El nacimiento del cadáver
En el catálogo de Netflix abundan las series sobre gurús que mediante técnicas básicas de control mental han conseguido enriquecerse y manipular a cientos de personas. Es muy interesante observar el estupor de los ex adeptos cuando narran cómo se comportaban cuando estaban dentro de la secta. Es un patrón general. Cuando se liberan de la secta odian al gurú, cuando estaban en ella lo amaban. La diferencia entre un estado y otro es que dentro de la secta se regían por una serie de normas muy estudiadas, lo que se llama control mental, y cuando estas normas desaparecen, por ejemplo porque alguien los desprograma, como cuando la policía irrumpe y desbarata la secta, en ese momento, es como si despertasen de un sueño y es ahí cuando comienzan a regresar a su vida anterior. Este es un patrón de abuso que se refleja en muchos de los cuentos populares en los que el protagonista en un momento de la historia está "hechizado" bajo el poder de alguien que lo utiliza para sus propios fines. Es el caso del cuento "La Reina de las Nieves" de Andersen.
En estas páginas no trato de hablar de microbiología. Trato de reflexionar sobre de dónde venimos, quiénes somos y a dónde vamos, desde una perspectiva biológica. La biología, lo mismo que la historia, la linguística... tiene muy presente el impacto de la cuarta dimensión: el tiempo, en todos los procesos. Nuestro material hereditario está esculpido por el tiempo. Las personas que estudian embriología suelen decir: la ontogenia, es decir, el desarrollo del embrión, recapitula la filogenia, es decir, durante el desarrolo del embrión se puede ver como pasamos por todos los estados previos: protozoo, mórula, gusano, reptil, mamífero y finalmente alcanzamos aquellas características que nos definen como humanos.
Tendemos a vivir sin tener noción real del tiempo. Nacemos y en nuestros primeros años el cerebro se va amoblando con las enseñanzas de nuestros padres, luego la escuela, los amigos. Llega un momento en que nos vemos adultos e inmortales, sin saber, que somos un eslabón en una cadena, un parpadeo. Absorbemos como esponjas aquello que nos enseñan nuestros padres los primeros años porque estamos ansiosos de ser mayores, de independizarnos. Al absorber perdemos identidad. Es en la adolescencia en donde ponemos en tela de juicio aquello que absorbimos y dimos por bueno. Con la vejez nos damos cuenta de que la mayoría de nuestra experiencia y de nuestras historias son irrelevantes. Con suerte todo se puede resumir en un párrafo, quizás, si nuestra vida ha sido plena, un par de carillas. Algunos ancianos esta realidad les permite distinguir con mayor claridad lo que está bien de lo que está mal. Por eso mismo, en la antiguedad, siempre había un consejo de ancianos y la voz de los mayores era respetada. Asumimos que los ancianos son más propensos a decir la verdad de una manera instintiva. Lo mismo que cuando somos niños no somos capaces de sospechar que quizás nuestros padres sean unos gilipollas.
Lo que nos cuentan de niños, porque es la primera vez que lo escuchamos, y lo que escuchamos de los viejos porque quizás sea la última vez que lo escuchamos, tienen en nosotros un peso especial. Por eso recuerdo a mi abuelo Antonio cuando me contaba una anécdota que le había sucedido en Brasil. Se estaba quemando el bosque de una isla y cinco monos trataban de huir. Formaron una cadena y empezaron a hacer que esa cadena oscilase. Cuando tuvieron suficiente impulso, el mono que estaba más abajo saltó y logró atravesar el río, el siguiente mono que estaba más abajo haciendo que la cadena oscilase más fuerte fue capaz de saltar y ponerse a salvo en la otra orilla. Los otros tres monos vieron que carecían de impulso, por eso no saltaron y evitaron ahogarse en el río. Mi abuelo no contaba que había pasado con los tres monos que no pudieron ponerse a salvo, aunque el final trágico se adivinaba.
Un territorio en peligro, cinco monos, tres se sacrifican para que dos puedan huir. Tradicionalmente, los microbiólogos nos hemos dedicado a investigar moléculas. Eso ha moldeado el discurso científico, todo tiene que ser explicado en función de relaciones moleculares. Cuando estas relaciones son sencillas y evidentes, como en el caso de los sistemas toxina-antitoxina, nuestro entendimiento es claro. Cuando tratamos con realidades más complejas, o con conceptos más abstractos como el territorio, el tiempo... ahí, el excesivo reduccionismo de la biología molecular no nos deja entender realmente qué está ocurriendo.
Como trabajar con monos es complicado, hacerlo con bacterias es más sencillo. La bacteria social Myxococcus xanthus es una bacteria modelo y lo es gracias a su ciclo celular que consta de cuatro estadíos a saber:
Si observamos la Fig. 2 tiene muchas similitudes con la Fig. 1. ¿Sabrías encontrar estas similitudes?
Las células sexuales, las que van a prevalecer en el tiempo van a disfrutar de este oportunidad a expensas de células que son exactamente igual que ellas y que se van a sacrificar en aras de la capacidad que tienen esas células de sobrevivirles. Este esquema es el que tiene también el ciclo vital de los humanos. A esas células rojas, egoistas, les llamamos células sexuales. Aunque esas células provienen del mismo zigoto que las somáticas, habrán pasado por dos procesos que las convierten genéticamente distintas a las somáticas: la segregación cromosómica y la recombinación. Pero hablaremos de esto más adelante.
El poder de las células rojas sobre las azules necesita que sean homogeneas, especializadas y estúpidas para poder manipularlas. Ambientes y territorios complejos necesitan estrategias complejas.
El primer libro me lo regaló mi padre. Se trataba de una edición de Bruguera de Huckleberry Finn de Mark Twain, una edición abreviada para niños. La mitad de las páginas eran de texto y la otra mitad comic. Tenía seis años y ese fue el primer libro con texto, no infantil. Recuerdo leerlo con indignación cuando Mark Twain narra el viaje de Huckleberry y el esclavo Jim camino de los estados del Norte en donde no existía la esclavitud. Su viaje se ve retrasado porque acogen a dos tahures en su balsa. Los tahures se dan cuenta que es extraño un esclavo negro y un muchacho navegando por el Mississipi. Enseguida empiezan a sacar partido de esa situación. Huckleberry y Jim no se dan cuenta al principio porque de alguna manera empatizan con los dos polizones, sin embargo estos dos sujetos los están retrasando en su viaje e incluso los están poniendo en peligro.
Pasajeros indeseados. No han sido personas hostiles las que más me han apartado de lo que deseaba hacer, han sido esos pasajeros indeseados que sin ser molestos, siendo incluso "amigos", conseguían que acabase haciendo cosas que en principio ni me apetecía ni tan siquiera me había imaginado hacer. Encontrar el camino, el deseo de cada uno, exige de personas que escuchen, de personas que sepas que tienes un sitio en su casa para guarecerte, un plato de sopa si es necesario. Personas como Gerda, en el cuento de Ándersen, La Reina de las Nieves, que son capaces de hacer un viaje para que vuelvas a ser parte de su vida. Para poder compartir momentos juntos, en un espacio, que en el cuento de la Reina de las Nieves, es una pequeña terraza compartida.
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