resistencia a antibióticos de pollos no lleguen a los consumidores?

Para empezar tendremos que vigilar aquellos genes que se pueden transmitir de una bacteria a otra. Son genes que producen betalactamasas o carbapenemasas capaces de destruir a los antibióticos betalactámicos o los carbapenémicos. Esos genes se encuentran muchas veces en plásmidos, que son moléculas de ADN que se pueden intercambiar entre bacterias. Esto lo hace muy peligroso porque si las bacterias están muy juntas, y en las granjas y en las balsas de lixiviados lo están, se pueden intercambiar genes como los niños intercambian cromos.

Si detectamos qué bacterias son las portadoras de estos genes que destruyen los antibióticos y que estos genes están en elementos móviles que pueden pasar a nuestras bacterias, entonces ya tendremos frente a nosotros a la bacteria que debemos controlar y en el futuro, tratar de eliminar.

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