Este 18 de noviembre comienza la Semana mundial de concienciación sobre el uso de los antimicrobianos.
La pandemia ha aumentado las resistencias a los antibióticos
De febrero a marzo de 2020 aumentó un 400% el uso de azitromicina, un antibiótico usado a la desesperada por si también funcionaba contra el virus SARS-CoV-2. El consumo de doxiciclina se incrementó un 517%. En España, después de la pandemia estos niveles de consumo de antibióticos volvieron rápidamente a la normalidad, pero siguieron desbocados en otras regiones del mundo, como América Latina. El diario El País le dedica a este tema un artículo fantástico de Manuel Ansede.
Analogía con el cinturón de seguridad
En España las bacterias resistentes a los antibióticos matan a 4000 personas al año. El triple de muertos que en accidentes de tráfico. Cuando era pequeño prácticamente nadie usaba el cinturón de seguridad. Hoy en día, casi es lo primero que hacemos cuando entramos en el coche. ¿La razón? LAS MULTAS
El cinturón de seguridad, a la mayoría de nosotros, no nos ha servido de nada. Es una realidad. Sin embargo, no hay un movimiento negacionista de la efectividad del cinturón de seguridad en caso de colisión. Tengo la sospecha que si se dejase opinar en este asunto en menos de 24 horas ya habría un movimiento negacionista del cinturón de seguridad. ¿Estoy a favor de las multas en temas de mal uso de los antibióticos? Estoy a favor de las multas.
Recientemente hemos visto como Singapur va a cobrarle los gastos de hospital derivados del COVID-19 a aquellas personas que hayan rechazado la vacuna. Me parece correcto. Como sociedad debemos de pactar que asuntos pueden estar penados porque perjudican a la sociedad.
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