jueves, 25 de abril de 2013

¡Las bacterias de mi intestino me van a provocar un infarto!

Ha aparecido el siguiente artículo (ver más abajo) en el periódico "El Mundo". Esta vez la periodista, Cristina Lucio ha sido lo suficiente sagaz para catalogar la noticia como "Investigación preliminar". Básicamente se trata de lo siguiente: hay una nueva técnica en los laboratorios llamada secuenciación masiva que nos permite conocer cuántas y qué tipos de bacterias hay en cualquier parte. La secuenciación masiva a partir de cantidades ínfimas de ADN es capaz del amplificar este ADN y leer todos los genes contenidos en el. Al saber los genes que hay en una muestra lo siguiente es ir a una base de datos y ver a qué bacterias corresponden esos genes. Al disponer de esta técnica se pueden hacer trabajo del tipo: "si en este sitio hay bacterias, ¿Qué pasaría si las eliminásemos con antibióticos?". Pues de esto se trata este trabajo. Han visto que las bacterias son capaces de transformar la "colina" que es algo que hay en huevos, bacalao salado o el hígado y transformarlo en una sustancia pegajosa (TMAO) que forma placas en las arterias y venas y es responsable de infartos y problemas vasculares. Para realizar el estudio han cogido 40 voluntarios (es decir, estudiantes pobres y gente sin recursos que cobra un dinerito por participar en el estudio) y les dieron dos huevos diarios y vieron si les aparecía TMAO en sangre. A los voluntarios a los que se les había administrado antibióticos, es decir, que carecían de bacterias, no se les detectó TMAO en sangre y a los que no habían tomado antibióticos, es decir, que si tenían bacterias en sus intestinos, se les detectó TMAO.

La investigación per se no es muy interesante. Pone las bases para que en el futuro se detecte qué especies de bacterias son las más activas produciendo TMAO a partir de colina y supongo que se tratará de hacer que la flora bacteriana intestinal de estas personas con riesgo cardiovascular cambie.

Todo un poco enrevesado, la verdad. Estoy pensando en el caso cubano, en el que por las restricciones  económicas la población prácticamente no tiene sobrepeso y que además tiene una medicina preventiva muy desarrollada. En Cuba se hizo un plan para reducir el peso de la población unos 5 kg de media. Para ello se pasó de un 30% de gente que hacía deporte a un 80%. La disminución de enfermedades cardiovasculares bajo dramáticamente: un 30%


Referencias:


Intestinal Microbial Metabolism of Phosphatidylcholine and Cardiovascular Risk
W.H. Wilson Tang, et al.
N Engl J Med 2013; 368:1575-1584April 25


Population-wide weight loss and regain in relation to diabetes burden and cardiovascular mortality in Cuba 1980-2010: repeated cross sectional surveys and ecological comparison of secular trends
(Published 9 April 2013)
British Medical Journal 2013;346:f1515



Artículo aparecido en El Mundo:

Cristina G. Lucio | Madrid

Lo decía José María Ordovás la semana pasada en la conferencia inaugural de las XVII Jornadas de Nutrición Práctica celebradas en la Universidad Complutense de Madrid: a medida que la ciencia avanza por los intrincados caminos de la nutrición y la enfermedad cardiovascular, el laberinto se complica un poco más.

Son muchas las novedades que la ciencia ha destapado en este campo en los últimos años, pero también son cada vez más numerosas las incógnitas que, en este sentido, los especialistas tienen que resolver.

Una prueba de esta doble cara la trae esta semana la revista 'The New England Journal of Medicine'. Los datos de uno de sus trabajos aportan otro granito de arena a una evidencia relativamente reciente: el papel que cumplen las bacterias que pueblan nuestro intestino en el devenir de nuestro organismo.

Según este nuevo trabajo, liderado por W. H. Wilson Tang, del Departamento de Medicina Celular y Molecular de la Clínica Cleveland (EEUU), la microbiota resulta clave en la producción de una sustancia 'enemiga' del corazón.

En concreto, este equipo de investigadores ha comprobado que la colina que llega al intestino a través de la dieta (está presente en alimentos como el hígado, los huevos o el bacalao salado), se convierte, 'por culpa' de la acción de las bacterias intestinales, en trimetilamina, una sustancia que posteriormente se transforma en el hígado en óxido de trimetilamina (TMAO), cuyo papel favorecedor de la aterosclerosis se ha demostrado en varias ocasiones.

La acción de la flora bacteriana es fundamental, tal y como ha demostrado la investigación. Sin ella, la 'producción' de TMAO en el organismo se interrumpe.

La investigación

Los científicos llevaron a cabo su estudio en dos fases. Primero, sometieron a un grupo de 40 voluntarios sanos a un experimento alimentario para 'seguir el rastro' de la colina una vez en el organismo. Así, cada individuo debía tomar dos huevos duros junto a una cápsula que contenía una especie de 'trazador' que mostraba el metabolismo de la colina a través de una espectrometría de masas.

Los investigadores comprobaban, a través de análisis de sangre y orina, la presencia de TMAO después de estas provocaciones alimentarias, que se realizaron, tanto con el intestino en condiciones normales, como después de haber sometido a los voluntarios a una terapia intensiva con antibióticos que destruían su flora intestinal.

Los análisis dejaron claro que el tóxico TMAO sólo aparecía cuando la flora bacteriana estaba presente. Mientras la acción de los antibióticos era notable, el metabolito no aparecía.

En una segunda fase, los investigadores quisieron comprobar qué relación existían entre la presencia de unos niveles elevados en plasma de TMAO y la aparición de un problema cardiovascular grave a medio plazo.

Para ello, realizaron a un seguimiento a más de 4.000 participantes que se habían sometido a una angiografía (un estudio del estado de sus vasos sanguíneos), aunque no presentaban signos de padecer un síndrome agudo coronario. El estudio de sus casos a lo largo de tres años mostró que aquellos que tenían niveles más altos de TMAO, también tenían más riesgo de padecer un ictus o un infarto, tal y como sospechaban los investigadores.

En su trabajo, estos científicos reconocen que su trabajo abre nuevas e importantes vías de investigación, como conocer la utilidad de restringir los niveles de colina en la dieta o averiguar si puede utilizarse una 'terapia antimicrobiana' para reducir de forma significativa el riesgo cardiovascular, aunque serán necesarios muchos estudios para llegar a una conclusión clara.

Coincide con su punto de vista Enrique Galve, presidente de la sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). "Es un tema muy interesante y la investigación está muy bien hecha, pero lo cierto es que estamos todavía muy lejos de que esto produzca una evidencia científica que se pueda aplicar al día a día", señala el especialista.

"No se sabe aún cuáles son las bacterias responsables de esto, ni cómo podríamos librarnos de ellas, porque la eliminación de toda la microbiota no es una opción, así que hay que esperar al resultado de nuevas investigaciones", continúa Galve, quien cree que "serán muchas las hipótesis que surjan a través de este trabajo".

Por otro lado, el cardiólogo cree que, aunque útiles, estudios de este tipo sirven de acicate para la industria de los alimentos funcionales, que los utiliza como apoyo de sus propias propuestas. "Lo cierto es que, a día de hoy, la mayor parte de estos productos se sustenta en un respaldo científico extremadamente limitado", concluye.

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