Publicado por Emilio de Benito en El País hoy
La nueva Escherichia coli que causó la alerta de hace una semana en Alemania (aunque los primeros casos son del 1 de mayo, según el sistema europeo de vigilancia Eurosurveillance) ha sido ya detectada en otros 11 países. Aparte del entorno del foco, que se sitúa en Hamburgo o alrededores, hay casos en Austria (dos), República Checa (uno), Dinamarca (17), Francia (seis), Holanda (ocho), Noruega (uno), España (uno), Suecia (43, con dos fallecidos), Suiza (dos), Reino Unido (siete) e incluso Estados Unidos (dos), según el recuento de la oficina europea de la Organización Mundial de la Salud. En total son 90 personas divididas en dos grupos: las que tiene la bacteria enterohemorrágica (que causa diarreas con sangre) y las que han desarrollado el peligroso síndrome hemolítico urémico (una especie de insuficiencia renal). A ellos hay que sumar los más de 1.700 afectados de Alemania (18 fallecidos).
En la inmensa mayoría de los casos se trata de personas que se infectaron en Alemania, ya que estuvieron en el norte de aquel país unos días antes de enfermar gravemente (el periodo de incubación es de unos tres o cuatro días). En uno de ellos, se trata de alguien que no viajó, pero que convive con alguien que lo hizo. En este caso el contagio puede deberse a la convivencia si el que no viajó, por ejemplo, es el que cuida y asea al otro y no tiene cuidado con lavarse las manos después de limpiarle, como recomienda la OMS. La otra opción es que la persona infectada contaminara la comida al prepararla, también si no se ha lavado bien las manos después de ir al baño. Este tipo de transmisión es la denominada fecal-oral por los expertos. La oral-oral (por boca, por ejemplo, un beso, o, más difícil aún, por el aire, como con el virus de la gripe) no ha sido descrita para este patógeno (aunque sí para otros bacilos como el de la tuberculosis).
Pero aún quedan dos enfermos que no estuvieron en Alemania, ni han tenido contacto con viajeros a ese país. Estos últimos, de los que la OMS no ha dado más datos, pueden dar pistas acerca de la vía de transmisión de esta bacteria. O incluso pueden resultar falsos positivos (ahora que se sabe exactamente qué variedad de microorganismo causa la enfermedad, habrá que afinar los análisis).
Lo que todavía no ha cambiado es el resto de la información del brote. Una vez descartados los pepinos españoles como origen de la infección, se sigue sin saber de dónde salió aquella bacteria o cómo llegó a los alimentos o al agua. Todos están bajo sospecha. Los epidemiólogos alemanes están buscando en facturas de restaurantes de los afectados y en sus agendas para saber si han coincidido en algún sitio. También se investiga si acudieron a algún tipo de fiesta popular u otro tipo de aglomeración.
Si este trabajo diera resultado, se habría dado un gran paso, ya que se podría saber la vía de transmisión, con lo que se podría acabar con la psicosis generalizada que ha hecho que muchos alemanes dejen de consumir cualquier tipo de verdura cruda o agua del grifo. Pero aún faltaría por saber el origen de la bacteria. Los científicos opinan que si mutó (entendido de una manera amplia como cambiar su genoma, porque lo que hizo la O104:H4 fue incorporar genes de otra cepa que la han hecho más agresiva) tuvo que ser en el tracto digestivo de un animal, que es su hábitat ideal. Y localizar este exactamente, para saber si mantiene la capacidad de infectar, va a ser casi imposible.
Mientras, la situación asistencial en Alemania sigue siendo preocupante. Aunque los médicos dicen que se ha estabilizado, entre el 31 de mayo y el 2 de junio ha habido un aumento de casi 200 casos, entre los que solo tienen diarreas por la bacteria (149 más) y los que han desarrollado el síndrome urémico hemolítico (otros 50). Este aumento ha llevado a la Sociedad Europea de Microbiología y Enfermedades Infecciosas (Escmid por sus siglas en inglés) a alertar acerca de "la escasez de camas de urgencias por el gran número de casos con complicaciones que amenazan su vida", como ha dicho el director del Centro de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario de Friburgo, Winifred Kern.
Al menos, esta sociedad apunta una buena noticia: la posibilidad de usar un tipo concreto de antibiótico, los carbapenemos, para combatir la infección. Con ello se solucionaría una de las encrucijadas de este brote, que es que la bacteria tiene la propiedad de que reacciona segregando más toxina shiga cuando es atacada con medicamentos.
Precisamente, la posibilidad de neutralizar directamente esta toxina es otra de las opciones que estos expertos proponen, aunque admiten que aún está en fase de ensayo.
Entrevista al científico alemán que colaboró en la secuenciación del genoma de la bacteria que ha provocado el brote en Alemania, realizada por Juan Gómez para El País
Por un momento, Holger Rohde parece desconcertado ante la pregunta de "¿qué le interesa, además de las bacterias?". Es obvia la pasión por su trabajo del científico cuyo equipo desenmascaró el ADN de la cepa de E. coli que mantiene en jaque a las autoridades sanitarias. Van 20 muertos, 18 solo en Alemania. La cifra de infectados supera los 2.000. La clínica Universitaria de Hamburgo (UKE), donde Rohde trabaja, atiende a centenares de ellos. En ella está el laboratorio, el equipo que, dirigido por Rohde, colaboró con científicos de Pekín para desentrañar el genoma de la peligrosa bacteria E. coli enterohemorrágica (EHEC) 104:H4. Dando un paseo al sol por el hermoso campus de la UKE, Rohde lamentaba ayer "profundamente" las tensiones entre los agricultores españoles y las autoridades sanitarias alemanas. Su equipo de especialistas funciona de forma independiente al Instituto de Higiene que anunció el día 26 haber encontrado bacterias peligrosas en tres pepinos españoles. Ni el Gobierno regional ni su instituto le consultaron antes de hacer el anuncio. Además de las bacterias, al doctor Rohde le apasionan la vela y "escuchar discos de reggae".
Pregunta. ¿Qué le pareció la acusación al pepino español?
Respuesta. Lo acusaron injustamente, sin lugar a dudas. El origen de la enfermedad está en el Norte de Alemania. Todos se han contagiado aquí ¿Cómo va a provenir de un solo productor? ¿Cómo va a estar tan localizado en foco infeccioso? Si las bacterias vinieran de España, se habrían extendido mucho más, porque las verduras españolas van a todo el mundo. La fuente está aquí. O lo estuvo. No está por ahí lejos, ni en España, ni en Francia, ni en ningún otro lado. Es mi sincero punto de vista, porque certezas hay muy pocas.
P. Pero las consecuencias las están pagando los agricultores de allí.
R. Y bien que lo siento, porque no creo que tengan culpa. Para ellos es un desastre económico. No tiene ningún sentido que hasta en España haya caído el consumo de verdura propia. Fue una mala interpretación de un resultado de laboratorio. Ojalá nunca hubiera sucedido.
P. ¿Usted no lo habría anunciado?
R. Cuando sé algo grave, mi deber como científico es anunciarlo. Pero cuando no estoy seguro al 100%, no lo comunico.
P. ¿De dónde puede venir la bacteria? ¿Del agua?
R. No creo. Me puedo imaginar que esté en algún abono orgánico. Quizá se deba a las pocas lluvias de esta primavera. Lo que otros años lava el agua, este año ha podido quedarse en la verdura. Pero no lo sabemos. Lo que me impresiona de veras es que aún no la hayan encontrado, pese al esfuerzo invertido. Ya no creo que se llegue a saber nunca.
P. ¿Cree que la fuente sigue activa? ¿O se agotará cuando se hayan consumido del todo las partidas contaminadas?
R. No estoy en absoluto seguro, para nada, pero tiendo a pensar que ya está inactiva. A nuestra clínica llegan menos infectados que antes. Parece que la campana empieza ya su línea descendente.
P. ¿Cuándo va a servir su descubrimiento para curar a los pacientes?
R. No durante este brote, desgraciadamente. Pasarán años. Solo hemos dado un primer paso. Todo lo que hacemos es mero experimento.
P. ¿Cómo está viviendo estas semanas?
R. Es la temporada más emocionante de mi carrera. La intensidad es indescriptible, es una pelea diaria que te llena de satisfacción. Es una amenaza fascinante.
P. ¿Ha pasado algún miedo?
R. Sí, claro, al principio, bastante. Es muy curioso, porque cuando la situación era más grave, la gente fuera de la clínica no le daba ninguna importancia. Ni los medios. Yo estaba consternado por lo que veía aquí y pensaba que iba a cundir el pánico general. Pero fuera todo el mundo seguía tan tranquilo. Según nos íbamos tranquilizando aquí, se iban poniendo todos histéricos afuera.
P. Hay quien habla de posible terrorismo bacteriológico...
R. Eso es una perfecta majadería. Cuando se manipula un genoma, se dejan huellas indelebles. No hemos visto ni aún las más remotas.
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