Un equipo de la Universidad de Exeter ha conseguido una modificación genética de la bacteria que le permite producir un combustible químicamente idéntico al diésel utilizado en automoción. El derivado es tan perfecto que, a diferencia de lo que ocurre con otros biocombustibles, no es necesario ni modificar el motor de los coches ni mezclarse con otros aditivos del petróleo para poder funcionar.
Los científicos modificaron los genes de una cepa de E.Coli para que en lugar de transformar el azúcar en grasa, lo que hace de forma natural, lo convierta en moléculas de hidrocarburo sintético con una composición química similar al diésel. La técnica funciona a nivel experimental, pero ahora habrá que superar el gran desafío de lograrlo de forma industrial, ya que para lograr una simple cucharilla de diésel sintético se necesitan 100 litros de bacterias. En quince años se sabrá si se consigue.
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