jueves, 2 de noviembre de 2023

El origen de la muerte

 El origen de la muerte surge 2500 millones después de la aparición de la vida. Un ser pluricelular es una organización coercitiva en la que las células somáticas mueren al cabo de un periodo de tiempo. ¿Cuál es su función en la línea de tiempo? pasar a las células sexuales a la próxima generación. Durante 2500 millones de años las células se dividían por fisión, de una a dos células hijas, sin dejar cadáver.

El cadáver es el desecho de una organización coercitiva

Las células humanas surgen por diferenciación a partir del óvulo fecundado. El proceso de crecimiento dura 9 meses de desarrollo en el interior de la madre y los meses posteriores en los que sigue alimentándose del pecho materno. Los padres se desviven por los hijos que tienen la obligación de separarse de los padres para comenzar su nueva vida, que biológicamente, solo tiene sentido si logran encontrar el background genético apropiado para a su vez reproducirse. 

Los individuos somos organizaciones coercitivas de células, el cáncer no es otra cosa que células que han escapado a esa coacción, que sirven para que protozoos, las células sexuales, intercambien material genético. Lo que conocemos como hijos son el 50% de ADN en un background genético del 50%, lo que viene a ser la pareja con la cual los concebimos. Cuando se produce la migración de nuestro ADN a la siguiente generación, esa organización coercitiva de células que es nuestro cuerpo formado por células somáticas no reproductoras va dejando de tener sentido. 

Cuando un milmillonario sueña con alcanzar la vida eterna, en el fondo está subvirtiendo este plan. A nivel social sería un cáncer, lo mismo que una célula somática que no sabe cuando debe dejar de dividirse es un cáncer para un cuerpo humano.

Cuándo los humanos nos resignamos a la muerte, nos estamos comportando como buenos elementos (integrantes, adeptos, iniciados, miembros) de una sociedad coercitiva. Somos esclavos de la biología. Revelarnos a ese destino es algo que dejamos para los dioses. 

En el camino a Emaús

"Lucas 24:13-35

13 Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. 14 Iban hablando de todo lo que había pasado. 15 Mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos. 16 Pero aunque lo veían, algo les impedía darse cuenta de quién era. 17 Jesús les preguntó:

—¿De qué van hablando ustedes por el camino?

Se detuvieron tristes, 18 y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, contestó:

—¿Eres tú el único que ha estado alojado en Jerusalén y que no sabe lo que ha pasado allí en estos días?

19 Él les preguntó:

—¿Qué ha pasado?

Le dijeron:

—Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en hechos y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. 21 Nosotros teníamos la esperanza de que él sería el que había de libertar a la nación de Israel. Pero ya hace tres días que pasó todo eso. 22 Aunque algunas de las mujeres que están con nosotros nos han asustado, pues fueron de madrugada al sepulcro, 23 y como no encontraron el cuerpo, volvieron a casa. Y cuentan que unos ángeles se les han aparecido y les han dicho que Jesús vive. 24 Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como las mujeres habían dicho, pero a Jesús no lo vieron.

25 Entonces Jesús les dijo:

—¡Qué faltos de comprensión son ustedes y qué lentos para creer todo lo que dijeron los profetas! 26 ¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser glorificado?

27 Luego se puso a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de él, comenzando por los libros de Moisés y siguiendo por todos los libros de los profetas.

28 Al llegar al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como que iba a seguir adelante. 29 Pero ellos lo obligaron a quedarse, diciendo:

—Quédate con nosotros, porque ya es tarde. Se está haciendo de noche.

Jesús entró, pues, para quedarse con ellos. 30 Cuando ya estaban sentados a la mesa, tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio. 31 En ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús; pero él desapareció. 32 Y se dijeron el uno al otro:

—¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?

33 Sin esperar más, se pusieron en camino y volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once apóstoles y a sus compañeros, 34 que les dijeron:

—De veras ha resucitado el Señor, y se le ha aparecido a Simón.

35 Entonces ellos dos les contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo reconocieron a Jesús cuando partió el pan".

En este fragmento de Lucas se nos muestra como un ser humano abandona su destino natural para reintegrarse al reino de lo extraterrenal. Es una manera de mostrarnos como la vida no es solo la transmisión de información genética sino también otro tipo de información. No es solo información cultural, relato. Va más allá. La vida que se asocia a la muerta, la vida de ese ser pluricelular que deja cadáver, intuye que necesita otro soplo de vida. Y cuando digo "intuye" podría sustituir este verbo por aprende, entiende, necesita... 

La muerte social y espiritual, otro tipo de muerte

La muerte va más allá de la desaparición física. Para una bacteria, encontrarse con un depredador tipo Bdellovibrio significa la muerte. La bacteria no necesita a otros para vivir. Sin embargo, los organismos basados en la coerción celular, en donde las células sexuales necesitamos que las somáticas trabajen para lograr que ellas se puedan emparentar con otras células sexuales, necesitamos de otros, lo que viene siendo una pareja, para poder pasar a la siguiente generación. El famoso "background" de los genetistas.

La necesidad de otros hace de nosotros individuos con cierto grado de sociabilidad. La vida social implica la aparición de la muerte social. He leído este artículo de Luis Santamaría del Río, un teólogo experto en sectas, sobre las recomendaciones de un exhorcista para evitar cinco brechas que las personas abren al demonio. Vendrían a ser: 1 vivir en pecado mortal 2 la relación con el ocultismo 3 el rencor 4 heridas en el vientre materno 5 maleficios recibidos. Estas lista de cinco brechas se puede invertir por las cinco soluciones para evitar el mal: 1 Poder hablar 2 el poder de la razón 3 la práctica del perdón 4 el poder de la bendición 5 evitar ser víctima de otros. Estas cinco soluciones se pueden resumir en dos pilares: razón y respeto por los demás. Respeto por los hijos, por otros colectivos, poder evitar el rencor a través de entender las causas del comportamiento del que te ha ofendido, ¡Ojo! que perdonar es entender no permitir el abuso, para eso están los límites. Respeto por uno mismo, por eso es tan importante hablar, validarse, escucharse. El otro pilar, la razón, es fundamental para evitar la invocación de criterios de autoridad no consensuados. 

Las organizaciones coercitivas son aquellas que generan cadáveres. Un cadáver es un cuerpo que ha muerto dos veces, por un lado físicamente y por otro lado, ha sufrido un necesario olvido social y espiritual. Por ese motivo, Francisco de Quevedo escribió: 

"Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevaré el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;

mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa:

Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado".

Cuándo Sófocles escribe Antígona hace que su heroína anteponga la ley natural o divina, de enterrar a los muertos, a la ley de los hombres, encarnada en la prohibición del rey de enterrar a su hermano. Con exquisita sensibilidad, Antígona se expone a una muerte segura cumpliendo con una ley superior y acepta las consecuencias.