sábado, 12 de junio de 2021

Causas justas en microbiología

Un río, un amigo, una causa justa

La mayoría de las historias se diluyen en el tiempo como terrones de azúcar en un café caliente. La gran mayoría de las trayectorias vitales son una sucesión de avatares sin más hilo conductor que la pertenencia al colectivo o al tipo de familia al que perteneces.  Mark Twain nos enseñó en su libro las aventuras de Huckleberry Finn que la vida que merece la pena ser vivida es aquella que tiene como componentes un río, un amigo, una causa justa. Y sobre todo, una voluntad férrea de éxito. Lo demás son anécdotas. 

He dicho un río y puedo ser más específico: un viaje por un río. Un río es un paisaje y también es donde las ciudades, la cultura y el comercio florecen. Es un gran camino. Un río es una metáfora de la línea de tiempo: nace, crece y finalmente muere en el mar. 

Un amigo es alguien que te escucha, que te cuenta historias para que tu las escuches, que confía en ti y en el que puedes confiar. Los amigos son el contrapunto a toda la cantidad de relaciones banales e incluso tóxicas que te vas a encontrar en la vida.

Huckleberry Finn fue el primer libro que tuve en mi vida. Me lo regaló mi padre con 6 años. Recuerdo vivamente dos personajes: unos embaucadores que viajaban de pueblo en pueblo timando con las cartas a los lugareños. Le piden a Huck y a Jim que los lleven río arriba con ellos. Huck y Jim acceden. Los dos jugadores pronto se dan cuenta de que Jim es un esclavo huido y tratan de sacar partido a esta situación. Es fácil darse cuenta de que estos sinverguenzas son mala gente. 

La barca que lleva a Huck y a Jim río arriba para que el esclavo pueda ser libre, es una metáfora muy válida de lo que somos nosotros mismos. Cuando creces te das cuenta de que llevamos a esos embaucadores dentro de nuestra barca, dentro de nosotros mismos. Estos tipos viven en forma de pequeños malentendidos que aprendemos en nuestra infancia, de nuestros padres, nuestras primeras experiencias. Los padres, que nunca somos perfectos y que tenemos nuestra propio pasado en un tiempo que ya no es, con ciertos ejemplos, frases y criterios vamos sentando los cimientos sobre el que, nuestros hijos, van a desarrollar su personalidad, opiniones y criterios.

La mayoría de las personas no sabemos cuál es la aventura en la que estamos metidos. Simplemente vamos escogiendo lo que más nos conviene en cada situación. Por eso, por saber a dónde vamos, es importante tener un propósito con el que nos identifiquemos. Luchar contra la esclavitud era la tarea más noble a la que podía aspirar una persona que viviese en el Mississippi racista. Un río, un amigo y una causa justa. Y la firme voluntad de vencer en tu propósito.

Subidos a hombros de gigantes

En la historia de la microbiología tenemos unos pioneros en los que es muy fácil reconocer una causa noble y justa. Quizás en pocas disciplinas científicas haya una identificación  tan clara entre un trabajo y el progreso de la humanidad. Quizás por eso mismo, la proyección de la sombra de esos gigantes hace que la mayoría de quienes trabajan en la microbiología hoy en día parezcan enanos. Ellos eran un puñado y consiguieron la higiene, las vacunas, la esterilización, los antibióticos...

Hoy podemos decir que más del 99% de los microbiólogos que han existido son los que viven actualmente. Esta es una disciplina bastante reciente, con una antiguedad de más o menos 150 años. Actualmente el trabajo está muy fraccionado. Recuerda a las hormigas o a las termitas que trabajan para el gran proyecto que es el termitero pero desconocen que esa estructura será el resultado de esos trabajos individuales sin un plan definido. Actualmente, en la microbiología, si hay una causa noble y justa... creo que son pocos los que son consciente de ello.

El principio rector del proceso de la ciencia actual recuerda al que mueve a los dos embaucadores: tratar de sacar partido de cada situación. La carrera científica es un "publica o muere", solicitar dinero, conseguir contactos, alumnos a los que explotar y luego morir.

Frente a aquellos microbiólogos que trataban de erradicar enfermedades infecciosas devastadoras, los de hoy en día son sospechosos de liberar virus letales al medioambiente, de producir vacunas que permitirán que Bill Gates nos controle a través de las antenas de 5G, de engordar los beneficios de la "Big Pharma".

Los novelistas del Siglo XIX fueron los primeros en vislumbrar al hombre moderno: un hombre superfluo, sin atributos, ridículo, prescindible. La percepción que se tiene, como científico, es que si dejas de hacer algo otro lo va a hacer. Lo que hoy es superrelevante, por ejemplo, en los noventa del siglo pasado, secuenciar un gen, hoy en día las máquinas lo hacen por millones de genes a un costo ridículamente barato. Todo el trabajo que cuesta aprender una técnica se ve superado por la obsolescencia de esa técnica. Esto incrementa la sensación de futilidad y de que el trabajo de uno es prescindible.

Hemos perdido las causas justas en la microbiología. Existe, obviamente, un progreso, pero ese progreso se sobreentiende. Es como el progresivo avance de las computadoras. Se da por supuesto. Es el mercado. Los avances son producto de la codicia de los que quieren ganar nuevos mercados y desplazar a sus competidores. 
Los científicos han pasado de ser santos laicos como Pasteur o Fleming a ser oscuros nerds que trabajan en exceso, mal pagados para tipos listos que utilizan sus descubrimientos y avances para maximizar la cuenta de resultados. Este es el relato sobre la ciencia y los científicos hoy en día. Un relato consistente, con muchos ejemplos y bastante potente. Frente a este relato surge el de la sospecha, el escepticismo, las pseudociencias. Los avances se perciben como una huída hacia adelante y lo que se intuye en el horizonte es un precipicio.

¿Causas justas en la microbiología hoy en día? Se me ocurre el proyecto malaria de Bill Gates, las vacunas cubanas, la tecnología de vacunas de ARN... piensa piensa. Por favor, dejad en los comentarios si conoceis algún proyecto noble y justo en microbiología

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