Ayer he estado con mis hijos en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Lo han mejorado un poco desde la última vez que estuve. No han podido deshacerse de los ingenieros industriales con los que comparten edificio. La presencia de los ingenieros hace que el museo esté dividido en dos partes y que tengas que salir al exterior para ir de una parte a otra. Increíble. Si está lloviendo pues toca aguantarse. Es un museo que se visita con niños y prácticamente no hay servicio de guardarropa. Sólo unas 12 taquillas completamente insuficientes. Lo que es curioso es casi nula presencia de las bacterias en un museo de dedicado a las ciencias naturales. En mi visita sólo he visto estas dos referencias a las bacterias
En la fotografía vemos un búfalo y superpuesto una transparencia mostrando cómo las bacterias simbióticas ayudan a este mamífero en su digestión de azúcares complejos existentes en los vegetales y que si no fuese por las bacterias el animal no podría descomponer para su nutrición.
En la sección de minerales se puede ver un estromatolito seccionado en el que se puede ver cómo los biofilms de bacterias van formando capa a capa estos auténticos fósiles de bacterias.
Obviamente como microbiólogo lo veo insuficiente, pero es que no se entiende la vida sin las bacterias, a todos los niveles: porque modelaron el planeta Tierra propiciando la aparición del oxígeno, por su papel en la formación de la primera célula eucariota, porque modelaron la evolución de las especies con su presión selectiva en forma de patógenos... Muchas historias que contar y nula presencia en este museo madrileño.
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