martes, 9 de abril de 2013

Bacterias en las nubes (II). Una historia de altura.

La humanidad desconocía que existían bacterias en las nubes. Esto se debe a que no podemos crecer a la mayoría de las bacterias en condiciones de laboratorio. Muchas de estas bacterias son muy delicadas a la hora de comer y no le vale cualquier cosa. Y si no crecen no las podemos estudiar. Hasta ahora. Gracias a la técnica de secuenciación de ADN masiva podemos "leer" todos los genes de un ambiente determinado, por ejemplo, de las nubes y ¿Qué encontramos allí? pues hasta 1800 especies de bacterias distintas, que es lo que se encontraron unos científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley en muestras de aire de Texas. Esta cantidad tan alta de especies distintas sitúa al aire al mismo nivel que el suelo en lo que riqueza microbiana se refiere. De estas 1800 bacterias las había procedentes de campos de heno, depuradoras de aguas residuales, fuentes termales y encías humanas así como procedentes de la pintura deteriorada.

El polvo del desierto del Sahara o de los desiertos de China recorre distancias enormes hasta dar la vuelta al mundo muchas veces. Esas nubes de polvo son portadoras de microbios (virus y bacterias) procedentes de los suelos en donde se originaron. Lo mismo sucede con el humo de los vertederos, o de la niebla formada sobre los mares. Cada vez que respiramos tomamos una muestra de esa diversidad microbiana.

Por encima del aire que respiramos, en la alta atmósfera en alturas de hasta 36 km de altitud, también hay microbios. Hay pruebas de que incluso son capaces de reproducirse en las nubes, a pesar de resistir unos niveles de ultravioleta altísimos. En estas nubes son capaces de contribuir a la formación de copos de nieve que cristalizan en torno a una pequeña partícula llamada por los expertos "nucleador". En 2008, Brent Christner de la Universidad Estatal de Luisiana demostraron que los microorganismos eran los nucleadores más eficaces presentes en la nieve. Como podéis ver la nieve está literalmente viva.

Los microbios no solo viven en el aire, sino que también lo crearon. Cuando apareció la vida bacteriana en la Tierra no había oxígeno. El oxígeno es un producto de deshecho de un tipo de bacterias, las cianobacterias, que empezó a aparecer hace 2500 millones de años (la tierra tiene 4600 millones de años). Las cianobacterias son responsables directas de la producción de la mitad del oxígeno producido actualmente cada año en la Tierra, e indirectamente de todo el resto ya que hace cientos de millones de años, las cianobacterias se asociaron (lo mismo que hacen hoy con los hongos en el caso de los líquenes) con otras bacterias para formar las primeras células con núcleo que darían lugar a las plantas. Posteriormente esas cianobacterias evolucionaron hasta llegar a ser cloroplastos, un orgánulo de la célula vegetal.

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