Desde el punto de vista estadístico, este mundo pertenece a las bacterias.
En dos vasos de chupito llenos de agua hay tantas como seres humanos
habitan la Tierra. En el interior de nuestro cuerpo, la proporción es de
nueve bacterias por cada célula humana. Así las cosas, es de cajón que nos conviene llevarnos bien con estas compañeras. Pero no siempre es así.
Desde hace años combatimos una guerra contra bacterias que,
a lo largo de décadas de evolución, se han hecho inmunes a los
antibióticos que usamos para combatirlas. El resultado es que
infecciones que dejaron de ser problemáticas hace más de medio siglo,
como la gonorrea o la neumonía, vuelven a causar complicaciones graves e
incluso la muerte de miles de pacientes cada año. La
peor noticia sobre esta guerra es que se está acabando la munición: no
hay apenas nuevos antibióticos en desarrollo. Ahora más que nunca, es
urgente encontrar nuevas sustancias capaces de combatir a las llamadas “superbacterias”.
Un estudio publicado hoy abre una nueva vía para encontrar
esos nuevos antibióticos tan necesarios. Su método parece sencillo:
buscarlos en los microbios que viven en el cuerpo humano sin provocar
ningún daño, el llamado microbioma. Estas comunidades bacterianas que
habitan en los intestinos, la boca o los órganos sexuales pertenecen a
cientos de especies distintas y dentro de cada una de ellas hay miles de
tipos de bacterias con propiedades diferentes. Todas ellas generan a su
vez miles de productos químicos potencialmente interesantes. Es
importante saber dónde buscar para no perderse en esta inmensidad
microscópica.
Miles de pequeñas moléculas
El equipo que ha liderado el estudio ya ha logrado un
primer éxito. Se trata de un nuevo antibiótico producido de forma
natural por una bacteria que habita en la vagina. Investigadores de
varias instituciones estadounidenses, incluidas las universidades de
California y la de Harvard, han identificado la bacteria responsable,
los genes que usa para fabricar la nueva sustancia y además han
comprobado que el compuesto aniquila varios tipos de patógenos que
provocan infecciones vaginales.
El potencial de esta nueva técnica es “increíble”, según un bioquímico ajeno al estudio
Los autores del estudio, publicado en la revista Cell, resaltan que esto puede ser solo el principio.
“Nuestro análisis muestra que el microbioma produce miles de pequeñas
moléculas y, por ahora, solo hemos empezado a arañar la superficie en la
tarea de caracterizarlas”, explica a Materia Mohamed Donia, investigador de la Universidad de California en San Francisco y primer autor del estudio.
El trabajo ha sido posible gracias a iniciativas como el Proyecto Microbioma Humano,
cuyo objetivo es secuenciar el ADN de las comunidades bacterianas que
viven en el cuerpo. Cada persona tiene un microbioma único y estudios
recientes apuntan a que hay microbiomas “sanos” y otros correlacionados
con obesidad, cáncer y otras dolencias.
El equipo de Donia ha aplicado al microbioma de varios
pacientes un programa informático que busca de forma sistemática genes
con los que algunas bacterias producen moléculas que podrían ser usadas
como fármacos. El sistema les ha permitido identificar más de 1.800
grupos en el intestino, otros tantos en la boca, más de 500 en la piel y
casi otros tantos en la vagina. Probablemente solo una minoría de ellos
produzcan antibióticos interesantes, advierte Donia, pero su equipo ya
ha demostrado el potencial de los que sí lo hacen. Para demostrar ese
potencial los investigadores han aislado una de esas moléculas, la
lactocilina. El compuesto lo fabrica la bacteria vaginal Lactobacillus gasseri.
La sustancia es altamente selectiva, mata a las bacterias “malas” y
deja vivir a las “buenas”, comenta Donia. “Con este tipo de trabajo lo
que podemos hacer es obtener antibióticos altamente especializados”,
resalta, algo que “es muy difícil de conseguir con antibióticos
sintéticos”, es decir, producidos con métodos convencionales.
El potencial de esta nueva técnica es “increíble”, opina el bioquímico Lluis Ribas, un investigador del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona que no ha participado en el estudio, pero trabaja en el descubrimiento de nuevos antibióticos.
“Actualmente no hay nuevos antibióticos desde el punto de vista de la
estructura química y su mecanismo de acción, en cambio, este equipo no
para de encontrarlos”, resalta.
La técnica además puede ser extensible a otros ambientes.
Si se busca un antibiótico contra el bacilo del ántrax, ¿por qué no
buscarlo en el propio suelo en el que vive? Si se trata de evitar que
aparezcan nuevas superbacterias, ¿por qué no buscar en las granjas de cerdos en las que se originan? Por primera vez en 150 años de investigación, el análisis del microbioma abre esta posibilidad.
REFERENCIA
'A Systematic Analysis of Biosynthetic Gene Clusters in the Human Microbiome Reveals a Common Family of Antibiotics' doi:10.1016/j.cell.2014.08.032
Muy interesante....
ResponderEliminarGracias
EliminarThanks for sharing this informative information about with us. It's very helpful. Keep it up!
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