Es imposible tratar de convencer a un negacionista de las vacunas. Cuando hablas con un estúpido lo que haces es darle, de alguna manera, cierta legitimación a su estupidez: un científico hablando con quien se erige en defensor de la irracionalidad. Por eso, cada vez estoy más convencido de defender el criterio de autoridad. Como echar mano de la autoridad siempre es prepotente e invasivo es poco popular y poco amable también creo que debemos de utilizar el humor para, reduciendo la situación al absurdo, poder convencerlos de que existe un método científico, un método de conocimiento.
Al final, en el tema de las vacunas acabaremos haciendo lo que se ha hecho en otros ámbitos: poner una ley y directamente obligar a su cumplimiento, lo mismo que se ha hecho con la obligatoriedad del uso del cinturón de seguridad. ¿Te imaginas tener que convencer a alguien que no cree que el cinturón de seguridad salva vidas?
Hay miles de ejemplos que se pueden usar para reducir esta situación al absurdo. Imaginemos que hay un colectivo que después de ver cómo se ha caído un puente de hormigón en la ciudad de Génova deciden que quieren tener pruebas de que un puente no se va a caer. No puedes permitir que ante el puente exijan que haya una alternativa a cruzar ese puente y quieran utilizarla. El puente está ahí y lo cruzas o no usas esa infraestructura. Te tienes que fiar del dictamen de los ingenieros porque tu no tienes elementos para juzgar la viabilidad de la estructura.
¡Burro! ¡Los barcos no pueden ser de hierro porque el hierro no flota!
Mi padre me contaba una anécdota de uno de Porriño que había ido a hacer la mili a Ferrol, en la marina, y a la vuelta le contaba a su padre que los barcos de guerra eran de hierro, y aquí empieza lo gracioso. El padre le llama burro y le explica que los barcos si son de hierro se hunden. Para probar su punto llenó una palangana de agua y puso un hierro y le dijo "Ves, ves, el hierro se hunde" luego puso un palo de madera, que obviamente no se hundía. Todo esto en gallego y llamándole burro al hijo por no saber algo tan obvio. Como el hijo se obstinaba en decir que si, que eran de hierro, el padre le dijo: son barcos de madera forrados de hierro, pero el interior es de madera. Para una persona de campo esa era su experiencia y se aferraba a ella. También el hecho de que él era el padre le obligaba a educar a su hijo, y a "abrirle" los ojos al conocimiento. Un conocimiento del que él carecía. Arquímedes en su ley de flotación ya había explicado el porqué un barco de hierro puede flotar. Si el peso del agua que desaloja es mayor que el peso del propio barco el barco va a flotar. Fin de la historia.
Si no te vacunas te quedas fuera del sistema público de salud
Con esta historia se ilustra que el conocimiento no se puede utilizar para estar por encima de los demás. El padre, con su palangana, el trozo de metal y el de madera, lo que quería era demostrar que él seguía siendo el padre y que por tanto su hijo bajo ningún concepto podía estar por encima de él, aunque lo que dijese era verdad. Los antivacunas hacen lo mismo. No quieren reconocer que hay personas que están por encima de ellos en cuestión de conocimiento y se buscarán cualquier tipo de argumento para resistir que su punto de visto se vea menospreciado. Es una lucha por el territorio. No se trata de conocimiento se trata de quien gana y quien pierde.
Decirle a alguien: tu no tienes ni idea y te callas, aunque se tenga razón, comete el mismo error que el padre de la anécdota: es desagradable y ofensivo. Ante una epidemia, la vacunación, y sobre todo, la vacunación masiva es la única manera de parar el virus, que no haya virus circulantes acumulando mutaciones que haga que aparezcan nuevas cepas que no son reconocidas por las vacunas. No podemos dejar que haya personas que decidan que ellos no se vacunan. Si no te vacunas te quedas fuera del sistema público de salud. Si quieres ser estúpido tu debes de costearte tu propia estupidez. Poco a poco acabaremos implementando este tipo de medidas, igual que se han implementado las normas de seguridad vial.
El cinturón de seguridad como metáfora
Cuando éramos pequeños solo usábamos el cinturón de seguridad los que íbamos delante del coche. Si el trayecto era corto incluso los padres te decían que no hacía falta. Hoy en día, las personas lo primero que hacen es ponerse el cinturón incluso antes de arrancar. Tan interiorizado está este hábito. ¿Qué es lo que ha cambiado? las multas. Ya nadie se lo cuestiona. La verdad es que si yo no hubiese utilizado el cinturón de seguridad no hubiese pasado nada porque nunca he tenido un choque frontal. Y en mi experiencia habría dicho que el cinturón de seguridad no vale para nada. Es el argumento del "amimefuncionismo". Llevar el cinturón de seguridad puede ser peligroso si te caes con el coche en un lago. En Estonia hay una carretera en la que está prohibido usar el cinturón de seguridad por este motivo.
El negacionismo debe quedar relegado a los terraplanistas, chemtrails y demás asuntos inofensivos
Siempre habrá negacionistas porque hay personas que tienen que sentirse que son más listas que los demás. Hay un montón de temas inofensivos como creer que la tierra es plana o que el hombre no llegó a la Luna. Los escépticos, las personas con formación científica, no deberían tratar de rebatir sus argumentos. Practicar la tolerancia. Son, en el fondo, una fuente inagotable de anécdotas, de sin sentido y dan pie al humor. ¿El creacionismo? también. Mientras no traten de imponerlo en las escuelas está bien. Que cada uno crea lo que considere más conveniente. No voy a ser impositivo con tus creencias. Te respeto. Eso si, me reservo el derecho a hacer humor con el crucero de terraplanistas que iban a visitar el fin del mundo o de "investigaciones científicas" que encuentran el Arca de Noé y todavía tenía la paja de haber albergado animales.
El negacionista es un payaso carablanca y su locura es el relato
En el mundo de los payasos hay dos personajes básicos: el payaso carablanca, que es el jefe, es estirado y mandón, y el payaso tonto, también llamado augusto, porque en alemán augusto significa tonto, el que es infantil y anárquico. Los negacionistas deben de ser considerados payasos carablanca y la persona que los confronte no debe caer en tratar de ser más jefe, más estirado ni más listos que ellos. En el fondo nos obligan a adoptar el papel del payaso tonto y anárquico. Si nos ponemos a su nivel lo que hacemos es legitimar su discurso. Si nos hacemos el tonto, con anécdotas, y diciendo argumentos que llevan su argumento al absurdo estaremos entrando en el mundo de la comedia que es el mundo en donde estos estúpidos deben de estar.
Siempre hay un relato, y el relato nos condiciona y nos obliga a adoptar un papel dentro de ese relato. En la Comedia del Arte, lo mismo que en Bob Esponja, los caracteres que se muestran abarcan toda la paleta de personalidades en las que una historia o un relato se desarrolla. El gran aporte de Cervantes fue el coger un relato, como es el que aparece en los libros de caballeros medievales, en las que el caballero es un ser lleno de virtudes al que le suceden aventuras, un poco como las historias de superhéroes de Marvel que están de moda, y darle la vuelta. El caballero está loco y su locura es el relato. El payaso carablanca es el negacionista y su locura es el relato.
En "El Quijote" el payaso tonto es Sancho Panza, y curiosamente es, de los dos, el más juicioso. El Quijote y su locura es el comienzo de la acción y la aventura. A Sancho Panza no le ocurriría nada en su mundo de refranes y certezas. Es un personaje que carece de relato. Comienza a tener relato cuando se une a el Quijote y es aceptado en calidad de escudero. El loco nos muestra nuestra realidad de una manera nueva
Hay algo tierno en la batalla de Don Quijote contra los molinos de viento. Nadie se acordaría de alguien como Sancho Panza, sin embargo, cuando alguien embiste un molino de viento porque ansía derrotar al mal, porque quiere plantar batalla, eso es algo que transciende y se incorpora al imaginario colectivo. Como el padre que se desespera porque su hijo cree que el hierro flota. Sancho Panza, el hombre sin imaginación, práctico, acompaña y cuida al loco, al visionario. En la primera parte del libro trata de recupere la cordura, cuando al final la recupera y entra en un estado de letargo y depresión, el mismo Sancho Panza le convence se salir de nuevo a "desfacer entuertos" porque la realidad a veces es tan sólida, dura y falta de interés que es mejor morirse que vivir esa vida.
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