Imagina una bacteria que hubiera infectado a un millón de especies distintas, especializándose en introducirse en lo ovarios y los testículos de sus huéspedes. Imagina también que en ocasiones esa bacteria se dedicase a aniquilar a casi todos los machos y además, como si fuera un arcángel parásito, fuese capaz de provocar embarazos espontáneos en las hembras. Imagina también que, desde su cálido hogar en los genitales de los animales a los que ha infectado, esta bacteria hiciese que dos poblaciones vecinas de una misma especie ya no pudieran aparearse con éxito.
Pues bien, esa bacteria existe y se llama Wolbachia.
La imagen que tenemos de las bacterias es de unas células pequeñitas, más pequeñas que nuestras propias células que causan enfermedades. A veces leemos en los periódicos que se utilizan para degradar el petróleo vertido en accidentes marítimos y sabemos que algunas, como los Bifidobacterium son buenas para nuestra salud. Sin embargo la ciencia no para de sorprendernos descubriendo bacterias que crecen y viven en agua hirviendo, sobre hielo, dentro de rocas... Vivimos rodeados de bacterias, de hecho en el cuerpo humano de cada 10 células, 9 son bacterias. Una de las bacterias más sorprendentes es Wolbachia, la bacteria parásita más exitosa del mundo capaz de infectar a un millón de especies distintas de invertebrados. La lista de especies va desde mariposas, avispas, moscas, saltamontes, pulgas, termitas, gusanos. No infecta vertebrados, por tanto los humanos estamos libres de esta plaga afortunadamente. Para los playboys piscineros que sueñan en vivir en un harem es una desgracia ya que una vez que Wolbachia infecta una especie esta bacteria es capaz de conseguir que haya hasta 99 hembras por cada macho.
Wolbachia es maestra en el arte de manipular el sexo de las especies que parasita porque necesita a las hembras para perpetuarse. Wolbachia vive dentro de las células de su hospedador de las que nunca sale. ¿Cómo hace para perpetuarse e infectar a otros individuos? Wolbachia ha resuelto este problema infectando los óvulos de las hembras. De esta manera se transmite a los descendientes de las hembras. Los machos son para ella un callejón sin salida porque al ser el espermatozoide tan pequeño no pueden introducirse en el para viajar de los machos a las hembras. Solución: fuera machos. Para eliminar a los machos esta gran manipuladora puede utilizar diferentes estrategias: la más común y más estudiada es la incompatibilidad citoplasmática, que hace que un macho infectado por Wolbachia sólo puede tener descendencia con hembras infectadas (Ver próxima entrada); algunos tipos de Wolbachia feminizan a los machos modificando sus niveles de hormonas de forma que puedan poner huevos; otra estrategia utilizada es matar a los machos cuando estos están en fase de embrión; y por último la partenogénesis en donde la hembra tiene hijos sin necesidad del esperma de un macho.
Los parásitos como Wolbachia encuentran siempre su propio camino para entender la biología de su hospedado y hacer que obedezcan sus órdenes. Es más fácil vivir dentro del cuerpo de un invertebrado que en el cambiante mundo exterior. Los organismos superiores somos más predecibles, sobre todo en cuestión de sexo y por ello más manipulables.
Fotografía de microscopía de fluorescencia de Wolbachia (verde) en el interior de los testículos de un insecto. En rojo se muestra el esperma. Cortesía Michael Clark y Seth Bordenstein. Las bacterias Wolbachia viven en el interior de las células de los invertebrados infectados, también en el interior de los óvulos de las hembras. En los machos viven también en el interior de los testículos, pero son incapaces de introducirse en el interior de los espermatozoides. De esta manera las hembras infectadas transmiten la bacteria a sus hijos por lo que la bacteria favorece que haya el mayor número de hembras a expensas de los machos que para Wolbachia son un callejón sin salida
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