En la novela "Cañas y barro" de Blasco Ibañez, el hijo, agricultor que trata de ganarle un terreno a la laguna representa el progreso, mientras que su padre, el pescador representa lo retrógrado. Hoy en día el padre sería el buen ecologista y el hijo el depredador. Otro ejemplo de la literatura es aquel cuento en el que se narra ensalzando el esfuerzo de una cooperativa durante la revolución rusa para erradicar el paludismo vertiendo petroleo en unas ciénagas.
Ahora resulta que necesitamos las lagunas y las marismas como depuradoras naturales. El autor acaba el artículo con esta frase: "Afortunadamente, pequeñas acciones pueden generar grandes cambios. Si salvar a una nutria marina no despierta suficiente interés para tratar mejor a nuestros residuos, sí debería hacerlo protegernos a nosotros mismos de los polutágenos". Bien, entiendo que el autor quiera hacernos creer que se trata de un problema muy importante. Habiendo hambre y desigualdades lo de los polutágenos tendrá que esperar. ¿Pequeñas acciones? liberarnos de mascotas y dejar de comer tanta carne. Pero ¿Quién tiene mascotas y quién come carne?
Las heces de los gatos dispersan al parásito Toxoplasma gondii que también infecta a los delfines. |
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