UN BUEN TÉCNICO HACE UN BUEN LABORATORIO
De
mi paso por laboratorios de América y Europa puedo decir que la viñeta
que se reproduce abajo es una gran verdad. El técnico, cuando está
motivado y trabaja bien, es el que salva el trabajo en un laboratorio.
Tiene contrato indefinido, conoce los equipos, conoce cuales son las
fallas del sistema y como puede hacer para encontrar soluciones. Un buen
técnico hace un buen laboratorio.
¿Cuál es la clave de su productividad? la tranquilidad de un contrato indefinido y los beneficios de una permanencia larga en su lugar de trabajo que les hace conocer todos los entresijos del centro en donde trabajan. Sin embargo, el sistema busca la precariedad, el estimular la competencia al máximo. Los directores de grupo, normalmente personas con un perfil sociópata bastante alto, buscan en sus esbirros-acólitos el mismo perfil que ellos tenían en el momento de la tesis. Si no tienes ese perfil es muy difícil que llegues a tener una buena relación con ellos. ¿No era eso lo que se llamaba "kin selection"?.
UN SISTEMA QUE RECLAMA DINERO PERO NO MEJORAS LABORALES
Cada vez que se reunen los grandes capos de la ciencia, su mensaje es único: "Mamá manda dinero". No les he escuchado ni una sola vez decir que el principal problema de la ciencia es la mala gestión del capital humano y no la falta de dinero. Si no hay dinero para la ciencia deberían restringir el acceso a alumnos que no hayan demostrado una excelencia previa. Sin embargo, el sistema está ávido de Umpalumpas que generen resultado con los que pedir dinero y seguir aumentando el currículum. Que existe maltrato en la ciencia no le sorprende a nadie que conozca un poco el sistema académico. Es bueno que esto se sepa. Por eso recomiendo el cómic del que se habla más abajo
Reproduzco este artículo publicado en Valencia Plaza por Álvaro González sobre el comic "Maldita tesis"
En otro mundo, el del cómic, salió una
pequeña novela gráfica que trataba el asunto de los doctorados y lo
hacía reuniendo todo este tipo de quejas. Lo único es que Maldita Tesis (Grijalbo, 2016) -disponible en Kindle, de Tiphaine Rivière,
transcurría en Francia, país que consideramos un pelín más serio que el
nuestro. Y, muy concretamente, con una universidad más seria que la
nuestra, que debería ser analizada según la máxima de Pirandello de que
la realidad puede permitirse no ser verosímil, no así el arte. Un cómic
con entresijos de la vida académica española, si se realizase en clave
de realismo soviético, no se lo creería nadie.
Porque
parecería hiperbólico. Para que la gente se tomase en serio la historia
habría que rebajarla de personajes desequilibrados con poder,
acomplejados llenos de odio también con poder, gentes decentes con la
mirada del tigre de los veteranos de Vietnam y cuchilladas y navajazos
por doquier, amén de nombramientos digitales realizados a plena
obscenidad del día.
Lo que plasmó
Rivière no sabemos si define a toda la universidad francesa, pero sí que
reflejaba indirectamente muchos fenómenos habituales en la española.
Por ejemplo, el personaje de la secretaria que finge ser una auténtica
incompetente solo para que nadie le pida que haga nada a lo largo del
día. Incluso su carácter tampoco parece algo exclusivo de por ahí
arriba, ya que desmoraliza a los alumnos con comentarios hirientes y
críticas veladas a sus proyectos con un espíritu de hacia la alegría por
el mal.
El director de tesis de la
protagonista, en su primer encuentro, solo está pensando en cómo
instrumentalizar a la doctoranda y su trabajo frente a una compañera de
departamento que le hace la competencia. No escucha en absoluto a la
alumna porque está absorto en cómo machacar a su rival. Sí, son así.
Sueldos y becas de miseria solo si hay suerte
Y,
por supuesto, la vida de la doctoranda tampoco nos es ajena. La
protagonista del cómic se pasa las primeras semanas de doctorado no
haciendo absolutamente nada, permitiéndose licencias para vaguear, y
cuando tiene que dar clase gasta más tiempo preparándolas que si
trabajase a jornada completa por cuenta ajena. Todo ello para cobrar una
miseria y al semestre. Eso cuando cobra, porque luego recibir el
dinero, tal y como lo describe la autora, también en Francia puede
convertirse en un infierno burocrático digno del objeto de estudio e
investigación de su doctorado: Kafka.
El fuerte de Maldita Tesis
como tebeo es que el guión está establecido a partir de los
pensamientos íntimos de esa chica. Por eso es realmente gracioso cómo
está subyugada y sometida al director de tesis, al que en un principio
admira como si fuese una deidad y tras sus encuentros repasa mentalmente
todas sus palabras y miradas. Mientras tanto, la familia está
preocupada por una hija que se acerca peligrosamente a la treintena y
tiene unos ingresos de chiste.
Directores de tesis escurridizos
Ocurre
lo mismo con el director de tesis, que también sus pensamientos
aparecen desnudos y se muestra sin pudor cómo torea de mala manera a la
doctoranda solo con el único fin de que no le agobie con sus preguntas o
le haga leer la tesis mientras la escribe. El hombre, la eminencia, lo
que humildemente quiere es no dar ni chapa.
Por
lo demás, la frase "Podrás ponerlo en el currículum, aunque no lo
cobres, que es lo importante", motor de nuestra universidad y cada vez
más de las fases de entrada en el mundo laboral de cualquier persona,
también aparecen en el cómic.
Las
relaciones humanas, por otra parte, dentro de estos departamentos se
rigen por la desconfianza. Cuando le presentan a alguien, lo primero que
pasa por su cabeza es "¿amiga o enemiga?"
En casa, en pijama, meses
Lo
demás, la desesperación del que se adentra en una investigación de
calado con la premisa de aportar algo original no por obvia es menos
divertida. Aunque también es triste de ver. La protagonista de este
tebeo se pasa meses en casa, con su pijama viejo, enfrentándose al
ordenador con sus tacitas de té y un YouTube que la desconcentra
constantemente.
Autobiográfico
Aunque
sea un cómic sencillo, de humor blanco y a veces un poco naive, tiene
mordiente y sirve muy bien a su propósito. Parte de ello se deba
seguramente a que la autora, Rivière, pasó por este infierno en su día.
Hizo una tesis sin beca y tuvo que ocupar puestos de trabajo "monótonos y
repetitivos" en la Sorbona para ganarse la vida. El origen de esta
novela gráfica estuvo en que, desesperada y aburrida en esas tareas,
comenzó a colgar sus dibujos en un blog protagonizados por los
personajes, burócratas y fieras de departamento, que la rodeaban.
Al
estar de secretaria en el departamento de tesis, conoció a cientos de
doctorandos que le contaban sus penas. Tenía que resolver sus problemas,
a menudo complicaciones laberínticas o incluso choques de egos entre
sus directores de tesis. Todo ello es lo que plasmó en su obra y el
resultado es de gran ayuda, al menos para no llorar solo, para todos
aquellos que se han metido en semejante empresa. Y además, el tebeo
arroja un poco de esperanza. A su autora, la tesis, le sirvió para
odiarla, plasmar su odio en unas viñetas e iniciar una carrera como
historietistas. Sí, el doctorado no es tan inútil, como se puede
comprobar.
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