Artículo de Camille Stephan-Otto Attolini, publicado el 31 de octubre 2013 en La Vanguardia.
Las matemáticas han estado ligadas a las ciencias biológicas desde que existe la observación sistemática de la naturaleza, permitiendo la construcción y contraste de hipótesis. Es natural organizar y resumir la información recopilada con herramientas matemáticas y estadísticas. Observaciones cada vez más precisas y extensas han hecho de esta labor una nueva rama científica. Miles de datos son generados en un sólo experimento y traducirlos en algo manejable y comprensible necesita de teoría, metodología y tecnología que evolucionen conjuntamente con estos datos.
Un ejemplo paradigmático ahora ya cotidiano en centros de investigación y hospitales es la secuenciación masiva del material genético. El escrutinio de estas moléculas es indispensable para comprender la biología celular, tanto en estado normal como en enfermedades. La resecuenciación del genoma genera cientos de gigabytes de información que debe ser analizada y procesada hasta resultar en datos útiles. Aquí se combinan dos aspectos básicos estadísticos: la correcta estimación del error introducido en la obtención de datos y de la variabilidad de los mismos, y el resumen de las observaciones en algo interpretable desde el
punto de vista biológico. Esta transformación requiere comprender tanto la biología como las matemáticas en cuestión. Actualmente es imposible que una sola persona conozca en profundidad ambos aspectos, haciendo necesaria la creación de grupos interdisciplinarios con expertos desde la clínica a la informática, pasando por la biología y la estadística. Más aun, entre ellos hace falta quien construya los puentes, alguien capaz de combinar ambas disciplinas en vistas de una mejor explotación de los datos. Desgraciadamente, la bioestadística y bioinformática son materias poco populares o publicitadas. Contradictoriamente, el
analista de datos es de los profesionales mejor pagados y la competencia para conseguir bioestadísticos capacitados entre los mejores grupos de investigación a nivel mundial raya en lo encarnizado.
La creatividad es la base de la actividad científica y los retos de las nuevas tecnologías y la profundidad con la que observamos la naturaleza resultan en una apasionante disciplina. Estamos en un momento vibrante de avances en ciencia básica. Si la economía, la educación y la voluntad política lo permiten, estos pueden verse reflejados en una mejora en el tratamiento, prevención y pronóstico de las enfermedades de nuestro tiempo.
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