viernes, 16 de julio de 2010
El pulpo Paul adivina que somos gilipollas
De acuerdo que ha sido una coña, pero es que ya no se trata de un viral de internet, el pulpo Paul ha estado estos días hasta en la sopa. Los horóscopos, el pulpo Paul, el vidente africano Karan... Hay dos tipos de personas, los que necesitan creer y los que sacan partido de la credulidad de la gente. Hay quien cree los horóscopos y quien los escribe, está el que alucina con la "inteligencia" del pulpo y el cuidador que manipulará la jaulita conchabado con alguna casa de apuestas, está el que acude a Karán y está Karán. Las razones del crédulo son poner la responsabilidad de las causas en algo externo a uno mismo, un algo con cierta lógica, que se intuye, y que se comprende gracias al horóscopo, videntes o el caprichoso azar. Es el "Dios dirá (ojalá)" de los musulmanes. Las razones del timador es que ha comprendido alguno de estos mecanismos y que se puede cobrar por ello. Había un farmacéutico que "recargaba" las pulseras magnéticas. Una señora me lo contó. En aquel momento hacía la tesis en Santiago. Le dije a la señora que en el laboratorio teníamos un aparato para recargarlas y que se la recargaría gratis. La señora quedó contentísima y el resultado fué el mismo: no se puede cargar un pedazo de cobre. Si hubiese tratado de explicarle porqué no se puede cargar un pedazo de cobre habría fracasado (además me hubiese tenido que repasar nociones de magnetismo). Esa señora quería creer en el valor curativo de la pulsera magnética, en la energía curativa. No hay causas complejas para ese dolor de articulaciones, simplemente necesitas ENERGÍA, así de simple, lo mismo que las plantas necesitan el Sol. Somos como niños pequeños que confiamos en que una tirita nos lo va a curar todo. Lo simbólico, el poder de curación que lo puede todo, el 100% de efectividad, hay algo en esos conceptos que rebasa la simple lógica. Nos gusta ser niños, gilipollas por que así somos más felices. Es algo a tener en cuenta.
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