lunes, 22 de diciembre de 2014

El apéndice es un reservorio de bacterias

El apéndice, un vestigio de cuando éramos herbívoros -era el saco donde procesábamos la celulosa ingerida en este tipo de alimentación, que aparentemente se quedó ahí como un molesto recuerdo. Y si no que se lo digan a Leoniv Rogozov, único médico en una expedición antártica soviética, que tuvo una inflamación del apéndice y tuvo que extirpárselo él mismo.


Sin un uso definido en nuestro proceso hacia la alimentación a base de carne, tradicionalmente la medicina moderna optó por la cirugía ante los primeros síntomas, por aquello de poner en práctica soluciones rápidas que evitaban males mayores.
Nuestra dieta sigue teniendo un amplio componente vegetal y, por lo tanto, seguimos acumulando residuos en forma de celulosa que es preciso descomponer. Y estas bacterias, en buena parte, se acumulan en este pequeño órgano de apenas 10 cm.
   
El apéndice, sin embargo, cumple una función en nuestro organismo: preservar nuestra flora bacteriana. Se ha demostrado que el apéndice actúa a modo de reservorio de bacterias del aparato digestivo cuando éstas han desaparecido  por ejemplo en una diarrea: los pacientes con apéndice son capaces de recuperarse antes de una diarrea que aquellos pacientes con una apendicéctomía (es decir, sin apéndice).

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