Imagen del simpático bichito al microscopio óptico.
El control de las enfermedades de transmisión sexual presenta una nueva amenaza: la cefixima, el antibiótico que se utiliza desde hace años para combatir la gonorrea, está empezando a no ser efectiva. La última voz de alarma viene de Canadá, donde un estudio realizado por un equipo capitaneado por la microbióloga Vanessa G. Allen muestra que el 7% de los pacientes tratados con este fármaco demostraron una resistencia al tratamiento, un porcentaje que crece en toda Norteamérica desde el año 2000. De los 133 pacientes que se sometieron a una prueba de curación tras el tratamiento en una clínica de Ontario, 13 de ellos mostraban aún la enfermedad tras el tratamiento con el antibiótico. Según los autores del estudio, el fracaso clínico ocurrió en 4 de 76 infecciones uretrales (5,26%), 2 de 7 infecciones faríngeas (28,6%), y 3 de 39 infecciones rectales (7,69%).
No es la primera vez que la gonorrea esquiva a los fármacos. En los años cuarenta se trató con sulfonamidas, en los años setenta con penicilinas y tetraciclinas, y en 2007, con fluoroquinolonas. Pero la gonorrea termina por hacerse inmune a los tratamientos. Las cefalosporinas son ahora mismo el único antibiótico recomendado para el tratamiento de esta enfermedad. “Sin embargo, la sensibilidad a las cefalosporinas orales está disminuyendo, y la eficacia de estos fármacos está amenazada”, concluye el estudio.
Ya en 2012 los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) actualizaron su recomendación para tratar la gonorrea. Aconsejaban sustituir la cefixima con otros antibióticos como azitromicina o doxiciclina.
Julio Vázquez, investigador experto en microbiología del Instituto Carlos III tiene la clave de por qué la gonorrea se vuelve resistente: “El gonococo es una bacteria muy promiscua, es decir, intercambia mucho material genético con otras bacterias de su especie y entorno. Los cambios son al azar, pero solo se estabilizan en su ADN aquellos que son una ventaja evolutiva para las bacterias”. Eso explica por qué la sífilis se trata desde siempre con penincilina y la gonorrea se escapa cada pocos años a su tratamiento. El gonococo es una población de bacterias “claramente sexual” remacha Vázquez.La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya advirtió ese mismo año de lacreación de una supergonorrea resistente al tratamiento. Se trata de cepas de esta enfermedad venérea que resisten a los antibióticos y que se están expandiendo por diferentes países desde que se descubriera en Japón en 2011. Ante la potencia de la bacteria y sin la ayuda de los fármacos, la única solución sería la detección temprana.
Cada año se estima que hay más de 700.000 casos de gonorrea en todo el mundo, es una de las infecciones sexuales más comunes. En países como Australia, Francia, Noruega, Suecia y Reino Unido no solo repunta el número de enfermos, sino los casos de resistencia. Lola Bou, de la Asociación Española de Dermatología y Venereología, explica que la pérdida de miedo ante el sida está haciendo que la gente se desproteja, por lo que aumenta el número de enfermedades de transmisión sexual y no solo la gonorrea. Para esta especialista, además de la protección son importantes dos factores más: “Hacer seguimiento a los enfermos para asegurar la curación y que no solo sea una fase asintomática y evitar automedicarse, fuente de la mayoría de las resistencias”.
Jorge Del Romero, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, dirige el Centro Sandoval de Madrid, el centro nacional de referencia en enfermedades de transmisión sexual en España. Confirma el aumento de casos en nuestro país: de los 91 casos que trataron en 2004 a los 369 durante el año pasado. Entre ellos ha aparecido un posible caso de resistencia al tratamiento. “Es un reto, porque las cepas resistentes suelen ser las que más se transmiten y de momento no hay más tratamientos que los conocidos. Esperemos que se descubra otro”, sentencia el doctor del Romero.Lola Bou explica que las enfermedades venéreas están aumentando también en España. Por ejemplo, en Barcelona reapareció con fuerza en 2011 el linfogramulona venéreo, una infección que llevaba más de 20 años sin afectar a nadie en nuestro país. La sífilis creció un 16% durante 2010. La gonorrea se diagnostica por sus síntomas: secreciones, dolor al orinar y en las gónadas o el bajo abdomen. A veces aparece sin síntomas, por lo que es más difícil de diagnosticar. Entre sus consecuencias más feroces están la infertilidad y la creación de otras infecciones como conjuntivitis o uretritis.
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