viernes, 12 de febrero de 2016

La jungla dental

Temperatura constante a 36ºC, fuentes de nutrientes permanentes, especialmente de alimentos dulces y ricos en grasas. Humedad… la boca humana es una especie de paraíso para los microorganismos. Además es un lugar animado ¡Qué ambiente! ¡Qué movida! ¡Qué de gente conocida!. Constantemente llegan nuevos inquilinos con los que compartir experiencias a través de nuevos alimentos, lápices, besos, manos…

Nuestra boca es una selva de centenares de especies de hongos, protozoarios, virus, parásitos intracelulares y, sobre todo, bacterias. La mayoría son residentes permanentes, y muchos de ellos no viven en ninguna otra parte, ni siquiera en la boca de otros mamíferos. La boca presenta muchos ambientes distintos. Playas paradisiacas en la superficie de la lengua, acantilados con vistas, recónditas calas en las encías…

De los microorganismos que viven en la boca los más abundantes son las bacterias. Incluso en una dentadura recién cepillada viven millones de ellas. Dependiendo de la persona, puede haber entre 200 y 500 especies de bacterias distintas. Unas bocas tienen una flora diversa, como las bocas de los indígenas del Amazonas, y otras personas tienen pocas especies muy predominantes. Las bacterias son esferas, bastones, filamentos. Otras tienen hélices para moverse de un lado a otro. Ahora bien, la mayoría de las bacterias de la boca viven en colonias, la famosa placa dental, que son como ciudades bien organizadas. Las bacterias quieren vivir en estas ciudades porque la boca es un paraíso del que pueden verse expulsadas si no se fijan bien a una superficie. Si comemos una manzana, la fricción de la comida puede arrastrar a las bacterias hacia el estómago y su acidez. La mayoría de las bacterias se mueren en el caldo ácido por este motivo, para no verse arrastradas, lo que hacen es fijarse a los dientes.

Unas 50 veces más grande que las bacterias normales, Trichomonas tenax, puede considerarse el gran tiburón blanco de los protozoarios, ya que emplea su flagelo para deslizarse por la saliva. Fuente: juancitomedico.blogspot.com
¿Podríamos eliminar todas las bacterias de la boca por ejemplo con un enjuague bucal que tuviese un antibiótico? Por supuesto. Esta fue una idea que a mi dentista, cuando yo era estudiante de biología, le parecía una genialidad. Con mis escasos conocimientos de aquel entonces le rebatí su “genialidad” con dos conceptos: uno, acabarían apareciendo bacterias resistentes al antibiótico y dos, que al desaparecer las bacterias de la boca, la cavidad bucal sería colonizada por hongos, que no se mueren con los antibióticos. Hongos como los que provocan las aftas, una infección por hongos que está relacionada con la aparición de ciertos cánceres de boca.


Entamoeba gingivalis es el tigre de la jungla bucal, una ameba depredadora que acecha en la superficie de los dientes y en las encías, en busca de partículas de alimentos o de bacterias indefensas. Fuente
Pese al gran número de especies, en los últimos años casi todo el interés de los investigadores se ha centrado en una, Streptococcus mutans. Esta bacteria con forma de esferasólo se encuentra en la dentadura humana. Se descubrió en 1920 y en 1956 se descubrió que era responsable de la caries. S. mutans se alimenta de azucar, para absorber el azucar necesita bombear protones al exterior. Este bombeo de protones hace que el ambiente que rodea a la bacteria se acidifique. Los dientes están formados de hidroxiapatito cálcico, una forma cristalina del carbonato cálcico. 
El carbonato cálcico reacciona con el ácido y se corrompe. Tanto da que sea el esmalte de los cientes o las piedras calizas de la catedral de León o de Burgos. Estas piedras con la lluvia ácida se corrompen y se erosionan mucho más rápidamente que por ejemplo las rocas graníticas. . Fuente.
La placa de la dentadura humana es una especie de bosque tropical formado por una película de bacterias. Esta fina capa se desarrolla de la siguiente forma: Ocho horas después del cepillado, comienzan a pulular por los dientes bacterias en forma de esfera, Streptococcus mitis y Streptococcus oralis, junto con unos cuantos microorganismos en forma de bastón, como Actinomyces naeslundii.

Al cabo de un día, los dientes están cubiertos por una capa de estos precoces colonizadores y comienzan a aparecer las primeras especies en forma de filamento, como Fusobacterium nucleatum, relacionadas con el mal aliento ya que segregan azufre.

Durante los siguientes días, se desarrollan estructuras complejas, compuestas de distintas especies de bacterias. Por ejemplo, las pequeñas mazorcas de maíz son de hecho centenares de Streptococcus sanguis que se apretujan a lo largo de los cuerpos alargados de Corynebacterium matruchotti. Cuando ya se ha olvidado del todo la higiene bucal, otras especies más selectas, como Treponema denticola, microorganismos del género Spirochaeta, con forma de sacacorchos, se unen a la fiesta. A medida que se desarrolla la flora bucal, algunos factores, como el pH, cambian, lo que facilita el predominio de ciertos microorganismos, hasta que con un nuevo cambio otros toman el relevo. Al cabo de tres semanas, la jungla se ha convertido en un bosque antiguo. El nivel inferior es la maleza que ahora forman 20 capas de microorganismos, con un espesor de 15 micrómetros; los árboles más altos de este bosque vienen a ser un hervidero de bacterias y otros microbios, cuyo espesor puede llegar a la décima parte de un milímetro, visible al ojo humano.

Bacterias del género Streptococcus (en verde) y Cornybacterium (en magenta) en la placa dental de un individuo sano. Fuente
La siguiente parte de esta historia está en saber si es posible eliminar sólo a la bacteria con mayor responsabilidad en la aparición de caries, S. mutans, y dejar intacto al resto de bacterias. Pero esa historia, aparecida en Popular Science, la dejo para otro día.

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