Arrimar el ascua a mi sardina. Esta es una constante en toda actividad humana. A raíz del brote de E. coli en Alemania estaba cantado que empezaría la polémica sobre si los alimentos ecológicos son sanos o no. La información que viene en este artículo de Público es muy ponderada e interesante. Me ha gustado el tono de Pere Puigdomènech, director del Centro de Agrigenómica y miembro del Comité Científico Director de la Unión Europea. Defiende Puigdomènech que cada agricultor europeo puede optar por un tipo de cultivo en función de sus ventajas, pero que "nunca se debe espantar a la gente: no hay ni buenos ni malos. Lo que tampoco debe hacerse es promocionar un determinado producto como el más seguro, porque sería falso", afirma."Es cierto que en algunos de los últimos casos de crisis ha estado implicada la agricultura ecológica, pero en Europa hay suficientes garantías para estar tranquilos", resume este investigador del CSIC. Puigdomènech insiste en que hay que alejar la "ideología" del debate científico: "Lo pasional aquí no pinta nada; los controles son rigurosos para todos".
Lo que no me gusta nada son los titulares de la noticia:
La crisis alimentaria de la bacteria E. coli ha reabierto el debate sobre la seguridad de los cultivos que no utilizan productos químicos
Hay un punto central en todo este asunto y es que tanto la agricultulra intensiva como la ecológica emplean abonos animales. No es sólo una práctica de la agricultura ecológica. Otro asunto es que se empleen lodos de depuradoras que es algo que debiera de estar prohibido si contienen elevadas concentraciones de metales pesados y bacterias fecales humanas.
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