El cuñado es un fenómeno estrictamente masculino. Lo mismo que suegra tiene las connotaciones que tiene cuando se trata de una madre política y no de un padre político. El cuñadismo es un término que viene de la stand up comedy. El cuñado es aquel que habla sin conocimiento pero con una autoridad irrebatible. Es un personaje, que aquel que haya tenido cuñados varones conoce, que en las comidas familiares trata de subir desesperadamente en el escalafón jerárquico de la autoridad familiar con una demostración de opiniones categóricas.
Las redes sociales han dado alas a estos cuñados. La sabiduría popular recomendaba la prudencia al hablar: "Mejor estar callado y parecer imbécil, que hablar y confirmarlo". Hoy con la pandemia del coronavirus los cuñados están de fiesta. Los divulgadores científicos debemos ser prudentes a la hora de hablar en los medios. Los periódicos, las radios, las televisiones solo buscan al experto para generar titulares. En un momento de histeria colectiva quizás la divulgación debería de dar un paso atrás y recomendar seguir una única voz, que debería de ser la de los expertos designados por el ministerio.
Cuando las autoridades repatriaron a un misionero español con ébola volvimos a experimentar esta histeria. Los políticos, cada uno a su estilo, se dedicaron a crear confusión hasta que la vicepresidenta Soraya Sainz de Santamaría centralizó la crisis y designó a unos expertos... mano de santo. La rumorología empezó a cesar y con ella la histeria.
Otro ejemplo de histeria informativa corrió a cargo de la bacteria Escherichia coli en 2011 por un brote en Alemania. En un mes, dos de los periódicos españoles de mayor tirada publicaron una media de 4 noticias diarias sobre este brote. El Mundo publicó 160 noticias. El País 127 (incluyendo editoriales).
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