El payaso augusto, que significa tonto en alemán, va siempre pintarrajeado. Es torpe, ignorante y entusiasta. Con sus meteduras de pata provoca que el payaso carablanca, el serio, lo tenga que corregir todo el tiempo. De esta manera se establece una dualidad: el augusto es el simpático y el carablanca el repelente ¿Quién quiero o siente simpatía por el carablanca? La estrategia es forzar a que el carablanca sea repelente, gruñón y se desespere.
Es una estrategia simple y funciona siempre. En divulgación científica esta dinámica ocurre todo el tiempo ¿Adivinas a quién le toca hacer de carablanca? efectivamente, al científico.
Jugar a hacerse el tonto es una estrategia de los dominados
En la obra de James Scott "Los dominados y el arte de la resistencia" el antropólogo de Yale estudió cómo ejercen poder, desde la resistencia, los grupos dominados. Fue una recomendación acertadísima del antropólogo gallego Xurxo Ayán. En el libro, Scott nos muestra como los colectivos dominados desarrollan sus propias estrategias de control. Incluso en una posición subordinada puedes ejercer control y poder. Hay que seguir ciertas reglas que Scott analiza y disecciona con el rigor de un científico social.
Tendemos a pensar que el dominado solo obedece pero no es cierto. Voy a contar una anécdota que le ocurrió a un quiteño que tenía una finca en Esmeraldas, Ecuador. Es una anécdota contada en primera persona porque él estaba allí, así que pudo captar y transmitirme todos los matices de lo que allí sucedió. Este señor llegó a su finca y se encontró al esmeraldeño que la cuidaba tumbado en una hamaca. Tengo que decir aquí, que en estas zonas de Ecuador tu tienes que contratar a alguien para que te cuide la finca porque si no, al no vivir allí, los vecinos aprovechan para vandalizarla.
"Oiga, para eso le pago, para que se pase el día en la hamaca" le dice el quiteño. El esmeraldeño, con pereza y fastidio se levantó de la hamaca y le saludó con un buenos días para a continuación darle una explicación como se explica algo obvio a un niño pequeño. "Verá" dijo "Ud me paga para que no le entren y roben en la finca ¿Le han robado algo? no ¿Verdad? eso es porqué yo estoy aquí, si a Ud no le gusta como hago mi trabajo me puede despedir y tan amigos ¿Verdad? entonces el que le va a robar mañana voy a ser yo mismo. Por lo tanto, yo estoy haciendo mi trabajo que es evitar que nadie le robe, y si mi trabajo lo hago desde una hamaca ¿A Ud qué le importa? ¿Acaso alguien le roba?" El señor quiteño no pudo rebatirle la lógica aplastante. Esta anécdota podría venir en el libro de James Scott perfectamente.
Los antivacunas juegan a ser el payaso augusto
En el caso de la divulgación científica, y concretamente en el tema de las vacunas, que un científico discuta con un antivacunas es contraproducente porque se genera una escena de payaso augusto payaso carablanca que desde afuera ya se sabe como va a acabar: con el científico desquiciado siendo gruñón, prepotente y mandón. En resumen, un tipo desagradable. Además el antivacunas tiene siempre el recurso del dominado: acusar al científico de trabajar por y para las grandes multinacionales. Es muy difícil salir de ese debate airoso.
Y son el payaso augusto porque pueden
¿A alguien se le ocurre discutir sobre la resistencia de un puente con un ingeniero de caminos, canales y puertos? a nadie ¿Verdad? ¿Por qué hay personas desinformadas discutiendo con médicos y científicos sobre las vacunas? Desgraciadamente, en este punto habrá que echar mano de algo bastante impopular, que es el criterio de autoridad. Para hablar de vacunas, lo mismo que de puentes o de redes informáticas, hay que estar capacitados. Hay debate allí donde hay opciones. Pensemos en el uso del cinturón de seguridad. No hay debate de si me lo pongo o no me lo pongo. ¿Cuántas veces habremos necesitado el cinturón a lo largo de nuestras vidas? yo por ahora ninguna. Podría verme tentado a decir que el cinturón es innecesario, que está puesto para controlarnos y que es peligroso en según que casos, y tener razón. Pero no lo hago ¿Por qué? por que si la policía me ve sin él me pone una multa y obedezco a la lógica de los incentivos. No me cuesta nada ponérmelo y evito una multa.
Al final, lo único que se puede hacer es lo que hizo el gran Fernando Fernán Gómez:
Fernando Fernán Gómez- ¡¡¡A LA MIERDA!!!. Muchos no saben que FFG sufría de Párkinson. Y este "fan" era un periodista muy pesado, Felipe Carbonell que le hizo una broma de mal gusto: ¿ Me puede firmar, pero con cuidado que no le tiemble la mano?
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