miércoles, 26 de julio de 2023

Cardenal Xoan de Lugo y sus polvos

El Cardenal Xoan de Lugo, Madrid, 25 de noviembre de 1583-Roma, 20 de agosto de 1660, introdujo en Europa la quina conocida como Cortex peruvianus, como tratamiento médico. Sus padres pertenecían a nobles familias gallegas. Ingresó en la Compañía de Jesús y cursó estudios de Teología en Salamanca.​Durante uno de los Capítulos de la Orden, conoció a los representantes venidos del Virreinato del Perú, que le mostraron una nueva especie vegetal, llamada quinaquina, procedente de los bosques lluviosos del Reino de Quito, utilizada para curar las fiebres intermitentes, lo que hoy en día se conoce como paludismo o malaria. Viendo el potencial de esta medicina que había sido descubierta por el cacique de Malacatos, Ecuador, Pedro Leiva, encargó los análisis necesarios y la elaboración de una receta apropiada para su consumo masivo. De ahí que la corteza de quina también se conozca como «los Polvos del Cardenal» o «los Polvos de Juan de Lugo».

El agua de las fuentes de San Pedro molían la corteza de la quina

Xoan de Lugo creó, en el Hospital del Espíritu Santo en Roma, un centro de tratamiento del paludismo. En este centro se utilizaban los polvos de la corteza del árbol de la quina. Para ello se instaló un molino movido por el agua de una de las fuentes de la plaza de San Pedro. Xoan de Lugo pidió a los jesuitas que propagaran el uso de la quina y empezó a utilizarse en muchas áreas aquejadas por este mal. Los protestantes clamaban que la quina era sólo una treta de los jesuitas para ganar adeptos. 

Su obra más famosa es De Iustitia et Iure, publicada en 1642, en la que hace importante contribuciones a la teoría económica. En ella explicó cómo el precio de mercado de un bien se origina a través de la valoración subjetiva de la gente y de la interacción de multitud de personas. Como esta valoración no depende de ninguna cualidad objetiva del bien en cuestión sino de las preferencias de los distintos individuos (con las que podemos coincidir o no) el precio justo de un bien será siempre su precio de mercado.

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