152 años después seguimos necesitando la higiene
El 7 de abril de 1864 Louis Pasteur dictó su famosa conferencia en la que demostró al mundo cómo se originaban los microbios y cómo podíamos mantenerlos a raya. Los principios de la higiene esbozados por Pasteur en esta conferencia los conocen hoy en día todos los niños. Hace 152 años eran una primicia científica.
En esta conferencia trató de convencer a los académicos de la Sorbona de París que estábamos permanentemente en contacto con todo tipo de bacterias. Animó a los médicos a ser lo más higiénicos posible en sus operaciones y tratamientos con los pacientes.´
Las pruebas presentadas por Pasteur se basaban en el trabajo previo de Ignacio Felipe Semmelweis. Quizás por vanidad o por envidia muchos cirujanos coetaneos de Semmelweis rechazaron o ignoraron su descubrimiento. Por ese motivo publica la famosa carta abierta a los profesores de obstetricia, médicos que se encargaban de los partos y responsables en aquella época de muchas muertas por no lavarse las manos, especialmente cuando habían tocado cadáveres previamente durante las clases de anatomía:
CARTA ABIERTA A TODOS LOS PROFESORES DE OBSTETRICIA
"Me habría gustado mucho que mi descubrimiento fuese de orden físico, porque se explique la luz como se explique no por eso deja de alumbrar, en nada depende de los físicos. Mi descubrimiento, ¡ay!, depende de los tocólogos. Y con esto ya está todo dicho... ¡Asesinos! Llamo yo a todos los que se oponen a las normas que he prescrito para evitar la fiebre puerperal. Contra ellos, me levanto como resuelto adversario, tal como debe uno alzarse contra los partidarios de un crimen! Para mí, no hay otra forma de tratarles que como asesinos. ¡Y todos los que tengan el corazón en su sitio pensarán como yo! No es necesario cerrar las salas de maternidad para que cesen los desastres que deploramos, sino que conviene echar a los tocólogos, ya que son ellos los que se comportan como auténticas epidemias..."
Gracias a esta conferencia, de la que hoy hace 152 años, la higiene fue calando en las mentes de los médicos primero y posteriormente en la población en general. Los médicos finalmente siguieron las recomendaciones de Semmelweis de lavarse las manos
Otro de los pioneros de la higiene fue Joseph Lister que en 1867 publica en la revista "The Lancet" un artículo en el que trata heridas y material quirúrgico con fenol para eliminar bacterias. Este tratamiento permitió, a partir de ese momento, disminuir el número de muertes en los quirófanos espectacularmente. Hoy en día hay un enjuague bucal, el Listerine, que lleva el nombre en su honor.
Kinshasa – infraestructuras hídricas (el color negro indica la falta de desagües y alcantarillado) - Fuente WaterAid |
Son muy buenos estos recordatorios en una época en la que coexisten dos mundos opuestos: el del bombardeo mediático que comunica avances médicos que no lo son tanto, y el de países que subsisten malamente.
ResponderEliminarSi algo ha aumentado la esperanza de vida, ha sido precisamente la higiene y unas cuantas vacunas. Las figuras de esos "cazadores de microbios", como Pasteur, han sido vitales, en sentido literal, para muchas personas.
Han sido científicos en el sentido más noble, de buscar la verdad y mostrar sus resultados pese a quien pese y moleste a quien moleste. Algo que se echa en falta hoy en día con la inflación de "líneas productivas", con la pseudo-profesionalización de la investigación, porque parece un oxímoron que haya que profesionalizar, en el sentido que habitualmente esto se entiende (burocracia de proyectos, memorias, calidades, etc.), la creatividad y el afán de búsqueda.
Para desgracia de todos, en muchos países el contexto en que fueron posibles los grandes científicos de siglos pasados no se da ahora.
Se dice que todo es cuestión de fondos destinados a I+D+i y es verdad, pero una verdad parcial, porque no todo depende linealmente de dinero ni todo lo que merecería ser investigado entra en la contemplación de los burócratas que controlan esos fondos.
Es bueno recordar a Pasteur también en la vida cotidiana, asumiendo, por ejemplo, que el personal sanitario puede ser un gran transmisor de lo peor aunque intente lo mejor. No está nunca de más recordar la necesidad de algo tan aparentemente simple como lavarse las manos.