miércoles, 21 de julio de 2010

Estafilococcus contra las tetas de silicona




En los cutre-masters que se imparten en España, uno de los consejos que se imparten a los alumnos de divulgación de ciencia es que se hable de temas relacionados con el sexo al llegar el verano. Aquí no vamos a ser menos y relacionamos a la bacteria Estafilococcus con las tetas de silicona. Ahí va la noticia...



"Érase una mujer a unos senos pegada / Éranse unos senos superlativos...". Francisco de Quevedo podría haber arrancado así una de sus demoledoras sátiras si hubiera vivido 400 años más tarde. Cambiar el Siglo de Oro por el Tercer Milenio le habría permitido asombrarse ante la rotundidad neumática de la brasileña Sheyla Hershey, la mujer que luce orgullosa los pechos más colosales del planeta. Tan enormes que han acabado por poner en riesgo su propia vida.

"Me hace feliz tenerlos así de grandes. ¡Muuuuy feliz!". No hay explicación más simple para la obsesión de Sheyla por aumentar hasta el infinito el tamaño de su delantera. Por muy gigantesca que ya fuera, ella siempre quería más. Y así entró en una espiral de cirugía plástica que le llevó a pasar por quirófano más de una treintena de veces en los últimos años, no sólo para colocarse implantes de silicona sino también para retocar su nariz, sus labios y sus nalgas. La factura: cerca de 50.000 euros.

Nacida el 19 de diciembre de 1979 en Vitória, unos 500 kilómetros al norte de Río de Janeiro, Sheyla intentó hacer pinitos como cantante, bailarina, actriz y modelo. Pero sólo su desmesurado escote consiguió catapultarla hacia la fama. En 2009, siete años después de mudarse a Houston (EEUU), conquistó la cima al estampar en el equivalente brasileño al 'Libro Guinness de los Récords' su nombre y su talla: nada menos que 38KKK.


El ascenso a la cumbre de las 'pechugonas' no estuvo exento de obstáculos. Incluso legales. La normativa del estado de Texas limita por motivos de salud la cantidad de silicona que alguien puede ponerse, así que Sheyla tuvo que regresar a Brasil -donde no existe tal restricción- para que le implantaran su última dosis. En total, llegó a acumular hasta tres kilos y medio en cada mama.

Sin embargo, tantas idas y venidas a la mesa de operaciones no podían salir bien. En junio, tras someterse a una última intervención en su país, la joven brasileña sufrió una infección por estafilococos que le afectó a ambos pechos. "Tuve mucha fiebre y dolor", explicó la semana pasada a la cadena de televisión estadounidense Fox News. "No podía respirar correctamente. ¡Era terrible! Me pasaba el día entero en la cama, no tenía forma de levantarme".

Los doctores quisieron retirarle totalmente los implantes, pero en un primer momento la modelo rogó que se los mantuvieran. No podía deshacerse de su sueño de la noche a la mañana. Finalmente, el riesgo de que las bacterias llegaran a la sangre y amenazaran su vida le hizo replanteárselo. Después de tantos años persiguiendo un único objetivo, los cirujanos le dan estos días apenas un 80% de posibilidades de conservar ambos pechos. Y si ocurre lo peor, ella lo tiene claro: "En caso de que tenga que perder uno, no quiero quedarme sólo con el otro".
'Nada en exceso es bueno'

Sheyla parece haber tomado nota de la lección. "Siempre me avisaron todos, médicos y familiares, y nunca les escuché", reconoció en una entrevista telefónica con el portal brasileño de noticias G1. "Si hubiera prestado atención a los consejos, quizás no estaría atravesando esta situación. He tenido que pasar una infección gravísima para aprender que nada en exceso es bueno".

"Si llego al punto de perderlos, no quiero saber más de operaciones plásticas. Antes pensaba que cuanto más grandes, mejor. Pero hoy me doy cuenta de lo que me he hecho a mí misma está mal". ¿Y qué va hacer Sheyla sin silicona? "Mi fama se debe a eso, al hecho de que mis senos sean grandes, pero espero que los fans me entiendan. Tengo que pensar en mi salud".

A sus 30 años, la Dolly Parton brasileña comienza a pensar en una vida alejada del bisturí. Aunque aún no pierde la esperanza de quedarse con parte de sus implantes -rebajados hasta un litro-, ahora quiere centrarse en sus hijos Victória Nicole y Víctor Hugo, nacidos de su matrimonio con el heredero del imperio del chocolate Hershey's. Adiós al plástico.

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