martes, 4 de agosto de 2015

¿Se puede combatir a la Escherichia coli EPEC con fagos en Ecuador?

Escherichia coli (E. coli) es una enterobacteria, perteneciente a la familia Enterobacteriaceae,  presente naturalmente en el estómago de mamíferos y también descrita como un patógeno oportunista en humanos (Murray, Rosenthal, y Pfaller, 2009). Actualmente, existen variedades de E. coli que han adquirido genes de virulencia y son una de las principales causas de infección alimenticia en todo el mundo. Entre las variedades de E. coli que producen infección en humanos se encuentran: E. coli enteropatogénica (ECEP), E. coli enterohemorrágica (ECEH), E. coli enteroagregativa (ECEA), E. coli enterotoxigénica (ECET) y E. coli enteroinvasiva (ECEI) (Kaper, Nataro & Mobley, 2004). La transmisión a humanos se produce, en la mayoría de los casos, a través de productos contaminados con excretas provenientes de animales como: agua, carne de pollo, res, cerdo; aunque los vegetales frescos también son un foco de transmisión de E. coli.
Las diarreas infecciosas representan un severo problema sanitario en países en vías de desarrollo como el Ecuador y una de las principales causas de muerte en niños. En el reporte de la Organización mundial de la Salud de 2008, se describieron 388 casos fatales de diarrea infecciosa  en niños menores de cinco años, siendo la sexta causa de muerte en el Ecuador. Para el 2009, las diarreas infecciosas fueron la octava causa de mortalidad infantil en el Ecuador; mientras que, la tasa de mortalidad debida a diarreas infecciosas por cada 1 000 nacidos vivos fue de 0,3%. En el 2012, el número de defunciones de menores de 5 años fue de 6 000, de las cuales el 4% se debieron a diarreas infecciosas (Bayas, 2011; OMS, 2012).
  
 Las enfermedades causadas por E. coli enteropatogénica son un problema de gran relevancia a nivel clínico. El abuso de antibióticos para tratar infecciones gastrointestinales y otros tipos de infecciones causadas por E. coli ha generado fenotipos de multirresistencia. Un claro ejemplo se ha reportado en E. coli enteropatogénica, que es resistente a varios antibióticos como: ampicilina, cloranfenicol, estreptomicina, sulfamidas y tetraciclina (Kandakai-Olukemi, Mawak, Onojo, 2009). Además, ECEP se caracteriza por ser portadora de la isla genómica LEE que codifica efectores proteínicos para causar los síntomas en el hospedador. (Ochoa y Contreras, 2011).

En Latinoamérica se han aislado cepas de E. coli con fenotipos de resistencia a la mayoría de los antibióticos, entre los cuales están los β-lactámicos y las cefalosporinas de primera generación (García, 2012). En el Ecuador se ha reportado cepas de E. coli con resistencia a    Trimetoprim    sulfametoxazol    (50,9%),    Amoxicilina–Ácido Clavulánico (30,9%), Ceftazidima (16,4%), Cefotaxima  (16,4%),  Ciprofloxacina (14,5); además de cepas  productoras  de  Betalactamasas de  Espectro  Extendido (BLEE)  (10,9%) (Muñoz, 2011).

La multirresistencia generada y la escases de antibióticos eficaces son los principales factores que han motivado que en los Países Occidentales se haya vuelto a utilizar la fagoterapia. La fagoterapia consiste en el uso de virus líticos para combatir infecciones causadas por bacterias patógenas de importancia clínica; en especial, aquellas que han desarrollado resistencia a varios antibióticos (Segundo, Hernández, López, y Torres, 2010).

 A nivel mundial existen varios estudios relacionados con el uso de la fagoterapia. Desde 1930, empresas norteamericanas  ya comercializaban los bacteriófagos como terapia para la disentería; también se realizaban investigaciones secretas para el uso militar de los bacteriófagos. En la Segunda Guerra Mundial, alemanes y soviéticos usaron bacteriófagos en contra de la disentería. Luego de la guerra y el advenimiento de la era antibiótica, sólo el instituto Eliava en Tbilisi, Georgia siguió realizando experimentos y descubriendo nuevas aplicaciones de la fagoterapia (Brussöw, 2005).

En la actualidad, varios científicos han proclamado que la era post-antibiótica es una realidad visible; por lo que, el desarrollo de terapias alternativas resulta urgente. Para Estados Unidos, la terapia con bacteriófagos constituye una de las principales alternativas para combatir infecciones causadas por bacterias multirresistentes (Reardon, 2014). Los bacteriófagos sin duda alguna son las entidades biológicas más abundantes del planeta. Su uso como terapia presenta ventajas así como desventajas.
En una placa Petri se crece una E. coli enteropatogénica y se le aplican gotas de 10 ul que contienen una solución con fagos. En la fotografía se observa como algunos fagos son capaces de lisar la bacteria. Fuente: Esteban Fernández-Moreira
Chan, Abedon, y Loc-Carrillo (2013) mencionan grandes ventajas que presenta la terapia con fagos, como el aislamiento relativamente sencillo, mecanismos de acción totalmente diferentes a los antibióticos tradicionales, alta especificidad de hospederos, entre otras. Sin embargo, la fagoterapia también presenta ciertas desventajas. Para que exista un apropiado control de los patógenos se debe considerar factores como la selección del fago, tiempo de exposición y el método de dosificación de los fagos (Gill y Hyman, 2010).  

AUTOR: Pablo Egas


REFERENCIAS

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