Os dejo un texto de Ainoha Iriberri publicado en Publico hoy. Se trata de un estudio en donde dos poblaciones de un gusano, C. elegans, una de ellas manipulada para autofecundarse, la otra con un reproducción sexual normal. Estas poblaciones se ponían en contacto con la bacteria patógena Serratia marcescens y a ver que pasa. La población que se autofecundaba, es decir, que no intercambiaba sus genes mediante el sexo... ¿queréis saber más? abajo tenéis el texto:
Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido", le decía la Reina Roja a la protagonista de Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll, 1865). En los sueños de Alicia que relata la novela, los personajes corren para lograr mantenerse quietos en el mismo lugar y mantener el equilibrio. Algo que, en principio, escapa a la lógica del mundo real.
Pero el sexo, una de las actividades preferidas de las especies, está también reñido con la lógica, a juicio de los evolucionistas. ¿Por qué? Simplemente porque la reproducción sexual es altamente ineficiente, ya que permite que nazcan individuos incapaces de producir descendencia. Este fenómeno es opuesto a la autofecundación de algunas especies que, por lógica, debería ser la reproducción preferida, por su eficiencia.
Este fenómeno es opuesto a la autofecundación de algunas especies
A principios de la década de 1970, el biólogo Leigh Van Valen formuló la hipótesis de la Reina Roja, que asumía que la necesidad de practicar sexo se había establecido como una forma de que los huéspedes se mantuvieran un paso por delante de sus parásitos invasores. Es decir, al combinar el ADN de dos progenitores, la especie se hace genéticamente más diversa y diferente de la de los ascendentes. Así, si un parásito se modifica para ser capaz de infectar a una especie, no tiene por qué tener la capacidad de infiltrarse en la siguiente generación, que habrá evolucionado con respecto a la de sus padres. Por el contrario, los organismos que se reproducen por autofecundación -como la mayoría de los protozoos-, sí serían vulnerables a los microorganismos dañinos para su único progenitor, ya que heredarían su ADN.
Demostración en laboratorio
Un equipo dirigido por Levi Morran, investigador de la Universidad de Indiana, acaba de publicar en Science un trabajo que supone la demostración de la hipótesis de la Reina Roja, tras realizar un experimento con un tipo de gusano, Caenorhabditis elegans, al que pudieron manipular para reproducirse por autofecundación o mediante la práctica del sexo, comparando su evolución tras generar la convivencia con la bacteria patógena Serratia marcescens.
"Lo que el sexo hace es ayudar a las poblaciones a adaptarse"
Los investigadores determinaron qué forma de reproducción daba a la especie una mayor ventaja evolutiva, concluyendo que era la sexual. "Hemos visto que las poblaciones de C. elegans que se reproducían por autofecundación eran conducidas a la extinción rápidamente por los parásitos que evolucionaban a la vez que ellas; por otra parte, el sexo permitía a las poblaciones opuestas mantenerse aparte de las bacterias", comentó Morran.
"Lo que el sexo hace es ayudar a las poblaciones a adaptarse a sus parásitos contemporáneos, permitiendo a los padres producir descendencia resistente a la infección", señaló. El investigador subrayó que la consecuencia última de esta actitud es evitar la extinción. Morran quitó cierta importancia a su hallazgo por correo electrónico: "Creo que este nuevo estudio simplemente añade una nueva pieza al puzzle y hace la hipótesis de la Reina Roja todavía más plausible", comentó.
A su juicio, "es demasiado pronto" para decir que esta teoría "explica por completo la evolución vía sexual". Morran considera que "puede haber muchas más razones para que el sexo se mantuviera en la evolución de tantas especies diferentes", añadió. Asimismo, el investigador cree que la mayoría de la comunidad científica "está familiarizada con esta hipótesis", por lo que recibirá "bien" los nuevos datos. Por su parte, Michael Brockhurst, biólogo de la Universidad de Liverpool, subraya en un editorial que acompaña al artículo que el reto ahora es averiguar cómo el sexo aporta ventajas evolutivas en contextos complejos con muchas especies .
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