El bosque tropical atlántico brasileño, que en los últimos 400 años ha
sido reducido a un 8% de su tamaño original, podría contener según un
estudio reciente hasta unas 13 millones de especies de bacterias aún sin
identificar.
Además de recalcar la increíble biodiversidad que todavía queda en estos
lugares, este estudio apunta a la posible fuente de medicamentos y
recursos para la agricultura aún por estudiar y que se vería destruida
si la devastación prosigue.
Marcio Lambais de la universidad de Sao Paulo en Brasil ha publicado los
resultados de su estudio en la revista Science recientemente. Este
científico dirigió un estudio basado en la recolección de 20 a 30 hojas
de árboles de cada una de las nueve especies de árboles consideradas en
un aregión dada. En el laboratorio procesaron 12 gramos de hojas de cada
árbol a la vez mediante un sistema que hacia subir a las colonias
bacterianas hacia la superficie de una disolución especial.
Después analizaron el ADN de estos microorganismos para tener una idea
general de la variabilidad genética de esas comunidades en los
diferentes árboles. Después seleccionaron dos especies de árbol que
tenían comunidades bacterianas similares y una que contenía comunidades
muy distintas a las otras. Más tarde secuenciaron fragmentos de ADN de
los distintos microbios para tener una visión más detallada de las
bacterias presentes y estimaron la biodiversidad de las mismas en el
bosque.
Encontraron que incluso los árboles de la misma especie tenían una
variación muy grande de las especies de bacterias que vivían en ellos.
Los cálculos indicaron que en cada árbol viven de 95 a 671 especies
diferentes de bacterias y extrapolando ese resultado se llegó a deducir
que hay de 2 millones a 13 millones de nuevas especies de bacterias en
ese ecosistema.
Los investigadores fueron sorprendidos por este resultado, que aunque
esperaban que fuese alto, no creían que podría llegar a ser de tal
magnitud. Según el autor es necesario entender cómo estas comunidades
funcionan y su papel en el ecosistema.
Ahora el equipo de investigadores estudia la biodiversidad bacteriana
sobre las hojas de otras siete especies de árboles en otros lugares.
Esperan alcanzar un mejor entendimiento de cómo las comunidades
bacterianas son afectadas por la localización de sus árboles anfitrión.
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