Básicamente hay tres grandes grupos de antibióticos que atacan a tres elementos moleculares presentes en las bacterias y ausentes en la célula eucariótica (las que tienen núcleo como las células humanas). Se trata del peptidoglicano, que es atacado por las penicilinas, carbapenémicos y cefalosporinas; de las enzimas que enrrollan y desenrrollan el cromosoma circular de las bacterias, estas enzimas son inhibidas por las fluoroquinolonas y finalmente el ribosoma bacteriano que es menor al eucariota y que son inhibidos por macrólidos, aminoglucósidos y tetraciclinas
Hay que inactivar o destruir aquellas moléculas que estén presentes
en todas las bacterias pero no en las células humanas. Esto es
difícil porque las bacterias y las células humanas tienen una
bioquímica parecida. De hecho ahora sabemos que las células humanas
proceden de la unión de bacterias ocurridas en el periodo
Precámbrico.
A la izquierda tenemos E. coli creciendo en presencia de penicilina. A la derecha tenemos la misma bacteria creciendo sin penicilina por lo que no va a explotar y no va a parar de dividirse.
Veamos que ocurre con la penicilina, el antibiótico
más famoso. La penicilina ataca la capa de peptidoglicano de las
bacterias. Las bacterias tienen capa de peptidoglicano y nuestras
células no. Por eso es tan buen antibiótico, porque las mata y es
inocuo para nosotros. Las bacterias tienen esa capa que no es otra
cosa que una malla que evita que estallen. Las bacterias están a
presión como las ruedas. Las células humanas tienen esqueleto
celular, algo así como las tiendas de campaña de los campings, por
eso no necesitan estar a presión. Cuando en las bacterias esta capa
de peptidoglicano se relaja: BUM! estallan.
Muy útil la información compartida
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