Muchos pacientes de cancer son tratados con antibióticos de manera preventiva para evitar la aparición de infecciones bacterianas. Esto se hace así porque cuando se trata a un paciente de cancer con quimioterapia lo que se está haciendo es inhibir el crecimiento de sus células. Por esto es que se les cae el pelo, como un efecto secundario. Al no haber renovación celular, porque la quimio inhibe el crecimiento de las células, el pelo se va cayendo. Lo mismo pasa con el sistema inmune. Se para el crecimiento celular en todo el cuerpo, tanto de las células cancerígenas como de las del sistema inmune. Al estar inmunodeprimidos se protege a estos pacientes de manera preventiva con un producto químico mata bacterias: los antibióticos.
En el primero de los trabajos, liderado por Noriho Iida, del Instituto Nacional del Cáncer de EEUU, se estudió a ratones cuya flora bacteriana había sido 'eliminada' (bien con un tratamiento a base de antibióticos o bien porque habían sido criados en un ambiente libre de gérmenes, en cuyo el cual su sistema inmune fue incapaz de desarrollarse). Cuando se les implantaron diferentes tipos de tumores de manera subcutánea, los investigadores observaron que la respuesta a la quimioterapa era menor que la de otros roedores cuya microbiota había permanecido intacta.
Aunque en este trabajo se observó tanto la respuesta en animales tratados con inmunoterapia y con quimioterapia, en el segundo de los trabajos se eligió únicamente un quimioterápico clásico, muy habitual (la ciclofosfamida), para llegar a las mismas conclusiones. Como explica el doctor Rodrigo, la ciclofosfamida es "uno de los fármacos anticancerosos más importantes [se emplea en tumores de mama, cerebrales, linfomas...], cuya eficacia se debe, en parte, a su capacidad para estimular la respuesta inmune antitumoral". Es decir, como apunta por su parte su colega Francisco Guarner, jefe clínico del grupo de Fisiopatología Digestiva del Instituto de Investigación Vall d'Hebron, que "no actúa únicamente a nivel local [en la ubicación del tumor], sino también a nivel sistémico".
De nuevo en modelos con animales, Sophie Vigaud y sus colegas del Instituto Nacional de la Salud francés, demostraron que este medicamento altera la composición de la microbiota del intestino delgado. "Lo que vieron es que con la ciclofosfamida, muchas bacterias gástricas son capaces de atravesar las paredes del intestino y al invadir el torrente sanguíneo y los ganglios linfáticos estimulan una reacción del sistema inmune que ayuda a combatir el tumor", explica el doctor Guarner.
Sin embargo, en el caso de los ratones que carecían totalmente de gérmenes (porque habían sido tratados previamente con antibióticos para 'aniquilar' su flora bacteriana), sus tumores parecían resistentes al tratamiento con ciclofosfamida. En cambio, prosigue el investigador asturiano, "si se les restauraba la flora intestinal, se recuperaba la eficacia antitumoral del medicamento".
Aunque el equipo francés sugiere que sus conclusiones deberían servir para desaconsejar el uso de antibióticos en pacientes con cáncer que estén recibiendo quimioterapia (para mantener sus bacterias a salvo y favorecer la respuesta inmune contra el tumor), el doctor Guarner se muestra más cauto y recuerda que ambos ensayos se han llevado a cabo únicamente con animales. De hecho, de cumplirse la hipótesis en humanos, tal vez podrían emplearse también probióticos para reforzar esas mismas bacterias intestinales que van a ayudar a mejorar la respuesta a la quimioterapia, "pero nosotros hicimos en 2008 un estudio con probióticos en pacientes sometidos a radioterapia y el beneficio fue sólo marginal".
La cuestión no es baladí si se tiene en cuenta que muchos pacientes con cáncer reciben antibióticos para tratar infecciones que pueden sufrir durante su enfermedad, aunque varios especialistas estadounidenses consultados para un comentario en la misma revista también coinciden en que es demasiado pronto para extraer conclusiones en humanos, puesto que nuestra microbiota no es idéntica a la de los ratones. Giorgio Trincheri, uno de los autores del trabajo estadounidense, asegura que habrá que realizar ensayos en humanos antes de nada; Laurence Zitvogel, otro de los autores del estudio galo es en cambio más tajante: "a partir de ahora seremos más cuidadosos a la hora de prescribir antibióticos a nuestros pacientes con cáncer", concluye.
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