Revista Muy Interesante 17 Marzo 2010
El rastro de microbios que dejamos a nuestro paso podría funcionar prácticamente como una huella dactilar capaz de desvelar nuestra identidad, según un estudio llevado a cabo por científicos estadounidenses. La técnica, dada a conocer en la revista PNAS, abre la puerta al desarrollo de una nueva técnica de identificación forense.
El rastro de microbios que dejamos a nuestro paso podría funcionar prácticamente como una huella dactilar capaz de desvelar nuestra identidad, según un estudio llevado a cabo por científicos estadounidenses. La técnica, dada a conocer en la revista PNAS, abre la puerta al desarrollo de una nueva técnica de identificación forense.
"Cada uno de nosotros dejamos un rastro único de bacterias en nuestra vida diaria", señaló el autor principal del estudio, Noah Fierer. Según el biólogo, aunque la técnica aún está en su fase preliminar, "eventualmente puede convertirse en un valioso elemento en la caja de herramientas de los científicos forenses". La nueva técnica, basada en la secuenciación genética, tiene una precisión de entre el 70 y el 90 por ciento, un porcentaje que probablemente aumentará cuando se consiga perfeccionar el método.
Aunque los científicos ya conocían la gran diversidad de microbios presentes en las manos de los seres humanos, "la principal novedad fue demostrar que esas diferencias podían utilizarse para identificar los objetos tocados por las personas, gracias a los microbios que dejaban", afirma Rob Knight, coautor del trabajo.
Con las manos (y los microbios) en la masa
Fierer y su equipo recogieron muestras de ADN bacteriano de las teclas de tres ordenadores personales y las relacionaron con las bacterias de las manos de sus propietarios, para luego compararlas con muestras tomadas de otros teclados que jamás habían sido utilizados por esos sujetos. La similitud fue mucho mayor entre las bacterias de los individuos y las de sus propios ordenadores. La prueba también funcionó transcurridas 12 horas desde que los ordenadores fueron utilizados por última vez. Por otra parte, cuando los científicos tomaron muestras de la piel de dos individuos y congelaron una de ellas a -20ºC y dejaron la otra a temperatura ambiente durante dos semanas, comprobaron que las colonias de bacterias no sufrían cambios en ninguno de los casos.
Esta técnica también puede ser valiosa para la medicina legal cuando es difícil obtener ADN humano al no existir rastros de sangre, tejido, semen o saliva en un objeto, según Fierer. "Debido a la abundancia de células bacterianas en la superficie de la piel podría ser más fácil recoger ADN bacteriano que ADN humano de las superficies tocadas", señaló.
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